El escritor, que ha padecido la desaparición y ejecución de seres queridos en tiempos de la dictadura militar argentina, afirma para épocas actuales: “La poesía es resistencia contra esto que está pasando (en México), solamente por el hecho de existir, porque enriquece a quien la lee”
Juan Gelman revolucionó la poesía latinoamericana. Su poemario más reciente, “El Emperrado Corazón Amora” (Tusquets, 2011) es sobre todo una creación lingüística.
“La casi total ausencia de anécdota; la superposición de imágenes y planos que van cercando el meollo para que éste, por ausencia, brote; el alterne de tonos coloquiales y cultos; la invención de palabras y verbos para crear o plasmar nuevas emociones, como el amorar (de ‘amor’) del título, y el uso de conceptos propios de los místicos españoles, son algunos de los rasgos que caracterizan su poesía”, presentan los editores de Tusquets respecto al poemario.
Gelman nace en el barrio de Villa Crespo de Buenos Aires, Argentina, el 3 de mayo de 1930, es decir, en 2013 cumplirá 83 años. A los 11 años publica su primer poema en la revista Rojo y Negro.
En 1948 abandona sus estudios de Química en busca de una voz literaria que más tarde habría de revolucionar la poesía latinoamericana. En 1954 trabaja como redactor en Nuestra Palabra y en el diario comunista La Hora.
En 1956 publica su primer poemario, “Violín y Otras Cuestiones”, y en 1964 abandona el Partido Comunista de su país “absolutamente convencido de su derechismo”.
En 1975 es amenazado por la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina, banda armada ultraderecha comandada por José Rega, ministro de Bienestar Social de Isabel Martínez Perón), por lo que abandona su país por una resolución política del Movimiento Montoneros que integraba; luego se exilia forzosamente en diversos países, entre ellos México, para regresar a Argentina hasta junio de 1988.
El 26 de agosto de 1976, la dictadura militar secuestra a sus hijos, Nora Eva, de 19 años de edad, y Marcelo Ariel, de 20, y a la mujer de éste, María Claudia Iruretagoyena, de 19, embarazada de siete meses.
Nora Eva apareció después, a diferencia de su hermano y cuñada. Su nieto nació en un campo de concentración. Su hijo fue ejecutado el 13 de octubre de 1976. El cadáver fue arrojado al canal de San Fernando, oculto en un tambor de aceite.
La ausencia de sus familiares desaparecidos y ejecutados durante la dictadura militar permea inevitablemente en la poesía de Gelman, dolorosamente sublime.
Es autor de por lo menos 26 poemarios, entre éstos “Violín y Otras Cuestiones”, “El Juego en que Andamos”, “Cólera Buey”, “Hechos”, “Relaciones”, “Com/posiciones”, “Anunciaciones”, “Carta a mi Madre”, “Salarios del Impío”, “Mundar”, “Bajo la Lluvia Ajena” y “El Emperrado Corazón Amora”.
“La poesía nombra lo no nombrado todavía”
Por estos días, Juan Gelman aceptó generosamente platicar para ZETA. La charla giró en torno a su obra poética, el lenguaje, el dolor por los desaparecidos en tiempos violentos como los que vivió Argentina y que ahora agobian a México, y hasta de un poemario en reposo luego de “El Emperrado Corazón Amora”.
— En 1998 asistió Usted a la Feria del Libro de Tijuana, ¿qué impresión o recuerdos tiene de aquella visita a esta ciudad?
“Han pasado años, pero sí, yo tenía un amigo que no sé si sigue ahí, creo que no, que me llevó a recorrer la ciudad, y de noche sobre todo me impresionó la existencia del muro que se hundía en las aguas. La sensación de la ciudad me agradó”.
— Luego de recibir diversos reconocimientos como el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe “Juan Rulfo” en el año 2000, “Ramón López Velarde” en 2003, “Pablo Neruda” y “Reina Sofía de Poesía Iberoamericana” en 2005, el “Cervantes” en 2007, ¿qué significado tuvo para Usted la Medalla de Oro de Bellas Artes en 2012?
“Tuvo un significado muy particular, precisamente porque vivir en México fue una decisión voluntaria. En México he encontrado una generosidad para conmigo, apoyo, muchos amigos, y sobre todo afecto, afecto y amistad, y esto para cualquier persona es muy importante; también, desde luego, no sentí ningún tipo de discriminación ni mucho menos”.
— Tomando en cuenta que la poesía lo ha acompañado toda la vida, desde el primer amor de niño a los 11 años, pasando por la lucha guerrillera, el horror de la dictadura, el genocidio, la ausencia de los seres queridos, ¿cómo define la poesía?
“Nadie puede definir a la poesía. Te puedo decir lo que es para mí, es decir, es necesaria, no podría vivir como vivo sin ella, porque por un lado, cuando leo, me siento enriquecido, cada poeta tiene una voz diferente, y entre todas esas voces hay una especie de gran sintonía universal de la poesía. Escribirla es una necesidad. Yo no me levanto a las siete de la mañana para escribir de siete a nueve, eso es imposible; además de que es imposible que me levante yo a las siete de la mañana, pero quiero decirle que es una parte central de mi vida, como un impulso, como estado. No hay estado más feliz que el momento de la escritura. Después, cuando uno lee lo que escribió, viene la inconformidad. En fin, viene la conciencia de todo lo que falta, hasta el poema, ¿no?”.
— “El único tema de la poesía, es la poesía”, mencionó recientemente. ¿Los temas lo eligen a Usted, o Usted elige los temas?
“No, mire, son obsesión. Y no han cambiado mucho. Yo creo que cada artista, escritor, poeta, en realidad escribe sobre pocas cosas, o es movido por pocas cosas, y ésas siguen siendo las mismas para mí. Pero no se trata del asunto de la poesía que aborda o el argumento, como quiera llamarlo. Usted sabe muy bien que con un mismo asunto se puede hacer una gran obra de arte, o se puede hacer algo que no vale la pena para nada. Entonces, por eso digo yo que el tema de la poesía es la poesía misma, y por eso mismo puedo hablar de todo”.
— ¿Por qué los temas o los intereses como poeta no cambian tanto a lo largo del tiempo, como la muerte, el amor, la vida, el dolor, la esperanza…?
“Son como marcas muy profundas. Y como decía Protino, la produce algo no material; no se trata de encierro ni nada por el estilo, se requiere feedback. La cuestión es que la expresión del mismo asunto con el tiempo va cambiando.
“A mí me gusta mucho la definición de la belleza de Sor Juana: La describe como un espiral; sujeta, alego yo, a los vientos y a la época; y en ese espiral, un mismo tema se une al punto del espiral en que se encuentre el poeta y exista de otra manera, porque la vida es inagotable, nunca vamos a terminar de saber qué es ni de explicárnosla. Entonces eso sucede, y cada nuevo punto de ese espiral, aunque se observe desde ahí, se observa en la misma obsesión entre presente, desde cada punto de ese espiral se exige otra expresión.
“Volviendo a su pregunta: Yo no me siento a escribir sabiendo qué voy a escribir, me entero cuando lo escribo; es cierto lo que le estoy diciendo, no puede haber para mí premeditación. ‘Hoy voy a escribir sobre el canario que está cantando detrás de mi ventana’, no; el canto del canario detrás de mi ventana puede despertar en mí cosas asociadas con muchas otras cosas, y moverme a escribir aunque en el poema nunca aparezca la expresión ‘el canario que está cantando detrás de mi ventana’”.
— ¿Por qué en su obra abundan también las preguntas?
“Yo creo que la poesía aborda lo invisible, lo que no se puede ver, y yo creo que las preguntas nacen de esa interrogación sobre esa realidad otra y sobre uno mismo”.
— ¿Cómo nació el verbo “amorar”, presente en el título de su poemario más reciente, “El Emperrado Corazón Amora”?
“El título del último libro remite a un poema que escribí ya hace como cuarenta años, que contiene ese verso, y me pareció que era el título adecuado para el contenido del libro. Mire, no recuerdo cómo nació, fue hace mucho; pero sí conozco la razón por la cual termina así este neologismo o cambio de género, o convertir en verbo un sustantivo, etcétera; esto nace en mí como un choque con los límites de la lengua. La lengua tiene sus límites y los pueblos la crean, ellos mismos consciente o inconscientemente abren la brecha en esos límites; y bueno, esto es algo que en la lengua castellana viene desde hace siglos, ¿no?
“En ‘El Quijote’ hay una cantidad de neologismos. Hay una parte en que el propio Quijote habla de la necesidad de crear palabras; pero en mí le digo, es el tema, porque hay tantas cosas sin nombre todavía.
“La poesía nombra lo no nombrado todavía. A mí siempre me queda el ejemplo de la lluvia: ¿Cuántos nombres tiene y no le conocemos todavía?, porque no le hemos dado todavía; no es lo mismo la lluvia que cae sobre un techo de zinc, que la que uno recibe en la calle”.
— ¿Cuál sería entonces el límite de la lengua, en este caso del castellano?
“Son los límites de cualquier lengua y tienen que ver con lo que acabo de decir; es decir, como la poesía nombra o intenta nombrar todo aquello que no se ve, todo aquello que no tiene nombre. La lengua no es precisamente una caja, digamos no siempre permite eso; aunque le diré que el castellano tiene una elasticidad, por ejemplo, mucho mayor que el francés, y que permite entonces con una facilidad esto.
“Por otro lado, los poetas del Siglo de Oro también practicaron esta creación de neologismos, es una tradición de la poesía en castellano poco cultivada; yo recuerdo ahora un soneto de Lope de Vega, se refiere a cuestiones administrativas, en fin, y termina diciendo ‘siempre mañana, pero nunca mañanamos’; y ahí crea el neologismo ‘mañanar’, que está muy bien, le da una fuerza extraordinaria, ‘siempre mañana y nunca mañanamos’. Es decir, las promesas, sí: ‘Mañana esto, mañana aquello’, pero nunca se cumplen y nunca mañanamos”.
— “La lengua es mucho más que una cosmovisión. Tiene un inconsciente, depósito de siglos”, expresó a la revista Hispamérica en 1992. ¿Qué reflexión podría compartirnos sobre la extinción poco a poco de lenguas nativas de México, obviamente de Argentina y de Latinoamérica como parte no solo del ocaso de las lenguas, sino de la pérdida de culturas de siglos y milenarias?
“Sí, mire, esto pasa en todo el mundo, en Europa están en peligro de extinción ochenta lenguas, de manera que es una pena porque se pierde la gran riqueza cultural, porque la palabra, la lengua y todo lo demás fueron creadas por el ser humano para nombrar paisajes que no son lo mismo dentro del mundo; para nombrar comidas que no son las mismas en todo el mundo, y para nombrar tantas cosas que no son las mismas en todo el mundo, y creo como Usted dice, es una pérdida de riqueza de la amplitud que da la cultura de la lengua”.
— ¿Cómo lograr el equilibrio entre la forma y el fondo, entre una construcción lingüística con el contenido, la estética con el tema de la poesía?
“Mire, yo creo que la poesía es el poema. No hay reglas para nadie, cada quien expresa según su personalidad, según su victoria, según el ámbito que lo rodea; en fin, no hay reglas”.
— En “País que Fue Será” de 2004, habla también del dolor: “Cuando el dolor se parece a un país / se parece a mi país”. Obviamente, nos vemos reflejados como continente y uno se pregunta, ¿estamos condenados al dolor en nuestros países latinoamericanos antes con sus dictaduras, y hoy con las nuevas violencias como en el México actual?
“Mire, no creo que estemos condenados al dolor; como Usted, yo mismo veo qué sucede, también creo que hay que buscar las formas de impedirlo, esto es muy difícil; y lo que creo en todo este panorama es que la poesía es resistencia contra esto que está pasando, solamente por el hecho de existir, porque enriquece a quien la lee, y abre mundos interiores que ignoraba tener y que por eso no tenía”.
— ¿Qué opina Juan Gelman sobre la realidad violenta de nuestros países, que arroja miles de muertos y de desaparecidos no solo en México, también en Colombia y Latinoamérica en general, con el tema del narcotráfico?
“Es un hecho. Eso a mí me provoca rechazo, por supuesto, por tantos dramas familiares que se producen. Acá entra el hecho del hijo de mi gran amigo y gran poeta Javier Sicilia, yo personalmente pasé por una experiencia similar durante la dictadura militar argentina. Me llega muy profundamente porque lo natural es que uno entierre a los padres, al revés, es un hecho contra natura; entonces todas estas violencias en tantos países, la desaparición de familiares, todo eso que Usted conoce, lo que desatan en el fondo, es una guerra contra el amor posible”.
— ¿Cómo describe la poesía latinoamericana actual, en comparación con otras épocas?
“Yo creo que la poesía latinoamericana sigue gozando de muy buena salud: No tenemos a Aconcagua todavía, que es la cumbre más alta de la cordillera de Los Andes, pero tenemos una cordillera excelente, que suena imprescindible para que algún día nazca otro Neruda, otro Vallejo.
“Pero quiero decirle que si comparo la poesía latinoamericana, la poesía en castellano, con la poesía de otros países, ya sean de otras lenguas, le aseguro que podemos declararnos muy contentos. En general toda esta especie de la conversión de la vida, el elemento mercantil, todas las guerras, tsunamis y todo lo demás pesan toneladas, yo creo que también impregnan una atmósfera que se resuelve de distinta manera en cada caso.
“Le aseguro que a mi juicio, salvo a algún país que otro, en Europa bajó el índice que llegó a tener la poesía en el Siglo XX, sin duda hasta en los 60s, 70s; ya no existe, ese nivel bajó mucho. En cambio en América Latina aparecen poetas jóvenes, y parece ser que siguieran el consejo de ese gran poeta japonés, que fue el artífice Haikú, ese gran maestro llamado Matsuo Bashô, le dijo a los jóvenes: ‘Ustedes no imiten a los antiguos, traten de buscar lo mismo que ellos buscaron, es decir, la poesía’”.
— ¿Qué le interesa a Juan Gelman en términos de la poesía, a diferencia de otros tiempos y otras épocas?
“No hay mucha diferencia, hay una continuidad: la lectura de los poetas, la lectura de poesía, es obra de mi infancia; y como le decía, los poetas tienen voces diferentes, cada uno me aporta su riqueza”.
— Finalmente, luego de “El Emperrado Corazón Amora”, ¿qué poemario nos está preparando?
“Acabo de terminar uno que mandé a descansar en estos días, y pasó a descanso para su posterior revisión. A mí me recuerda una anécdota de Buenos Aires: había un señor en un café para pintores, artistas, qué se yo, y todo mundo le preguntaba, ‘¿cómo se va a llamar el café?’, y él decía ‘no sé todavía’; y cuando se inauguró el café, se llamaba ‘No Sé Todavía’”.