Érase una vez los candidatos que hicieron de todo y pudieron poco; y los que no hicieron nada y ganaron mucho… Pues qué de raro tiene que aquéllos -entiéndase apuntados del PRI o PAN- hayan apostado mucho y cobrado su premio; y viceversa, los holgazanes por lo general tienen su merecido. Así debería ser. Pero no. Esta elección, burlonamente para algunos les nubló la tragedia de lo paradójico, y para otros la moraleja de la no perseverancia. Ganaron sus dietas legislativas de 111 mil 872 pesos mensuales desde sus casas y en la comodidad de su sillón. La lista de los ganadores losers que hicieron poco pero lograron mucho la encabeza el hoy gobernador electo. A comparación de su competencia, Francisco Vega de Lamadrid dio la sorpresa, con poca agenda, eventos no tan previstos, menos recursos, trabado de la lengua, los diarios de 4 pesos y los regionales vendidos y con portadas cotidianas para su contrincante y ni para qué seguir. Acción Nacional la sentía perdida con un candidato sin mucho brillo y con tan reducida planeación. Pero no fue un síndrome de partido. Ni todos los panistas flojearon ni todos los priistas se desarmaron combatiendo. En el PRI, Elí Topete candidato perdedor en la capital del Estado, perdió con justa razón. El cachanilla no salía del Casino de Mexicali. Confiado en los billetes y espectaculares, Topete dejó de hacer mucho de lo que pudo y hoy se retira en la vergüenza de la derrota. El contraste lo dieron algunos futuros diputados que embrutecidos pero con suerte obtuvieron su victoria. Olimpo Hernández mágicamente obtuvo su triunfo en el distrito 16, regidor del PES en Tijuana jugueteó a la contienda electoral para mejorar su condición de vida, hoy será diputado, acogido por el PRI y sin mover muchos dedos. Fausto Gallardo, júnior del PVEM, es otro que sin esfuerzo pero con dinero hankista consiguió despacho en la próxima legislatura. De chico bien, Gallardo pasó a regidor de Tecate argumentando su residencia en el pueblo en el que pocas veces se le vio, de ahí y sin más justificación que la negociación de su partido, chapulineó a la candidatura que abarca Playas de Tijuana. En campaña, brigadas a lo bruto le hicieron la chamba mientras el plácido pirrurris socializó con sus amigos de sociedad. Así se gana en la vida alegre de los niños enverdecidos. Así hubo varios casos en la pasada elección: para algunos suspirantes el sueño de esta regla del esfuerzo los despertó con buena cachetada. Pero no siempre, hablando de cachetes y ensueños, a quien no lograban despertar fue a Enrique Esquivel, abanderado del PRI en Rosarito, que en plena campaña dormía tranquilamente sus siestas –literalmente– al mediodía. Irma Martínez y Felipe Mayoral son otro caso para el estudio paranormal. ¿Cómo fue posible que ganaran en sus distritos? La primera –del PANAL– fue la victoriosa en el distrito 13: terrenos en la Zona Este de Tijuana donde deambula el espíritu del finado Gregorio Barreto encarnado en el mismísimo infortunado, Jorge Tsutsumi. Y de Felipe Mayoral, candidato del Partido Estatal de Baja California, ni qué decir. Aventajó por puro milagro con el mínimo esfuerzo. En fin, qué curioso: la mentada y tan presumida cultura del esfuerzo en los políticos de hoy, a veces es tan solo un triste pero muy gracioso chiste de la vida.