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lunes, septiembre 16, 2024
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Crecen agresiones a niños

No solo abusaban sexualmente de la menor de 14 años –hija de uno de ellos–, sino que además el par de maestros vídeo grababan los hechos y la mamá amenazaba a su hija con abandonarla si se atrevía a denunciar. Ambos fueron detenidos y su caso fue público el miércoles 15 de mayo de 2013, el llamado Día del Maestro. Una semana antes otro profesor fue detenido acusado de violación impropia a una de sus alumnas –de apenas 9 años de edad– de segundo de primaria y en pleno salón de clases. Las autoridades sospechan que podría haber al menos otros dos casos de violación por parte del mismo mentor. Antes, la primera semana de mayo, una madre de familia denunció cómo su pequeño hijo de siete años de edad fue violado por un jovencito –mayor que él– en una casa hogar administrada por religiosas en Mexicali. Pero el incidente que más llamó la atención fue el asesinato de una niña de siete años de edad, desaparecida primero, localizada una semana después, golpeada, con el cráneo roto, violada. El abuelo de la menor fue detenido acusado del salvaje suceso. No son los únicos casos. Esta misma semana un juez penal sentenció a dos sujetos acusados de violación a menores, mientras el lunes 20 de mayo trascendió la detención en el fraccionamiento Ferrocarril, de un tipo acusado de violar a una menor de 14 años. Era amigo de la familia. De acuerdo a la titular del área de Atención a Víctimas –dependiente de la Procuraduría General de Justicia del Estado–, Cecilia Navarro, anualmente atienden en la entidad cerca de 36 mil casos, de los que el 95 por ciento tiene que ver con abuso sexual fundamentalmente a mujeres, niñas y niños. En cuanto a la Procuraduría de Defensa del Menor y la Familia –depende del DIF Estatal– que atiende casos de maltrato y omisión de cuidados contra menores, en lo que va de este año han recibido cerca de 700 denuncias, la tercera parte en Mexicali. La titular de esta instancia en Mexicali, Lourdes Cruz Casanova, explica que cuentan con Albergues en Tijuana y Mexicali, esta última con cerca de 150 menores, todos provenientes de situación de riesgo, y al preguntar las edades de estos niños en desamparo, la funcionaria responde: “Algunos son recién nacidos, la madre los abandonó en el Hospital, apenas después del parto”. Tiempos violentos Llaman la atención algunos hechos: en el caso de la menor de 14 años que denunció los abusos que cometían su propia madre y el novio de ésta, se trata de dos maestros, ella de educación especial y él de educación física y, de acuerdo a la denuncia de la menor –interpuesta desde enero en la Unidad de Delitos contra la Libertad Sexual y la Familia–, los ahora detenidos abusaban de ella desde que tenía ocho años de edad. Hasta inicios de este año cuando la jovencita le confesó lo que estaba sucediendo a una de sus hermanas, ésta a su vez le contó al papá –que vive en Tecate–, quien  finalmente puso la denuncia. En el caso del menor que fue abusado sexualmente por otro joven más grande que él en la casa hogar Oasis del Niño, la madre del niño se queja de la indolencia de las autoridades para investigar. Acepta que ha tenido apoyo del área de Atención a Víctimas, pero cuestiona que su hijo a tan escasa edad haya tenido que comparecer a un careo y firmado una declaración. Aparte señala que no ha tenido apoyo para el seguimiento judicial del caso –ni copia le han otorgado del expediente– y del avance del procedimiento sintetiza con una frase, “No ha pasado nada…”. Por las circunstancias, por la saña, por la expectación social generada ante el caso, el asesinato de la menor de nueve años Karina Vanesa, atrajo especialmente la atención de la opinión pública. El abuelo de la menor –José Santos Romero– fue detenido una semana después del crimen y vinculado a proceso el jueves 16 de mayo. Una semana antes había sido localizado el cuerpo de la niña ya en estado de putrefacción. El análisis del servicio forense determinó que Karina murió de traumatismo craneoencefálico y había sido violada. En la audiencia los fiscales expusieron la confesión de la madre de la menor –hija del imputado– donde narra cómo llegaron a la casa del papá, donde junto con unos amigos ingerían bebidas embriagantes. Cerca de la medianoche, ya acostados, escuchó el llanto de la niña y al levantarse y acudir al cuarto contiguo se dio cuenta de cómo su propio padre golpeaba a Karina, quien de repente se quedó “quieta”, el agresor la envolvió en una cobija y salió con ella cargando hacia un baldío. Según los fiscales, el abuelo arrojó el cuerpo de la niña hacia una pileta de cemento y todavía tomó una piedra para arrojarla en la cabeza de la menor. La madre de la niña dijo ante las autoridades que no había denunciado el hecho por temor a una respuesta violenta de su padre. Factores comunes Se trata de hechos que han llamado la atención mediáticamente, aunque según la subprocuradora de Zona en Mexicali, María Elena Andrade, de unos meses a la fecha han estado dando sentencias de violaciones a menores de manera muy recurrente y en varios casos de padrastros a niños. “Yo siempre hago la recomendación de que las mujeres deben ser muy cuidadosas de las personas que llevan a convivir a sus hogares”, sostiene Andrade, quien comenta que regularmente este tipo de delitos se da en colonias de las periferias de la ciudad, con nivel socioeconómico bajo, en un contexto de hacinamiento y donde en un pequeño cuarto conviven cuatro, cinco, seis personas. También presente el factor de la ingesta de drogas y alcohol incluidos en este tipo de circunstancias donde se presentan los ataques sexuales a menores y donde regularmente se cometen en el seno del hogar. “De alguna manera el familiar se da cuenta, tiene avisos o sospechas de que el niño está siendo agredido y no lo evita”, asegura la subprocuradora Andrade. Pero refiere casos donde no es exactamente la marginación el detonante –pone el ejemplo de la pareja de maestros– donde ella contaba con una especialidad en Educación Especial y él era maestro de Educación Física en secundaria con “otra familia establecida”. Expone otro caso –aún en investigación–, de una niña de un año y nueve meses que fue encontrada golpeada en el 95 por ciento de su cuerpo y al revisarla médicamente se detectó la posibilidad de que hubiera sido abusada sexualmente. Fue la abuela la que denunció ante  las autoridades, ya que ella la cuida pero se la “prestó” una semana a la madre quien estaba con su pareja sentimental, regresándola completamente golpeada, con quemaduras de cigarro en el cuerpo. “Creo que ha habido una pérdida de valores, el consumo de drogas ha fomentado esta situación, creo que tenemos que trabajar más en el tema de la familia”. Sostiene la funcionaria, quien considera difícil la prevención ya que ninguna autoridad puede prevenir este tipo de delitos que son cometidos en el seno del hogar y por quienes tienen el deber del cuidado del pequeño. Comenta sobre la necesidad de reforzar la cultura de la denuncia y menciona el caso en el 2008 en la zona de Los Santorales donde un niño estuvo siendo crónicamente agredido por el padrastro hasta que finalmente falleció. Una de las vecinas les dijo que muchas veces lo vieron muy golpeado y escuchaban sus gritos de dolor, pero nadie denunció. Víctimas y victimarios La Dirección de Atención a Víctimas y Testigos fue creada desde el 2003 y orgánicamente es parte de la Procuraduría General de Justicia del Estado. Desde hace dos años la encabeza Cecilia Navarro, quien asegura que anualmente atienden cerca de 36 mil casos, la gran mayoría relacionados con agresiones sexuales contra mujeres, niñas y niños –en ese orden– constituidos como el sector más vulnerable de la población. La funcionaria explica que se trata de una unidad de apoyo, ya que no realizan investigaciones, sino que después de la denuncia y el trabajo técnico pericial que le sigue, les derivan los casos a esa área, donde fundamentalmente apoyan en psicología, trabajo social y jurídico. “Nuestra área de trabajo son mujeres, niñas y niños que sufren violencia física y sexual”, explica Navarro y refiere cómo las víctimas primero son atendidas en al área de trabajo social, que es la que canaliza –la que abre la ficha– remite hacia otras áreas. La funcionaria pone el caso de una mujer que fue atacada sexualmente “por toda la cuadra” –en una zona con muchas casas vacías–, por lo que tuvieron que acudir a varias dependencias para ayudarla a que cambiara de residencia. En cuanto a los cerca de 37 mil casos que atienden anualmente –la mayoría relacionada con agresiones sexuales a mujeres, niñas y niños– Navarro explica que en este último rubro de abuso sexual, del cien por ciento de menores atendidos el 75 por ciento son niñas y el resto de 25 por ciento son niños. Menciona otro dato: En el primer trimestre del 2011 se denunciaron 68 casos, en el 2012 creció a 83 y hasta abril de este año llevan 102. Aparte acepta que hay la llamada “cifra negra”, los casos no denunciados y por lo tanto, difícil de cuantificar. Dice además que a esa área no le tocan directamente los programas de prevención, pero aun así se han dado a la tarea de visitar escuelas para dar pláticas a los niños, que sepan qué hacer en caso del intento de un posible abuso. “Teníamos un programa muy fuerte con las primarias, y a raíz de eso salían muchos casos que nos enviaban las propias directoras de primaria, con esos casos nos íbamos al procedimiento jurídico”, explica Navarro en función de las actividades que realizaban antes de que se creara el área de Menores en Riesgo Delictivo, que encabeza Rosa María Solís. Sobre lo que está sucediendo en términos de agresiones sexuales a menores, la funcionaria considera que “desafortunadamente toda la vida han existido estos desvíos espantosos del ser humano”, pero a la vez opina que las redes sociales, los medios de comunicación han abierto puertas para que la gente se atreva a denunciar. “Hay muchos casos que ya no se pueden callar, precisamente porque hay tantos medios en este momento que es muy difícil guardar secretos”. Contrarrestar De acuerdo a la psicóloga Verónica Pino Camacho –parte del equipo en Atención a Víctimas– buscan abordar de manera integral la problemática. Dice apelar a la llamada Pirámide de Maslow, un enfoque que aborda las necesidades humanas en forma jerárquica piramidal. “Hay que subsanar primeramente las necesidades de primer orden antes de poder trabajar aspectos  más complejos como lo que es el aspecto psicoterapéutico”, dice la especialista egresada de la UABC. Expone que, dentro de la ruta crítica de su trabajo ante un delito, el área psicológica es de las primeras presentes desde la denuncia para efectos de poder asistir a la víctima ya que por la naturaleza de los delitos quedan en un estado de indefensión emocional. Y ahí incluyen las víctimas directas e indirectas. Aparte menciona casos donde es directamente un familiar quien participa en la comisión de estos delitos. Considera que con la creación de esa área –desde el 2003– se trata de replantear el enfoque criminológico a un enfoque victimológico. “Es voltear y ver a la víctima y darle la dimensión e importancia que verdaderamente tiene dentro de este proceso de impartición de justicia”. En cuanto a las agresiones sexuales a menores, la especialista comenta que los niños tienen una particularidad en cuanto a las etapas de desarrollo de los adultos, desde el lenguaje hasta el pensamiento. “Anteriormente si no había una coherencia en la descripción se decía que el niño se contradecía, ahora sabemos que el niño va a recordar aquellos eventos más significativos y que su lógica no como la de un adulto y conforme vamos teniendo ese equilibrio vamos pudiendo darle un orden”. Dice que con quienes enfatizan el apoyo a efecto de que puedan rendir una declaración que puede sustentar circunstancias de modo, tiempo y lugar es con niños de tres a seis años. Otra etapa –la llamada operacional– sería de los siete a los nueve años. Menciona que trabajan con el enfoque de la psicoterapia breve –no más de diez sesiones– en función de los tiempos del proceso, sobre todo ahora con el Nuevo Sistema de Justicia Penal. En cuanto a las repercusiones posteriores de un ataque sexual a un menor, la especialista expone que sin el tratamiento adecuado, han encontrado procesos de “retraumatización” hasta después de 30 años. Y añade que buscan inmediatamente trabajar directamente con los padres ya que “por lo general encontramos el antecedente de una agresión sexual sufrida en etapas anteriores de su desarrollo, que no pudieron manejarse y que inevitablemente vuelve a repetirse (sic)”, sostiene la psicóloga. Omisiones En lo que va de este año en la Procuraduría de Defensa del Menor y la Familia –parte del sistema DIF– han recibido 669 denuncias, 227 de éstas en Mexicali. Una buena parte son anónimas y mayormente se refieren a omisión de cuidados, lesiones, menores abandonados o sencillamente porque no llevan a los niños a la escuela, según refiere la subprocuradora en Mexicali, Lourdes Margarita Cruz Casanova. El trámite incluye recibir la denuncia, acudir a los domicilios y de constatarse, canalizar a un abogado, valorar psicológicamente y hacer un plan social. En caso de que la omisión no sea tan grave, los menores pueden quedarse con sus padres, pero éstos son canalizados a Escuela de Padres, desarrollo social y terapias. Cuando la omisión es más grave –y que puede incluir maltrato, golpes, lesiones– y de comprobarse que no hay otros familiares que puedan hacerse cargo, desde esa instancia solicitan a Seguridad Pública Municipal que recoja a los infantes, quienes quedan a cargo del Albergue Temporal del DIF Estatal, donde actualmente se encuentran cerca de 150 menores. En Tijuana hay otro con alrededor de 250. “Es cuando requieren que el estado los proteja”, asume Cruz Casanova, quien explica que para recuperarlos los padres tienen que aprobar una serie de requisitos, terapias, condiciones. En caso contrario y de no haber familiares que se puedan hacer cargo, los jovencitos tienen que pasar a una Casa-Hogar. Al albergue del DIF llegan jóvenes de 17 años de edad hasta recién nacidos, hay quienes fueron abandonados en el Hospital por sus madres –adictas a algún tipo de droga– apenas dieron a luz. La subprocuradora recuerda un caso, de una niña originaria del Valle de Mexicali, de siete años, autista y con retraso mental que fue trasladada del Hospital General al Albergue. La localizaron con evidentes huellas de desnutrición y de golpes –agredida por el padrastro– y ahora se encuentra en recuperación en una casa hogar de Tecate. “No hay valores y la gente es más adicta que en otros años”, resume la Subprocuradora de Defensa del Menor en Mexicali, quien coincide: El maltrato y la omisión puede ser el primer escalón para agresiones mayores.

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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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