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domingo, febrero 18, 2024
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Estudiantes de la UABC, vulnerados

Su día de clases había terminado. Cinco estudiantes de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) se trasladaban en un Nissan sedán gris, de Valle de las Palmas a Tijuana. A las 4:20 de la tarde del 11 de febrero, Filiberto Parra Acosta perdió el control del volante y el vehículo terminó su marcha al estrellarse contra una barda de concreto y metal de más de dos metros de altura. Hasta la planta tratadora de agua en El Florido llegaron las unidades de rescate. El conductor ya había fallecido. Su compañero y copiloto ese día, Sergio Arturo Martínez Solís perdió la vida al ser trasladado en ambulancia. Cristina Sepúlveda González, Miriam Lazcano Velázquez y Ana Laura Andrade Romero viajaban en la parte posterior del vehículo, debido a sus lesiones fueron intervenidas quirúrgicamente. Las causas del accidente de acuerdo al peritaje: “no limitar la velocidad y transitar sobre el carril de acotamiento”. En el asfalto, la huella de frenado de 112 metros como evidencia del exceso de velocidad. Han transcurrido dos meses desde el accidente, la UABC declaró en su momento, lamentable como fue la muerte de dos de sus estudiantes, no hay manera de responsabilizarse de sus vidas más allá de las aulas de clases. “Los estudiantes del área de la salud, por lo general, tienen mucha movilidad…no es nada nuevo…el acomodo de las clases no es algo tan sencillo, pero (los alumnos) nunca se han quejado de ese tema”, refirió José David Ledezma, vicerrector de UABC campus Tijuana. Pero un grupo de estudiantes y compañeros de los fallecidos, sostienen lo contrario. “Cuando estudias una carrera tan exigente como Medicina y te tienes que trasladar de Tijuana a Tecate para tomar clases, andas en friega y aunque no esté bien, pues aceleras”, comentó Manuela, una futura médica. De lunes a viernes transitan cuatro mil alumnos de la UABC por la autopista Tijuana-Tecate hasta llegar al entronque Valle de las Palmas, un tercio del total de personas que utilizan la carretera. De éstos mil 658 estudian en el Centro de Ciencias de la Salud (Cisalud), lo que significa que tomaron clase o lo harán en: Clínica 1 (Tercera Etapa del Río Tijuana), Clínica 20 (Bulevar Agua Caliente), Clínica 36 (Mesa de Otay), el Hospital General (Zona Río), Cruz Roja (La Mesa), clínicas adicionales en El Mirador y en Tecate a las clínicas 39 y 6, además del Hospital General. Lo anterior requiere numerosas movilizaciones para los estudiantes, largos trayectos para combinar clases en aulas y hospitales, menos de una hora para trasladarse desde Valle de las Palmas hasta Playas de Tijuana, pero horarios de hasta trece horas y tres más en transferencias de transporte público para llegar a sus hogares.   Cuesta más en Valle de las Palmas La unidad Valle de las Palmas de la UABC logró crecer con la rapidez esperada, se cumplió la intención de desfogar la demanda del campus Otay. Tan solo en agosto de 2012, se matricularon 953 nuevos estudiantes y la primera generación de Cisalud, que ingresó en 2009, se graduará en junio próximo. Cada año, se destinan más de 72 millones de pesos para la operación del campus, este presupuesto sirve, por ejemplo, para el mantenimiento del hospital virtual con clínicas de odontología, laboratorio de radiología, laboratorios, anfiteatro, sala de pediatría, salas de urgencias y quirófano. Aun así, por debajo del puente que conecta las dos áreas de Valle de las Palmas, las aguas negras corren por un canal lejos del campus y entre montañas. Los estudiantes se acostumbraron a su presencia y olor, caminan sin cuidado hasta la cafetería, localizada a unos metros. Sin embargo, el reto para los estudiantes es el costo de su futura profesión. Un alumno a punto de iniciarse en Enfermería, Odontología o Medicina en Mexicali deberá desembolsar un aproximado de 3 mil pesos por semestre. En Tijuana, los precios se mantienen casi iguales, pero quien destinará su vida universitaria en Valle de las Palmas, deberá aumentar 500 pesos a esa cifra, al final de su carrera, son 4 mil 500 pesos más de lo que sus compañeros cimarrones en Mexicali y Tijuana pagarán. La cantidad puede parecer no mucha, pero para un joven estudiante que depende de un salario mínimo, significa un día a la semana sin comer e incluso la deserción escolar.  Según cifras de la UABC, el 20 por ciento de sus alumnos abandonan sus estudios, la principal causa es la falta de recursos económicos. En un principio, se le explicó a la primera generación de Valle de las Palmas, el incremento en el costo semestral era por cuotas de construcción y de transporte, sin embargo, el segundo no es subsidiado por la escuela, cada estudiante debe pagar sus traslados. Para llegar a Valle de las Palmas, hay dos opciones de transporte colectivo, la primera es exclusiva para el alumnado, la segunda es una ruta de transporte público. A las 7 de la mañana con 10 minutos partió el primer camión del campus Otay a Valle de las Palmas, horario ideal para alumnos que inician clases a las 8 de la mañana, pues la ruta termina exactamente a los 50 minutos. A esa hora el camión llega a su ocupación ideal, ni un asiento desocupado ni un alumno de pie, pero una estudiante de Medicina comparte, las unidades que retornan a Tijuana, lo hacen con varios alumnos de pie. Para llegar a su destino, el vehículo circula el bulevar Industrial y antes de llegar a la caseta de cobro de la autopista Tijuana-Tecate, toma el retorno para llegar al bulevar 2000, dobla a la izquierda en la carretera libre a Tecate para después de unos kilómetros, llegar a la vía que termina en Villa San Pedro y en la propia universidad. Al momento en que este medio de transporte inicia el recorrido, la universitaria enumera sus tres principales inconformidades mientras a su alrededor, estudiantes aprovechan los minutos para desahogar el sueño. Primero, el precio de los traslados: 16 pesos de ida y otro tanto de regreso, para un alumno que va a clases de lunes a viernes, son 160 pesos semanales desde Otay, sin considerar los anteriores y posteriores traslados necesarios. También destaca la falta de cinturones de seguridad, así como la poca distancia entre un asiento y otro, y es que un cuerpo de altura promedio apenas cabe en su asiento adoptando una irregular posición diagonal.  En tercer lugar, habla de la falta de paradas continuas en el recorrido de regreso cuando los alumnos viajan cansados después de clases y no tienen oportunidad de bajarse del camión cerca de su casa, se ven obligados a tomar el transporte público una vez llegando al campus de Otay. De hecho, el semestre pasado un grupo de estudiantes intentó movilizarse para exigir paradas en otros puntos, sin embargo, no hubo resultados. El viaje se hace de regreso a la una de la tarde y tres alumnos sufren el cansancio de tener que permanecer de pie, sobre todo por la situación de la suspensión del automóvil que provoca brincos secos al momento de atravesar tramos de carretera en mal estado. Y aunque otros alumnos consultados dentro del campus Valle de las Palmas reconocen la inseguridad que esto les puede representar, señalan a esta ruta como “la más cómoda”.  La segunda opción son los camiones EcoRuta, con precio de 8 pesos por traslado para estudiante y 16 para el resto de los usuarios. La ruta concesionada a la empresa ATT sale de la MacroPlaza y viaja por el bulevar Insurgentes hasta llegar a la autopista Tijuana-Tecate. Reportera y fotógrafo abordan el camión de las nueve de la mañana, se unen a la fila de estudiantes con reglas “T”, cuadernos de dibujo y cajas de instrumental de odontología. El autobús llegó a su cupo máximo, cinco personas nos mantenemos de pie durante una hora de trayecto, se nos suman media docena más con bolsas de mandado y señoras con niños de la mano, de ahí que la otra ruta sea “la cómoda”. Cámaras obsoletas cuelgan del techo del camión, aunque más limpio que el resto de las unidades en Tijuana y con internet inalámbrico, el recorrido no puede ser ameno con los constantes baches que invaden la autopista a Tecate. “Yo sí pensaba que iba a ser diferente”, comenta Mario, alumno de ingeniería y quien todos los días se traslada de El Refugio a la MacroPlaza para tomar el camión, “pero no me quejo mucho, sé que es una oportunidad para estudiar que probablemente no hubiera tenido antes”. Algunos de sus compañeros toman el camión desde el Centro de Tijuana, les toma media hora más llegar hasta la unidad universitaria. “Sí es pesado, son traslados que conocidos en Otay no se tienen que aventar, pero yo creo que nos acostumbramos”, termina con una forzada sonrisa.   La presión y el desentendimiento escolar Filiberto es recordado por sus compañeros como un joven entusiasta y bromista, cuando no estaba en clases, ocupaba su tiempo como rescatista. “Tenía una vida muy apresurada, todos apreciamos aunque sea media hora para poder dormir, comer o estudiar, yo creo que por eso iba tan rápido ese día”, comenta una de sus compañeras. No es la primera vez que el exceso de velocidad provoca un accidente. En 2012, un Jeep se volcó en la carretera de enlace a Valle de las Palmas, entonces, la UABC contrató más elementos de seguridad privada para hacer respetar los señalamientos viales y límites de velocidad. Comenta Manuela, estudiante de Medicina, “la carretera se vuelve peligrosa porque muchos estudiantes, debido a lo lejano de las instalaciones, se pasan los altos y manejan con exceso de velocidad, no los justifico, pero es común”. Tras el incidente que cobró la vida de los dos universitarios, el gobierno del Estado impartió un taller sobre la prevención de accidentes en las instalaciones escolares. El doctor Miguel Ángel Cadena Alcántar, director de Cisalud, explica “estamos retomando el tema con mayor fuerza, les recordamos de la necesidad de precaución al manejar, el uso de cinturones de seguridad, así como evitar manejar con cansancio y el uso de teléfonos celulares”. Pero la urgencia de los estudiantes no nace en ellos, sino en sus maestros. Lorenzo, un alumno de tercer semestre, comparte “les explicas que no tienes carro ni una manera fácil o rápida de trasladarte, pero te contestan que no es su problema, así son las reglas y que ya sabías al entrar a la escuela que así iban a ser las cosas”. Aunque, a raíz del accidente, algunos profesores tomaron mayor conciencia sobre la presión que representan estos traslados en los estudiantes, exámenes fueron pospuestos y clases en ubicaciones como MacroPlaza, canceladas.  Junto a 50 compañeros, Lorenzo toma clases cinco días a la semana, gracias a su insistencia, uno de sus profesores desistió de enviarlo a una clínica en Tecate, sin un carro para trasladarse, el recorrido era casi imposible conforme a los tiempos solicitados. Otro grupo de estudiantes se quejó de la planeación de los horarios, su clase en UABC termina a las 4:00 de la tarde, a las 5:00 deben estar en una clínica en Playas de Tijuana, “nos dan muy poco tiempo para llegar, tenemos que insistirles mucho para lograr flexibilidad”. Unos más ingresan desde las 8:00 de la mañana a clases y terminan sus prácticas en una clínica en El Refugio a las 9:00 de la noche. Los acomodos son al azar, por lo que los estudiantes no pueden escoger ubicaciones cercanas a sus hogares. Quienes están en semestres más avanzados, reparten su semana entre Valle de las Palmas y hospitales en Tijuana y Tecate. Manuela, estudiante de la primera generación, opina de sus profesores “ellos también sufren, hay quienes tampoco tienen carro”. El director de Cisalud concuerda “el esfuerzo es compartido por estudiantes, maestros y administrativos y más con las condiciones desfavorables de la carretera”. La carretera Tijuana-Tecate es una constante queja entre estudiantes, académicos y residentes de Valle de las Palmas. Diariamente, se enteran de percances menores como llantas dañadas por los baches y las condiciones empeoran con la lluvia. De acuerdo a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), el gobierno federal ha invertido 338 millones de pesos en este tramo durante los últimos cuatro años. De éstos, se invirtieron 130.2 millones de pesos para la construcción del entronque San Pedro-Valle de las Palmas. Año tras año, reparación tras reparación, la carretera no ve reflejada la inversión de millones de pesos, las condiciones hostiles del camino hacen peligroso el recorrido realizado por estudiantes y residentes. Manuela insiste “si tuviéramos una carretera en mejores condiciones, nos sentiríamos más seguros de trasladarnos hasta Tecate y regresar a nuestras casas, en carro o camión, aunque no es culpa de la UABC, sí podrían insistirle la gobierno para que la mejoraran”.   La ciudad que no lo fue La bienvenida al fraccionamiento Valle San Pedro es ofrecida por oficinas recién terminadas, cada una anuncia la presencia de bomberos, seguridad, clínica y servicios médicos, la promesa queda en eso. Un grupo de niños juega en un parque recién inaugurado, el verde del pasto resalta más al lado de casas en obra negra, con las vigas aún descubiertas, caminos sin terminar y montones de tierra estacionados durante semanas. El desarrollo habitacional que tenía contemplada una primera etapa con 50 mil viviendas para para familias con ingresos menores a tres salarios mínimos, quedó corto a las expectativas de los compradores. A la par de la obra, otros servicios siguen detenidos. Para llegar al mercado más cercano se necesita cruzar hasta la autopista y transitarla por varios minutos, lo mismo ocurre con bancos, pago de servicios y hasta clínicas. Necesidades básicas como conseguir tanques de gas, se convierten en un martirio para los habitantes. Muchos dependen del transporte público, el que tarda una hora en regresar y otras casi dos horas para llegar al Centro de Tijuana, los residentes se sienten en el olvido. Han denunciado constantes robos, también han sido detectados grupos de jóvenes en situación de riesgo por el abuso de drogas. El regidor Enrique Parra Romero explica “de manera improvisada, Urbi colocó casetas de policía y de bomberos a la entrada, pero no reúnen lo que ahí se necesita”. De acuerdo al edil, el XX Ayuntamiento está en espera de la donación de un terreno, por parte de la empresa inmobiliaria, para habilitar una comandancia, pero “con la situación económica que ha afectado el área y su desarrollo, se detuvo esa parte”. El también presidente de la comisión de seguridad se justifica “el Ayuntamiento iba a proporcionar un determinado número de elementos, pero con esta crisis inmobiliaria, el proyecto se detuvo…se supone que hay una unidad para la vigilancia”. La suposición del regidor es falsa, no hay patrulla el día del recorrido ni en la  memoria de los residentes o de los estudiantes, quienes hablan de la falta de vigilancia en la zona y de la urgente necesidad de servicios de emergencia. Es a partir del nodo San Pedro –la conexión entre la carretera Tecate-Tijuana y el bulevar San Pedro– donde los automovilistas aceleran la velocidad en sus amplios carriles, el bulevar se mantiene transitado solamente por estudiantes y habitantes. La inversión de la obra fue superior a los 20 millones de pesos y ha sido escenario de más de un accidente vehicular. “Te enteras de accidentes a diario, pero nunca había sabido de un accidente tan trágico”, opina Lorenzo respecto al ocurrido en febrero. Una de sus compañeras, Isis, agrega “como no hay ambulancias cercanas a la escuela, el servicio de urgencias se tardó en llegar a un choque el año pasado, nos preocupa que vuelva a pasar”. El 2013 sería el año en que Urbi tendría listos los servicios de seguridad y atención médica requeridos, pero el desfasamiento entre los ritmos de crecimiento del fraccionamiento Valle San Pedro y del campus Valle de las Palmas tienen en jaque la seguridad de estudiantes y habitantes. La UABC opina que ésos son problemas del gobierno y de la inmobiliaria, no considera como una debilidad el lento desarrollo del complemento de lo que sería la ciudad satelital. Ante falta de servicios de seguridad, el vicerrector opina “tenemos seguridad privada”, si se habla de la falta de una unidad de atención médica de emergencia, “contamos con nuestra enfermería y médicos para atender a nuestros alumnos”. Pero estudiantes y habitantes de Valle de las Palmas coinciden, saben que para mejorar la situación tantas veces criticada, por la falta de atención de las autoridades, no hay otra opción que esperar. 


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Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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