Habrá quien crea que el nuevo show case de Café Tacvba consolida los 24 años de carrera artística del cuarteto capitalino; que es aplaudible el retrato en vivo por aquello de ser la primer agrupación mexicana en arriesgarse a presentar todos y cada uno de los tracks del nuevo material discográfico en un recital; incluso dirán que los tacvbos deben ser santificados por brindar experiencia audiovisual única al buscar auto complacerse antes que a los fans, público e incrédulos. Otros no entenderán por qué Meme, Quique, Joselo y Zopilotes de alas blancas y cabeza negra (Rubén Albarrán), eliminaron el 80% de las canciones de dominio público del listado de canciones del concierto; se preguntarán cuál fue el motivo de rendir un ritual introspectivo e indigerible, y no saciar plenamente el goce de los poco más de mil testigos de la nueva escenificación estereofónica. Sin duda, las opiniones están encontradas: la consideración de los melómanos, y el pensar de las mayorías, mismas que tomaron vida al culminar la última interpretación. “En gustos se rompen géneros”, lo cierto es que Café Tacvba sumergió al público a su cuarto de ensayo, rescató canciones del baúl de los recuerdos, los montó en un viaje espiritual, aunque pecó de introspectivo al ofrendar “El objeto antes llamado disco” al espíritu de la música, y con ello desaparecer “Las persianas”, “Ingrata”, “Las flores”, “Chica banda”, “Déjate caer” y múltiples episodios que han dejado en la historia del rock. Insertado al centro del domo deportivo (Auditorio de Tijuana), el escenario de los tacvbos, quedó en el núcleo de una caja de sonido oscura. Elevados metros y medio del piso, el cuarteto, los sintetizadores, una caja de ritmos, batería eléctrica, bajo, cello, guitarras y micrófonos, fueron presas de múltiples disparos láser, de leds robóticos, máquinas de humo y espuma. La magia de un performance de 360 grados quedó en el registro de la frontera, y así se escribirá en el resto de la República Mexicana a donde llegue el nuevo concepto de compartir música de los intérpretes de “Eres”, quienes proponen mayor contacto e interacción, le apuestan a la sonoridad y un tanto a la densidad de los versos, y así repiten el formato de grabación de ‘El objeto antes llamado disco’, del que se desprenden una decena de episodios: “De este lado del camino”, “Olita de alta mar”, “Aprovéchate”, “Andamios”, “Espuma”, “Zopilotes”, “Pájaros”, “Yo busco”, “Tan mal” y “Volcán”. Siete álbumes de estudio y Premios Grammy avalan más de dos décadas sobre el escenario, mismo que transformaron para sentirse apapachados, crear atmósferas sonoras mientras se palpaban con la mirada, frente a frente, fusionando los sentidos entre lapsos de color, por momentos azules, rojos, verdes, amarillos, blancos, con figuras inflables con formas de árbol, o corazones flotando dentro de esa caja que atrapa los sonidos y evita los rebotes con tecnología estéreo. Más cercano a los suyos, sin barreras, Zopilotes de alas blancas y cabeza negra, recibió a los niños y explicó el nuevo concepto: “Con este escenario estamos de frente para que estemos rodeados todos del espíritu de la música, y elevemos hacia las estrellas, toda la vibra positiva, nos llenemos de paz, armonía y de energía. También queremos darle la bienvenida a todos los niños, apapáchenlos con música, y todos aquellos que vienen por primera vez a un concierto de rock”. Moviéndose de un lado a otro del escenario cuadrado con pasillos a los extremos, los tacvbos ofrecieron 140 minutos de música, agradecieron a la madre tierra e invitaron a cuidar la verdad: “En estas fechas está muy cabrón descubrir la verdad, muchachos; puras mamadas dicen los políticos y líderes religiosos, cuiden la razón”, expresó el vocalista, quien purificó el tema “Debajo del Mar”, de su primer disco, mezclándolo con el “Bizarre Love Triangle” del grupo New Order. Protagonistas de un show experimental y difícil de digerir o creado con una visión muy personal, como sus últimos dos álbumes: “Sino” y “El objeto antes llamado disco”, el cuarteto revisó su repertorio más introspectivo para innovar en la manera de interpretar sonidos, ofrecer altos niveles de proximidad, y una perspectiva diferente a partir de la iluminación, el vestido de humo, poses a contraluz, y una lluvia de espuma que sorprendió al pequeño grupo reunido la noche del pasado martes, en la que los hits quedaron fuera y las canciones más elaboradas tomaron vida en el set list. Dejando los aforos gigantescos, Café Tacvba, respondió a la necesidad interna de palpar la emoción de sus seguidores, y así esparcir su música como en una sesión de ensayo, quizá con tintes de Unplugged, pero compartiendo lo más íntimo de la música, de la creación de la misma, del origen, y de sus inicios, pues dedicaron gran parte del repertorio a “Revés/Yo soy”, del que extrajeron “El ave”, “El río”, “Árboles frutales”, “Esperando” (en voz de Quique) y “Lento” (en voz de Joselo), además de que Meme cantó “Aviéntame”, causando la euforia de los presentes. En el rescate de canciones, la chilanga banda revivió “Pez”, “Verde”, “Trópicos de Cáncer” y las combinó con “Espuma”, “Agua” y “Olitas de Altamar”, regalando un bloque que con rayos láser recreó sonidos, y figuras acuáticas, sumadas a la lluvia de espuma y burbujas que llevaron las canciones a otra dimensión, para culminar envueltos público y músicos en algarabía con la puesta en escena de “María” y “El baile y el salón”.