Tan brava, con el pecho sacado, la quijada alta y los brazos ligeramente abiertos, en posición de bronca, la nueva regidora de Tijuana Adriana Ornelas se enfrentó con la asistente de David Ruvalcaba. Paola, la secre, respondió como cerillo y se tomaron elegantemente de las greñas. Jalones y graciosos alaridos –pero muy feos– retumbaron en la oficina de regidores. Caray, y eso que la suplente de Ruvalcaba, la susodicha, es la ex encargada de acción cívica del ayuntamiento. En fin, asegún el desliz entre las damas fue por una compensación económica que el regidor chapulín (hoy candidato único a diputado) le tenía a su empleada, la cual Ornelas, nada más porque sí, le quitó de inmediato; la otra teoría –desde luego menos probable e intrascendental– es que la trifulca responde más bien a asuntos pasionales. Qué mal gusto y qué historias las del Honorable cabildo.