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miércoles, octubre 2, 2024
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Poesía de la violencia

La violencia que vive el país, también ha permeado a la literatura. Durante la última década, muchas publicaciones relacionadas con la inseguridad han pululado como novedades editoriales, aunque solo algunas han alcanzado la categoría de literatura; como ejemplo está “Balas de Plata”, de Élmer Mendoza, que en 2006 obtuviera el III Premio Tusquets de Novela. En cuanto a poesía que documenta la tragedia social de México, la obra que ha logrado el reconocimiento es “Te Diría que Fuéramos al Río Bravo a Llorar pero Debes Saber que Ya No hay Río ni Llanto”, de Jorge Humberto Chávez, poemario ganador del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2013. Apenas el 21 de marzo, integrado por Hugo Gutiérrez Vega, Efraín Bartolomé y Nelson Simón, el jurado del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2013 eligió ganador por unanimidad, entre 320 envíos, al poemario de Jorge Humberto Chávez. Los jueces del certamen literario argumentaron que el título merecía los primeros honores “porque con un lenguaje seco y de alta densidad poética, nos da una crónica precisa de la atmósfera trágica que vive una zona de México”. A su vez, el poeta Hugo Gutiérrez Vega advirtió que Jorge Humberto Chávez “no está protestando por nada, sino está dando testimonio, que es en algunos momentos estremecedor. Lo notable de su experimento es que, además de que es muy pertinente para el momento actual del país, es muy original y, formalmente, es valioso. Tiene metáforas en momentos deslumbrantes. Yo creo que este libro viene a enriquecer el Premio de Poesía Aguascalientes”. Chávez es autor de los poemarios “De 5 a 7 pm”, “La Otra Cara del Vidrio”, “Nunca Será la Medianoche”, “La Lluvia desde el Puente”, “El Libro de los Poemas”, “Bar Papillón” y ‘Ángel”. También ha sido merecedor del Premio Nacional de Poesía Colima 1981 y Premio Nacional de Poesía “Salvador Gallardo Dávalos” en ese mismo año. Por estos días, empieza a circular en las librerías el conmovedor poemario que obtuvo el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2013, editado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBA), Fondo de Cultura Económica (FCE) y el Instituto Cultural de Aguascalientes.   Cantar la desgracia “Te Diría que Fuéramos al Río Bravo a Llorar pero Debes Saber que Ya No Hay Río ni Llanto”, narra la historia de un niño que crece en la frontera y ve cómo Ciudad Juárez se va construyendo, pero también derrumbando dramáticamente. Nacido en Ciudad Juárez, Chihuahua, en 1959, el escritor amarra su poemario con insoslayables referencias históricas, como la toma de aquel incipiente pueblo en 1911 por Pancho Villa, transita por la década de los 60, la época de Vietnam, los tiempos de los grandes cuarteles en los fuertes en Estados Unidos, salpicado de pasajes de amor y desamor. Dividido en cuatro partes (“Crónicas”, “Fotogramas”, “Poemas desde la Autopista” y “Dagas”), el poemario está vestido con un telón de fondo alusivo a la violencia, incluso rememora a personajes dramáticos y trágicos como Emily Dickinson o Van Gogh. El libro está escrito en diversas formas versales, pero fundamentalmente, abunda el versículo. “Te Diría que Fuéramos al Río Bravo a Llorar pero Debes Saber que Ya No Hay Río ni Llanto”, es el título del poemario alusivo al último versículo del poema “Otra Crónica”, donde el escritor reseña algunos hechos trágicos como el asesinato de Armando Rodríguez “El Choco”, periodista de El Diario de Ciudad Juárez, sucedido el 13 de noviembre de 2008. “Ese verso de alguna manera es emblemático, porque lo que pasó en Ciudad Juárez fue algo muy desagradable, se lo puse porque me pareció eufónico, y porque de alguna manera da a entender muy bien lo que el libro plantea, tanto en sus partes socialmente evidentes, como por algunos textos más líricos que hay hacia la tercera y cuarta parte del libro. Ese verso es un estado de postración donde no quedan ríos, no quedan lágrimas”, expresa a ZETA el poeta Jorge Humberto Chávez. — ¿Por qué el versículo es la forma versal adecuada para tu poemario? “Lo que yo buscaba era un verso largo, para que los períodos propios del lenguaje fueran extensos; evidentemente el sustento de este tipo de versos es una narración, los poemas son narraciones, son crónicas. Hay también una gran capacidad de hacer grandes poemas sintéticos, apretados y críticos, pero no es el caso; aquí lo que queremos es escribir de manera precisa lo que sucede, y muchas veces el versículo me llevaba a fijarme hasta en los más mínimos detalles”. — ¿Cómo concibes la idea de escribir un poemario relacionado también con la violencia? “Mi investigación literaria empieza con el lenguaje. Escribo varios tipos de verso y veo cuál me sirve para lo que quiero decir. En este caso concreto, el germen de este libro se escribe a finales de 2010, porque el verso que encuentro es un verso largo, deliberadamente seco, muy parco en sus alcances, con un corte muy preciso, hay pocas adjetivaciones, no hay palabras bonitas en mi libro. Una vez que el verso lo tengo, empiezo a trabajar día a día. Más o menos desde el año 2010 empecé a tomar notas sobre una serie de casos, empecé a guardarlas, y me propuse escribir un libro que relatara el descenso de mi ciudad y la casi extinción del nexo social, de la vida ciudadana, las calles abandonadas, las noches solas y los sicarios yendo y viniendo por todas partes”. — ¿De qué manera influyó la violencia de Ciudad Juárez hasta trastocar al poeta? “En enero de 2011 me fui a San Luis Potosí, porque allí me dieron trabajo, no encontré trabajo en Juárez, al mismo tiempo me divorcié. Pudiera parecer que no es así, pero las condiciones críticas de la ciudad también se reflejan en tu vida doméstica. La crisis para muchos fue definitiva, fue crisis de espacio, de tiempo, de relaciones, y me vine a San Luis, donde el libro fue escrito completamente. “Todos los hechos que ocurren en mi libro, que se reseñan, ocurrieron en el sexenio de Felipe Calderón. Tuve siempre la convicción que ese gobierno desató un demonio muy complicado en nuestro país, y lo que estuvo presente en mi ánimo fue ver cómo Ciudad Juárez empezó a descomponerse; hay lugares en el sur y suroriente, sectores completos que están abandonados, las casas están abandonadas pero por cientos. “Es común que al circular por una avenida céntrica de Ciudad Juárez veas los cascarones de los edificios quemados, las casas saqueadas sin ventanas y sin puertas; hubo un descenso dramático de la renta, por ejemplo, el 80 por ciento de los bares cerraron. Hubo una verdadera crisis en el área de los restaurantes, decenas, quizá cientos de negocios pequeños de comida se fueron a El Paso, Texas; es algo muy difícil de observar. Y bueno, se habla de una deserción muy alta, yo diría que unas 200 mil personas salieron de Ciudad Juárez; 15 mil muertos en seis años es mucho”. — ¿Cómo fue el proceso de creación del poemario tomando en cuenta el tema y lo estrictamente literario? “Yo primero busco el lenguaje que voy a emplear. Siempre que pienso en un libro nuevo, lo que pienso es en el modelo, en el ladrillo básico con el que lo voy a construir. Una vez que tengo el verso, ensayo varios textos y digo, ‘este verso lo voy a trabajar’, y lo voy llevando a sus derivaciones y a sus múltiples enfrentamientos con el lenguaje. “Me propuse escribirlo en 2010, pero lo empecé de manera formal a finales de julio del año pasado (2012), duré escribiéndolo como tres meses hasta finales de octubre, y las notas que fui tomando en un lapso de unos dos años, las fui recuperando poco a poco”. — Tomando en cuenta los detalles, las precisiones alusivas a la violencia, evidentemente hubo investigación sobre la lamentable situación en Ciudad Juárez… “Hay trabajo de investigación en periódicos, pero hay también elementos que tienen que ver con informes forenses; entonces con una mano voy escribiendo los poemas, voy trabajando el lenguaje, y con la otra voy acercando los datos de la realidad, la confrontación con los datos periodísticos y con los testimonios. Y con esas dos manos se va cuidando el texto, de manera que no resulte un pasquín, ni un libro de poesía que protesta por algo, sino en una reseña que nos comparte un desastre social, cuidando la calidad artística del asunto”. — ¿Por qué no hay signos de puntuación? No obstante a que el ritmo y la cadencia conducen a un poemario claro, contundente, sin ambigüedades… “El uso de la puntuación solamente ocurre en mi caso cuando es necesario; los poemas en este tipo de versículo, por su misma construcción, por la misma concatenación de los diferentes períodos verbales, el fraseo, no necesita una puntuación, evidentemente es parte del estilo del libro, es parte de su composición; lo que se cuida, en todo caso, es que no haya anfibologías cuando escribes de esta manera, a menos que tú quieras que estén; pero el lenguaje debe ser preciso y debe ser unívoco en el caso de las crónicas, se deja poco a la metaforización y a la interpretación del lector. “Si yo escribo, por ejemplo, un poema de amor en el que trato de reflejar la ambigüedad de mis desolaciones, quizá tú puedas decir, ‘éste es un poema muy triste, no le entiendo mucho pero intuyo que es muy triste y me gusta’, es muy válido, porque el sentido se queda abierto en ese tipo de poemas. Y en mi último libro, no es así: Se trata de textos cerrados donde los contenidos, los sentidos del texto, están dados, de modo que más o menos yo estoy dominando un poco la interpretación; no puedes más que leer lo que te estoy poniendo, no es una metáfora de un asesinato, es una relación de un crimen, de modo que es complicado, pero pues tienes que trabajar”. — ¿Tenías conciencia de que se habían escrito coyunturalmente decenas de libros, quizá cientos, relacionados con la violencia de los últimos años en México, aprovechando el delicado tema? “Sí, claro. Cuando yo empecé a escribir, dije, ‘a lo mejor seré un poco oportunista o estoy siendo un poco oportunista’, es una reflexión objetiva. Yo mismo he criticado, por ejemplo, una página española  que se llama Nuestra Aparente Rendición, la hace una escritora que se llama Lolita Bosch; yo invité a Lolita Bosch a Ciudad Juárez hace tres años, le dije, ‘quiero que vengas a Ciudad Juárez, te pagamos tu boleto de avión para que veas la realidad de la cual estás escribiendo de manera continua’. “Sinceramente creo que personas como Lolita Bosch, con todo el derecho del mundo, usan un drama social para obtener dividendos profesionales en sus lugares, no me gustan los españoles que denuncian en Madrid, en un cómodo hotel, la masacre de jóvenes en Ciudad Juárez; y no me gustan los libros como el de Sergio González Rodríguez, ‘Huesos en el Desierto’. No me gusta el chilango que llega a Juárez, se mete a un hotel durante cuatro días, luego recoge todas las notas y libros que se han hecho sobre los feminicidios en Juárez y escribe un libro armando con partes de todos los demás libros ubicados en la frontera, tampoco me gusta, me parece que es un manejo oportunista. “En el caso concreto de mi libro, estaba yo seguro de que entre más trabajara el verso, entre más trabajara el lado artístico del libro, iba a ser más poderoso, porque el arte tiene ese poder, esa capacidad de contar la verdad si lo haces bien, y si no nada más te quedas en la mera ilustración de los hechos, en la mera repetición de datos”. — Finalmente, ¿cómo escribir poesía sobre la violencia y al mismo tiempo lograr una estética literaria como la que propones en tu poemario ganador? “La violencia siempre ha estado en el arte, de hecho la historia de la literatura de Occidente empieza con dos poemas súper violentos, que son ‘La Ilíada’ y ‘La Odisea’. El arte recoge la experiencia social, están muchos casos como ‘Los Fusilamientos’ de Goya, está también el lienzo ‘La Guernica’ de Picasso, que documenta las atrocidades del franquismo. “Lo que uno elige como escritor es si va a continuar escribiendo un poema de amor como ‘Ángel’ (Mantis Editores, 2009), mi libro anterior, o si va a hacerle caso a tu interés personal de escribir un texto que documenta un drama social. Hace cuatro años yo pasé por una crisis personal y escribí un libro de amor o desamor y después pasé por la terrible experiencia de ver a mi ciudad casi disolverse y decidí cantar su desgracia”.  

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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