Debe reconocerse que PAN y PRI hicieron todo lo humanamente posible para obtener el voto del bajacaliforniano, especialmente para la gubernatura, y que el final fue de fotografía: 25,000 votos no es mucha diferencia, pero si con un voto se gana, con más de uno con mayor razón. Si se aplicaran las reglas de las diputaciones, seguramente que Monraz y Castro Trenti serían presidente y gobernador plurinominales. Las especulaciones, comentarios y reclamos postelectorales han resultado muy simpáticos. Recuerdo que hace una buena cantidad de años, en unas elecciones federales en las que participaron Manuel Suárez Soto, Fernando Castro Trenti y Octavio Corona por el PRI, y que el resultado les fue adverso, en un acto inusitado, al siguiente día de la votación, salió publicada una carta en un periódico de la localidad, suscrita por Octavio Corona quien, palabras más palabras menos, informaba que la votación para él no había sido suficiente para obtener la diputación, que agradecía su confianza a todos los que votaron por él y que ese mismo día se reincorporaba a su negocio particular. En realidad quedé sorprendido por su ejemplo de humildad. Los mexicanos somos muy dados a apoderarnos del triunfo de los demás y a repartir nuestras derrotas. Dice Samuel Ramos en “El Perfil del Mexicano y su Cultura” (Colección Austral), que en la medida que repartamos nuestras culpas será la medida en la que nos alejamos de la solución del problema. Las especulaciones e incluso acusaciones de gente allegada al excandidato a gobernador del PRI en contra de otros miembros de dicho partido, calificándolos de traidores, es un claro desprecio y denostación al valor del voto de miles de bajacalifornianos que emitieron su sufragio por las razones o sinrazones que consideraron pertinentes. El manifestar que la gubernatura del Estado, Peña Nieto ya había pactado con el PAN para concedérsela, es otro insulto al voto ciudadano y desde luego una excusa inconsistente que pretende cubrir la responsabilidad de los coordinadores del PRI. Fernando Castro Trenti fue un candidato con un currículum formal suficiente para participar por el cargo de gobernador y cuya campaña cubrió casi todas las áreas con solvencia gracias al equipo interdisciplinario que logró conjuntar, trabajo que le generó miles de votos, casi los suficientes para ser gobernador. Hoy Kiko Vega es el gobernador electo y muchos no quisieran estar en sus zapatos porque empieza el desfile y las exigencias de los chambistas. Para ganarle a Castro Trenti, Kiko Vega echó mano de todos sus compañeros de partido, desde Jesús González Reyes, Jorge Ramos, Óscar Vega Marín, Ruffo, el propio Osuna Millán (Osuna Jaime quedó al margen), los presidentes del partido, estatal y municipales, todos con su gente, que no son pocos y que traen un ansía incontrolable de enquistarse en el presupuesto; son los llamados presupuestívoros, a quienes les atrae estar en nómina aunque no sepan nada del cargo por el que les pagarán. La ilusión de que Kiko Vega fuera gobernador se puede transformar en desilusión si comete errores en la designación de su gabinete. Él ya obtuvo la gubernatura y ahora será el responsable del ejercicio del poder ejecutivo (administrativo). Muchos exigirán su cuota de poder por la inversión y trabajo en las campañas, pero teóricamente quien participa lo hace por el bien del Estado, no de su beneficio particular. Aquí Kiko Vega debe poner oídos sordos a ese tipo de exigencias y resolver lo mejor para la ciudadanía. Necesitamos funcionarios responsables, respetuosos, capaces, diligentes, serviciales, inteligentes, congruentes, justos, etc. El gobierno para los ciudadanos es de toda la vida, no de seis años, debe haber continuidad en la eficiencia y corte en la deficiencia. El Licenciado Gerardo Dávila ejerce su profesión en Tijuana, B.C. Correo: lic_g_dávila@hotmail.com