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martes, octubre 1, 2024
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POR SUS CULPAS, POR SUS GRANDES CULPAS…

Antes de la elección del domingo 7 de julio, los secuaces del PRI y su virtual candidato perdedor se reunían para (algunos) emborracharse y, de paso, repartirse huesos en el próximo Gobierno del Estado; ahora lo hacen, pero para repartir culpas. Pasadas las elecciones y la no aceptada derrota -ahora sí-, todo estuvo mal. Se destaparon los traidores, los que no trabajaron y los que sacaron provecho durante la campaña, incluso, los que despistadamente se embolsaron unos cuantos billetes. Por ejemplo, a Felipe Ruanova, dizque candidato ciudadano, pero de facto colaborador del PRI, lo consideran en el círculo cercano a Fernando Castro Trenti, lo peor operado. Aunque reputado al día de ignominioso, no es el más grave. A mediados de la campaña, a Castro le llegó Alejandro González Padilla, supuesto asesor estrella de políticos de corte nacional. Terminó siendo el muelle del arrepentimiento. Fue el encargado de la guerra sucia contra Kiko Vega que nomás no funcionó. Primer spot: Sobre los terrenos que trianguló millonariamente el abanderado azul y que documentó a detalle el redactor de esta columna, González lo argumentó mal: acusó a Vega de “robo” y el PAN logró bajarlo del aire en dos horas, argumentando difamación. Y con justa razón, González Padilla no pudo comprender el más mínimo razonamiento. Lo que fue, es que Kiko subastó terrenos del Ayuntamiento de Tijuana siendo alcalde, su socio fue el comprador y, después de su cargo público, el hoy virtual próximo gobernador lo compró a un precio similar y se asociaron como arrendatarios millonarios. Pero el “operador” de guerra sucia ni siquiera eso puedo comprender. Lo que sí se le reconoce es que alardeaba de ser el jefe de jefes cuando se trataba de aconsejar al oído de Castro. Pero la lista es larguísima. Orlando Arvizu, ex diputado y ex delegado del PRI en los terrenos hoy perdidos, está siendo señalado internamente de haberse quedado por lo menos con 500 mil pesos (aprox) de dineros de las campañas. El día de la elección, Arvizu debió pagar a los brigadistas cuatro bandas, mariachis, sonidos, edecanes y la fiesta del triunfo en una glorieta de Zona Río. Pero ese día y ante el mal presagio de los resultados preliminares, desapareció, así circula la versión entre los vencidos castristas. Amador Rodríguez Lozano es otro según operador de operadores, se le miraba diciendo segurísimo que gracias a él, Castro se sentaría en la silla del Estado. Falló. Hubo también trucos de magia, o mejor dicho, de desaparición de dineros. En el Distrito 11, representantes de casilla, jefes de zona, en fin, estructura, alguna vez detuvieron a Castro Trenti para reclamarle la falta de pagos e incumplimiento de acuerdos económicos. Para quejarse de la falta de lana, pues. El candidato sabía que el encargado de administrar ese dinerito era ni más ni menos que Rodríguez Lozano, pero nunca lo hizo. Después de esa discusión sobre los billetes, el ex senador cambió de puesto, de ser la sombra del candidato, pasó a ser el encargado de la acción política, pero en el partido. Y qué decir del sentimentalismo de Enrique Esquivel, apabullado candidato del PRI en Rosarito. Se supo solo toda la campaña. Sin recursos ni apoyos, es más, ni la sobada de lomo de consuelo o ánimo de los “grandes” priistas en Baja California. El primer identificado como haragán -por así llamarlo– a favor de la derrota priista en Rosarito es Alejandro Serret, regidor y dirigente del tricolor en el quinto municipio. Ni un pujido de apoyo de su parte. Nada. Ni eventos, estructura… nada. Los dolores de la aplastada llegan incluso a sospechar que el dirigente del PRI estuvo todo el tiempo con el hartamente acusado de delitos sexuales, Silvano Abarca, el victorioso candidato del PAN.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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