Un agricultor norteño y un capitalino charlan: – ¿De qué tamaño es tu rancho? –pregunta el defeño. – Para el estándar mexicano, mi rancho es de un tamaño razonable. Treinta hectáreas; ¿y la suya, compita? El chilango contesta: – Mira, mi cuate, yo salgo en la mañana en mi jeep nacional, hecho en el Estado de México, y al mediodía todavía no he recorrido la mitad de mi finca, porque, pues, nosotros no les decimos rancho. El norteño responde: – No pues, compadre, le creo, yo también tuve un carro Made in Edomex y tardaba horas en darle la vuelta a la cuadra.