La narrativa argentina contemporánea goza de una época importantísima. O por lo menos desde la perspectiva de los premios, eso es lo que refleja. Basta decir que de las 15 ediciones del Premio Alfaguara, entre 1998 y 2012, cuatro argentinos han obtenido el máximo galardón en el nuevo siglo: Tomás Eloy Martínez con “El Vuelo de la Reina” (2002); Graciela Montes y Ema Wolf con “El Turno del Escriba” (2005); Andrés Neuman con “El Viajero del Siglo” (2009) y Leopoldo Brizuela mereció en 2012 los primeros honores de ese certamen literario con “Una Misma Noche”. De hecho, otros pamperos han merecido diversos reconocimientos literarios recientemente; por ejemplo, en 2009, Sergio Olguín fue laureado con el Premio Tusquets de Novela por “Oscura Monótona Sangre”. Luego, Claudia Piñeiro obtendría el Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2010 por su novela “Las Grietas de Jara”, publicada por Alfaguara en 2009. De hecho, el Premio Tusquets Editores de Novela 2012 también se lo llevó a casa una argentina: Betina González, con “Las Poseídas”. En el caso del Premio Alfaguara de Novela 2012, el jurado, presidido por Rosa Montero y compuesto por Montxo Armendáriz, Lluís Morral, Jürgen Dormagen, Antonio Orejudo y Pilar Reyes (con voz y sin voto), declaró ganadora por mayoría a “Una Misma Noche”, presentada bajo el título “La Repetición” y con el seudónimo Pickwick, misma que correspondió al argentino Leopoldo Brizuela. Los jueces literarios asentaron en el acta sobre la laureada novela: “El jurado quiere destacar el estilo admirablemente contenido del autor, quien con economía expresiva, consigue crear un texto perturbador e hipnótico. “Tomando como punto de partida la historia reciente argentina, esta novela indaga sobre la esencia del mal y nuestra corresponsabilidad en la violencia y la injusticia. “Un incidente en apariencia baladí, el atraco a un vecino, nos sumerge en una historia asfixiante y amenazadora, y nos enfrenta a los fantasmas familiares y a la oscuridad del ser humano, en la que se es a un mismo tiempo, verdugo y víctima”, concluyeron los jueces del certamen literario. Alfaguara presenta la novela “como el cuaderno de notas de un detective que, pista tras pista, se indaga a sí mismo y se expone al crimen organizado”. Y agregan los editores: “‘Una Misma Noche’ es una novela de suspenso que explora el rol de los ciudadanos enfrentados a las formas más brutales y secretas del poder”. De acuerdo con Alfaguara, en la edición de 2012 del suceso literario fueron recibidos 785 manuscritos y, de hecho, fue “la convocatoria con más participación en la historia del Premio”. Alfaguara desglosó los 785 envíos por país de procedencia, en el siguiente orden descendente: 307 de España, 143 en Argentina, 108 de México, 47 en Colombia, 31 desde Estados Unidos, 25 tanto de Chile como de Ecuador, 23 provenientes de Perú y 16 desde Costa Rica, Panamá y Nicaragua. Completaron la lista de envíos: Uruguay con 14 originales, Guatemala y Honduras, 12; 9 desde El Salvador, 8 de Venezuela y Bolivia, 5 en la República Dominicana y 4 de Paraguay. Del miedo y otras violencias Leopoldo Brizuela nació en La Plata, Argentina. Estudió Letras en la Universidad de La Plata. Narrador y traductor, ha publicado varios libros, entre ellos su primera novela “Tejiendo Agua” (Premio Fortabat 1985), el libro de poemas “Fado” (1995), las obras de largo aliento “Inglaterra. Una Fábula” (Premio Clarín de Novela 1999 y Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires; Alfaguara, 1999) y “Lisboa. Un Melodrama” (finalista del Premio Rómulo Gallegos 2011; Alfaguara, 2010).</p> También es de su autoría el libro de relatos “Los que Llegamos Más Lejos” (Premio Konex; Alfaguara, 2002). Fue escritor residente de Banff Center Fort the Arts, Canadá; del International Writing Program, de la Universidad de Iowa; y recibió un subsidio de Fundación Gulbenkian de Lisboa para el estudio de la cultura portuguesa. Además, es colaborador habitual de suplementos literarios y coordina diversos talleres de escritura creativa. Luego de obtener el Premio Alfaguara de Novela 2012, a Leopoldo Brizuela le ha tocado presentar su novela “Una Misma Noche” por todo el Continente Americano. En su obra explora el miedo entre vecinos comunes en tiempos dictatoriales y después de ese régimen. “Una Misma Noche” es, a la par, un laboratorio literario consolidado tanto como intenso: Abundan frases de una palabra, sentencias poéticas, diálogos, reflexiones de vecinos pero también literarias, cambio repentino de ritmo y tono, exploración tanto del miedo como del asombro, párrafos lúcidos y otros violentos. La prosa poética va y viene entre una y otra época, con subestructuras dentro de cada parte de la obra, transita por los sentimientos de los encerrados vecinos y la forma de interactuar entre éstos en tiempos de terror provocado por el crimen organizado. A propósito de su Premio Alfaguara de Novela 2012, el escritor pampero concedió una entrevista a ZETA. Desenfadado y cubierto con una barba de más de tres días, para empezar la charla Brizuela explica sin empacho alguno a este Semanario por qué ha sido importante haber recibido el reconocimiento: “Porque solucionó mi constante inestabilidad económica. Porque hizo que mi libro dialogara con lectores de Latinoamérica, algo que me ha enriquecido muchísimo en estos últimos meses. Porque a todo ello, y a tantas experiencias que no puedo describir aquí, debo la gran inspiración, las ganas con que escribo por estos días”. — ¿Qué te propusiste al contar “Una Misma Noche”, con contexto de 1976 y 2010, a diferencia de otros escritores argentinos que han ubicado de una u otra forma su obra en tiempos de la dictadura de la década de los setenta? “A decir verdad, no me propuse escribir algo diferente del resto. Sería quizás chocante decir que no los tuve en cuenta. Pero es verdad que cuando escribo, trato de pensar solamente en la obra, para que se construya con la menor cantidad de interferencias posibles. “Lo que me marcan todos es que la novela toca el muy poco frecuentado tema de la vivencia de ciudadanos que no fueron ni militantes, ni represores ni familiares de éstos. Y que, sin embargo, quedaron marcados para siempre por las modalidades de la violencia y el horror”. — En algún capítulo de tu obra, el personaje de Leonardo Bazán dice a Miki que se siente avergonzado por sus “apuntes”, “ejercicios”, “esbozos” paulatinos de una novela sobre su vecina. ¿Surgió así tu novela, tal como la de Leonardo Bazán? O en todo caso, ¿cómo nació la idea de “Una Misma Noche”? “No, la novela surgió como un rayo, totalmente armada, hasta en sus últimos matices. De modo que la escribí con total felicidad, por raro que pueda parecer. Tenía desde hace mucho la imagen de un chico que, inesperadamente, se pone a tocar el piano mientras la Policía registra su casa. “Cuando, hacia 2008, presencié un asalto a una casa del barrio, la misma que en 1976 había asaltado una banda de la dictadura, y sobre todo cuando entendí, hablando con los vecinos, que esa banda de ladrones estaba integrada por policías, el miedo me dio la fuerza para escribir la novela”. — Leonardo Bazán, personaje de tu novela, tiene algunas características tuyas: Escritor, nacido en 1963 en La Plata, Argentina, y por lo tanto han vivido la dictadura y los tiempos post dictatoriales; entre otras “coincidencias”. ¿Qué tan autobiográfica es “Una Misma Noche”? “La identidad entre autor y narrador es una trampa, para que el lector conjeture que si eso en verdad me pasó a mí, también podría haberle sucedido a él, y entonces se pregunte qué hubiera hecho él en tales circunstancias. “Aunque partió de dos anécdotas reales –yo toqué el piano en una noche de 1976, en circunstancias parecidas, y yo fui testigo de aquel asalto–, incluye también muchísimas anécdotas reales atribuidas a sus personajes inventados, la novela no es autobiográfica”. — Decía Leonardo Bazán: “Estoy a tiempo de entenderlo, si escribo”, “solo contar la historia me hará saber cómo somos”, “quizá sólo la literatura podría perdonar”. ¿Por qué o para qué escribiste “Una Misma Noche”? “Escribí para entender la imagen de un chico de doce años que cuando entra la Policía se pone a tocar el piano. Algo así pasó en realidad. Escribir una novela es ensayar una respuesta a una pregunta que no está hecha de palabras, sino de imágenes como ésta, que apenas podemos comprender, pero que parecen contener todo lo que somos aún, y sobre todo, nuestras contradicciones, nuestros aspectos más incómodos”. <p align=”left”>— Actualmente las bandas del crimen organizado operan a veces de la misma forma que en otras épocas, tal como lo planteas en tu novela. A grandes rasgos, ¿cómo son las relaciones personales o sociales entre vecinos argentinos en tiempos del crimen organizado en la actualidad, a diferencia de otras décadas? “Soy simplemente un narrador que imaginó una novela a partir de una experiencia real: haber sido testigo, durante una noche del año 2007, de un asalto a una casa cercana a la suya. Un asalto efectuado, en efecto, con la complicidad de la Policía, o por la Policía misma. “Sin embargo, no se puede decir que esa banda aislada sea comparable al aparato represivo de la dictadura; creo que se trata de represores de la dictadura que, llegada la democracia, optaron por reorganizarse en grupos delictivos”. — ¿Es el mismo miedo de la sociedad argentina en tiempos de la dictadura, al de la Argentina actual? “El miedo es muy distinto. En principio porque se puede sentir claramente; y hablar sobre él, y discutirlo, y tratar de encontrar soluciones. En 1976, como lo muestra la novela, la situación era tan grave, con el terrorismo instalado en el corazón del Estado que el miedo se experimentaba de un modo demasiado intolerable; muchas veces, como para ser consciente, y así se enquistó en lo más profundo de nosotros. “Es ese miedo residual de la dictadura, que aún está enquistado en nosotros, lo que me propuse analizar: Cómo nos inclina ‘naturalmente’ a determinados comportamientos: de insensibilidad, de autodestrucción”. — Tus dos primeros libros fueron una novela y un poemario: “Tejiendo Agua” y “Fado”, respectivamente. Aunque la poesía abunda en tu novela “Una Misma Noche”, ¿por qué optaste por consolidar tu trayectoria como novelista? “No fue, estrictamente, una opción. Nunca más tuve necesidad de escribir en verso. Lo que implicó que mi forma de trabajar el lenguaje, y muchas de las preocupaciones de mis relatos, sobre todo la preocupación por lo indecible y la quimera incesante de inventar un nuevo lenguaje; en fin, las características con que usualmente se identifica a la poesía, hayan dejado de ser las características de mi novela”. — De las 15 ediciones del Premio Alfaguara, entre 1998 y 2012, cuatro argentinos han obtenido el máximo galardón: Tomás Eloy Martínez con “El Vuelo de la Reina” (2002); Graciela Montes y Ema Wolf con “El Turno del Escriba” (2005); Andrés Neuman con “El Viajero del Siglo” (2009) y tú mismo en 2012 con “Una Misma Noche”. ¿Cómo describes la literatura contemporánea de escritores argentinos? “Como un gran laboratorio en que, quizá por primera vez en la historia, se trabaja no solo con las herramientas adquiridas gracias a un cosmopolitismo casi demasiado mentado, sino con los elementos de la vasta tradición literaria nacional, que por muchas razones, nos resulta más fácil relacionar con el resto de Latinoamérica”. — ¿Qué puedes decirnos de la literatura contemporánea de Latinoamérica? “Que transita una excelente época. La ausencia de divos como los representantes del boom no debería distraernos del momento de gran ebullición que atraviesa el continente, los miles de escritores que están reinventando, a partir de la realidad en constante y violenta metamorfosis, géneros y lenguajes”. — ¿Cómo explicas el intercambio literario entre Argentina y México? O en otras palabras, ¿llega la literatura mexicana contemporánea a Argentina? “El intercambio con la cultura mexicana -no solo con su literatura- es parte ya de la tradición argentina, sobre todo, quizás, a partir de los años 70, en que tantos argentinos fueron acogidos por México. “Me atrevería a decir que, con Brasil, es el país cuya literatura más atrae a los escritores argentinos. Ahora bien: si ese intercambio es favorecido por el mercado editorial, no me atrevería a asegurarlo. “Encontrar literatura mexicana cuesta, todavía, bastante. Y lo hacemos gracias al esfuerzo personal, y al de ciertas instituciones”. —Tal como decía el protagonista de tu novela, Leonardo Bazán, “si te hubieran llamado a declarar”, ¿con qué palabras concluirías esta entrevista? “Diría: ‘No hay secreto que sea para siempre’”.