Leer a Juan José Millás es un certero escaparate por la poesía que narra la vida cotidiana, de la que precisamente habla en entrevista con ZETA, al compartir sus “Articuentos Completos” (Seix Barral, 2011). El éxito tanto literario como comercial de las columnas periodísticas ha sido tan categórico, que la reedición de la obra es prioritaria para el sello, con el título “Articuentos Escogidos” (Seix Barral-Booket, 2012)”. En “Articuentos Escogidos”, Millás invita a un recorrido siempre poético por la vida diaria contada desde el asombro y los recursos literarios, hasta lograr lo que él llama “crónicas del surrealismo cotidiano dosificadas en perlas”. “Hemos escogido aquí los que son más eficaces, casi todos referidos a la vida cotidiana, pero observada la vida cotidiana a raíz de un misterio”, confiesa el poeta. “Aquí está una selección desde que yo empecé a escribir en los periódicos; lo que pasa es que no están seleccionados cronológicamente, sino por tema, y están todos. Es una selección porque en España publiqué un volumen mucho más grande, mucho más grueso, ‘Articuentos Completos’, y aquí (‘Articuentos Escogidos’) decidimos hacer una selección de lo mejor de lo mejor”, revela. Por si fuera poco, el novelista español (Valencia, 31 de enero de 1946) entregó también “Vidas al Límite” (Seix Barral, 2012), título que reúne sus mejores reportajes desde el premiado “Ciego por un Día” de 1998, hasta el más reciente, “Viaje a Japón”; obviamente se está ante una narrativa literaria desde la visión poética de Millás. De la novela al periodismo El periodismo español tuvo la fortuna de haber sido enriquecido por la novelística de Juan José Millás (www.juanjose-millas.com) en las últimas cuatro décadas. Hay que recordar que Millás es autor de las novelas “Cerbero son las Sombras” (Alfaguara, 1975), con la que obtuvo el Premio Sésamo en ese año; “Visión del Ahogado” (Alfaguara, 1977); “El Jardín Vacío” (Alfaguara, 1981); “Papel Mojado” y “Letra Muerta” (Alfaguara, 1983); “El Desorden de tu Nombre” (Alfaguara, 1986); y “La Soledad Era Esto” (Destino, 1990), Premio Nadal de ese año. Su novelística se completa con “Volver a Casa” (Alfaguara, 1990); “Tonto, Muerto, Bastardo e Invisible (Alfaguara, 1995); “El Orden Alfabético” (Alfaguara, 1998); “No Mires debajo de la Cama” (Alfaguara, 1999); “Dos Mujeres en Praga” (Espasa, 2002), ganadora del Premio Primavera de Novela 2002; “Laura y Julio” (Seix Barral, 2006) y “El Mundo”, por la que mereció el Premio Nacional de Narrativa, Premio Planeta 2007 y el Qué Leer de los Lectores; además de su reciente obra de largo aliento, “Lo que Sé de los Hombrecillos” (Seix Barral, 2010). Ahora que el novelista da a conocer “Articuentos Escogidos”, aclara: “Yo llegué al periódico tarde. Cuando yo llegué a los periódicos ya había publicado cuatro novelas, me parece, pero el periodismo me gustaba mucho, y me gustaba tanto que yo creo que llegué tarde porque me gustaba demasiado, y aquello que nos gusta demasiado nos da miedo también, ¿no? Entonces el periodismo me daba miedo porque me gustaba”. Cuenta Millás cómo fue que en el periodismo español encontró una veta literaria poco explotada: “Cuando llegué a hacer columnas, porque antes de hacer reportajes empecé a hacer columnas, me di cuenta de que en el periódico había un exceso de política, casi todo era política y, sin embargo, no había nada de vida cotidiana; y todos los columnistas hablaban de política. Claro; yo pensé: ‘Y por qué no hago más de cosas domésticas, de cosas familiares, de cosas cotidianas’; pero claro, desde un punto de vista especial”. Desde los años ochenta, el narrador y poeta encuentra en el periodismo un laboratorio literario para fortuna de los lectores de periódicos: “Empecé a hacer este ejercicio de experimentación que es muy curioso, porque un periódico es un medio de comunicación de masas, su vocación es llegar a mayor número de gente posible, por lo tanto la experimentación en el periodismo está prohibida; sin embargo, yo experimenté mucho, en el periodismo he hecho mucha experimentación, nadie me ha dicho nada, las cosas que he hecho han ido funcionando; entonces estos textos (‘Articuentos Escogidos’) son el resultado de negarme a escribir sobre lo que escribía todo mundo, y además escribir sobre lo que quería escribir desde una óptica diferente a la que escribiría cualquiera”. Entre los articuentos y el reportaje En las columnas compiladas en “Articuentos Escogidos”, Juan José Millás aborda los temas menos esperados por el común de los lectores, desde los etiquetados como “Vesícula”, “El Cordón”, “Gripe”, “Pájaros”, “Muela”, “Las Manos”, “Los Dedos” hasta “La Mosca”; “El Orgasmo Espontáneo”, “El Clavo” y las heces, contenida en “La Caca”: “Es un tema como cualquier otro -dice a propósito de la mierda-, tenemos que preguntarnos por qué no abordamos muchos temas que no abordamos, por qué vivimos en un mundo donde parece que no se ha muerto nadie, por qué la muerte se niega, por qué a los muertos ya no se les vela en casa; con toda sinceridad, ¿por qué no abordamos muchos temas que están absolutamente en nuestra vida y que, sin embargo, ocultamos como si no existieran?”. Eso sí, los recursos literarios pululan en los articuentos de Juan José Millás, como la ironía, no para esquivar la realidad, sino al contrario: “La ironía es un recurso retórico para acercarse a la realidad, y cuanto más difícil es la realidad a la que hay que acercarse, mayores dosis de ironía conviene poner, porque hay realidades tan duras que si te acercas duramente no hay manera, eso expulsa a un lector y te expulsa a ti mismo. La ironía yo la asocio mucho también al pensamiento paradójico, en fin, a la contradicción, creo que es muy eficaz literariamente”. Los diálogos cortos y contundentes forman parte de la riqueza narrativa de Millás, como los contenidos en “Una Erección de Origen Dudoso”, “Todo Tiene un Final”, “He Vuelto a Cojear”, “No le Di el Gusto” y “Me Acuesto Pronto”: “Los mejores diálogos en las novelas y en el cine son aquellos que nos parecen reales; nos parecen reales pero es mentira, los diálogos del cine y en las novelas parecen reales, pero no son reales, tienen que parecer reales. Recuerdo, a este propósito, una entrevista con Juan Rulfo en la que el entrevistador le decía: ‘Oiga, usted da la impresión de que en algunos de sus cuentos ha ido por México subiéndose a los autobuses con un maletín en la mano, grabando las conversaciones de la gente, porque sus diálogos parecen sacados de la vida real’. Y Rulfo decía: ‘Ahora bien, mi obligación es dar la impresión de que la gente hable, porque la gente es un desastre’”. A propósito también de la edición de “Vidas al Límite”, donde se incluyen los mejores reportajes de Millás, el autor discurre en torno a la diferencia y similitud entre el reportaje y el cuento: “Cuando yo hago un reportaje, cuento lo que he visto y lo que he oído, pero no se me ocurre ni pasa por mi cabeza siquiera decir algo que sea mentira porque me venga bien, o porque le venga bien al reportaje; eso está prohibido, en eso no hay ni que pensar. “Ahora bien, el reportaje se parece mucho a un cuento de ficción en el sentido de que tú cuando vas a hacer un reportaje, tomas muchos apuntes pero no puedes contar todo lo que has hecho ni todo lo que has oído, tienes que hacer una selección brutal, a lo mejor el 10 por ciento de lo que has visto, es decir, tienes que seleccionar los materiales, lo cual ya es una manipulación; no manipulación en normal sentido, pero es una manipulación. “Luego tienes que articular para ponerlos al servicio de los sentidos; lo que estás creando en definitiva es un relato, y relato viene de ‘relación’, es decir, estás haciendo una relación entre los materiales. Entonces, diríamos, la única diferencia entre un reportaje y un cuento es justamente ésa, que no te puedes inventar nada; en todo lo demás, el modo de trabajar es el mismo”. Recientemente, en las columnas de Millás en el diario español El País pululan la política y el terrorismo como una realidad insoslayable: “Tienes que estar más atento a la realidad, es decir, cuando la realidad se pone muy agresiva, inevitablemente no puedes fugarte; a mí el tipo de artículos periodísticos que me gusta escribir es éste, que se llaman articuentos; pero claro, cuando la realidad se pone muy agresiva, no tengo más remedio que hablar de ella. Muchos de mis artículos ahora tienen un contenido político que habitualmente no tenían”. Para el autor, “escribir es una necesidad personal, como el que se rasca donde le pica; a mí me pica a cada rato y tengo que estar escribiendo a cada rato”. Entre la literatura y el periodismo Juan José Millás también es autor de los libros de relatos “Primavera de Luto” (1989), “Ella Imagina” (1994), “Articuentos” (2001), “Cuentos de Adúlteros Desorientados” (2003) y “Los Objetos Nos Llaman” (2009). Su obra de corte periodístico está antologada en “Algo que te Concierne” (1995), “Cuerpo y Prótesis” (2001), “Hay Algo que No es Como me Dicen” (2004) y “Vidas al Límite” (2012). “Siempre he alternado relato, novela, periodismo; lo que a mí siempre me ha gustado precisamente es pasear, incurrir por todos esos ámbitos, donde yo me encuentro bien es en la variedad”, expresa a propósito el también ganador de reconocimientos como el Premio Mariano de Cavia (1999), el Miguel Delibes de Periodismo (2002), el Francisco Cerecedo (2005), Don Quijote (2009) y Premio de Periodismo Cultural “Manuel Vázquez Montalbán” (2011). Confiesa que no es hombre de un solo proyecto literario: “Si me levantara de la cama y lo único que tuviera por delante es escribir una novela, no me levantaría; yo me levanto, me la paso haciendo cosas distintas, pero haciendo lo mismo que es escribir. Yo voy con comodidad del cuento a la novela; del periodismo a la literatura, y eso es lo me gusta, la variedad: cambiar de actividad, haciendo lo mismo”. — ¿Qué posibilidades le ha brindado el periodismo, aun cuando ya era novelista? “El periodismo me ha dado la posibilidad de experimentar mucho. Esto es curioso porque siendo el periódico un artefacto de medio de comunicación, parecería que es un medio poco propicio para el experimento; yo, sin embargo, he experimentado mucho, he experimentado cuando hacía mis artículos, cuando hacía mis crónicas, y he aprendido muchas cosas que he llevado a la novela”. — ¿Qué es lo que más ha experimentado Juan José Millás en el periodismo? “Bueno, por citar una, muy importante; la economía narrativa. En un acto tienes que contar mucho en 38 líneas (una cuartilla aproximadamente), y si en una columna de 38 líneas sobra una línea, esa línea estorba mucho. Es decir, que lo que se puede contar en cinco líneas, no suelo contar en diez”. — ¿Por qué bautizó sus columnas como “Articuentos”? “Bueno, estos son textos publicados en periódicos, de carácter intemporal; yo los llamo articuentos porque es una mezcla de artículo y cuento, cada uno de estos textos es un híbrido entre esos dos géneros. Hay textos que empiezan como artículos y terminan como cuentos; y cuentos que empiezan como cuentos, y juego a ese desconcierto con el lector y conmigo mismo. Entonces ese híbrido entre literatura y periodismo, entre artículo y cuento, es muy eficaz; son artefactos muy pequeños, son como un disparo cada uno de ellos”. — ¿Cuál fue el criterio en la selección de los “Articuentos Escogidos”? “Primero, que no hubiera ninguno donde se aludiera a autoridad que ya hubiera quedado vieja, ese fue el criterio fundamental; y después ya una cosa de gustos, es decir, yo no dejé pasar ningún solo artículo al que le pudiera poner un ‘pero’. Firmaría hoy cada uno de esos artículos”. — Usted ha escrito novela, periodismo, teatro y relatos, no obstante, abunda la poesía en su obra. De hecho es autor del poemario “De Corpore Insepulto” (Madrid, 1988), ¿qué lee de poesía actualmente? “A mí ahora me está interesando mucho la poesía, yo he sido siempre un gran lector de poesía, pero durante una temporada la había abandonado, y he descubierto en estas cuestiones de orden fragmentario a una poeta norteamericana que se llama Louise Glück, que me está interesando muchísimo, ahora es una lectura de cabecera que estoy releyendo continuamente”. — ¿Por qué le ha interesado la literatura estadounidense? “A mí la literatura estadounidense me interesó muchísimo porque es una literatura muy joven, que además nace con el periodismo; es decir, en Estados Unidos, literatura y periodismo no conocen fronteras, prácticamente. “En Estados Unidos surge esto que se llama el nuevo periodismo, que precisamente es un híbrido que es el resultado de McNamara, el fenómeno me interesó muchísimo, de manera que es una de las áreas de la literatura norteamericana, y la literatura norteamericana en su vertiente periodística que me ha interesado y me ha influido mucho”. — ¿Qué posibilidades de creación literaria ve en España, a propósito de su crisis laboral, económica y hasta política? “Dicen que las crisis aumentan la creatividad; esto históricamente ha sido así, en periodos de crisis mucho más grandes que los que está viviendo España, de repente han surgido joyas artísticas, pero no sabemos, es demasiado reciente, pero es posible; la prosperidad a veces funciona como una dormidera; y bueno, es posible que la crisis dé lugar a eso, a la creatividad, pero no lo sabemos de momento. “Estamos en una sociedad muy deprimida, porque los mensajes que se dan todos los días, son todos malos, no hay un solo día que nos llegue un mensaje bueno; de momento, esta movilización creativa no se ve todavía, lo que se percibe en este momento es mucha depresión”. Por lo pronto, para fortuna del periodismo éste ha sido enriquecido por la obra de Juan José Millás: “También mi periodismo se ha enriquecido mucho de mi literatura”.