Bahía Magdalena, Baja California Sur.- El Huracán “Paul”, que tocó tierra el 16 de octubre en el principal santuario de la ballena gris en Comondú, localizado a 60 kilómetros de Ciudad Constitución, puso en evidencia la supuesta capacidad en materia de prevención de desastres naturales que durante décadas han presumido las autoridades federales, estatales y municipales. Los integrantes del Consejo Estatal de Protección Civil de Baja California Sur tuvieron indicios de este fenómeno natural desde que “una nueva zona de inestabilidad se había detectado el 13 de octubre, cuando a mil 65 kilómetros de distancia, se extendía desde el norte de Veracruz hasta el occidente de Oaxaca”, preludio de que estaba naciendo muy posiblemente la última tormenta tropical de la temporada y que –según los primeros pronósticos del Sistema Meteorológico Nacional— “comenzó a caminar a 15 kilómetros por hora rumbo al noroeste del Pacífico mexicano”. Desde entonces, el Huracán “Paul” fue objeto de monitoreo por tres días seguidos, o al menos eso fue lo que dijo el gobernador Marcos Covarrubias Villaseñor en la primera reunión del citado consejo, cuando oficialmente la noche del 15 de octubre declaró “alerta amarilla”, porque el pronóstico meteorológico en ese momento-revelaba que el fenómeno natural impactaría en categoría uno entre tres y cinco de la mañana del 17 de octubre en la zona conocida como Bahía Magdalena, integrada por Puerto San Carlos y Puerto Adolfo López Mateos, así como las islas Margarita, Cabo San Lázaro y Santa Magdalena. De acuerdo con el pronóstico, cuando la tormenta estuviera ya internada en tierra formaría una curva y caminaría en forma circular para salir seis horas más tarde hacía el océano Pacífico, por lo que el ojo del huracán pasaría por las poblaciones de Matancitas, Santo Domingo, La Poza, San Juanico, Punta Abreojos, San Hipólito, Bahía Asunción, Punta Eugenia e Isla de Cedros, dejando fuertes lluvias, y llevando consigo rachas de viento de hasta 175 kilómetros por hora. Con esta información en mano, el Consejo Estatal de Protección Civil elaboró, instrumentó y ejecutó su plan de trabajo para disminuir el riesgo de desgracias y salvaguardar la integridad física y patrimonial de los pobladores de todas esas comunidades. Sin embargo, los efectos de “Paul”, comenzaron a sentirse desde la madrugada del 15 de octubre en las ciudades de San José del Cabo, Cabo San Lucas y La Paz, y por la tarde, el 75 por ciento de las poblaciones del estado estaban reportando lluvias de intermedias a intensas, lo que obligó a las autoridades federales, estatales y municipales a sostener la primera reunión formal del consejo, después de 14 horas de precipitaciones pluviales intermitentes. Terminado el primer encuentro, el director estatal de Protección Civil, Carlos Enrique Rincón, minimizó el hecho y calificó la lluvia como “un desprendimiento de bandas nubosas, porque el fenómeno estaba todavía muy lejos a 850 kilómetros de distancia del estado”. Ya para entonces –y según la información que comenzó a llegar a la redacción de ZETA– la caída de agua había provocado tan solo la tarde de ese día, la suspensión del tráfico vehicular en la avenida Nicolás Tamaran –mejor conocida como La Brecha en Cabo San Lucas– por la crecida del arroyo que cruza por esa zona, lo que dejó prácticamente incomunicados a las habitantes de la colonia “Chula Vista”. La responsable del Sistema Meteorológico Nacional en Baja California Sur, Sandra Robles Gil, dio a conocer ese día que “Paul” estaba cobrando mucha fuerza en el océano Pacífico y que había pasado de tormenta tropical a huracán categoría uno en la escala de Saffir-Simpson. Horas más tarde, es decir, el mismo día 15, el fenómeno meteorológico, subió de categoría de uno a dos, y cuatro horas después, de dos a tres, lo que fue descrito por el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos como un fenómeno “atípico y de un nivel fuerte de peligrosidad”. Los meteorólogos de hecho estaban un tanto sorprendidos, y hasta cierto punto se dijeron confundidos porque el poderoso huracán, comenzó a ascender rápidamente de categoría y aumentó de igual forma su velocidad de desplazamiento. De 15 kilómetros por hora pasó a 20, y después a 35, enfilándose hacia el estado de Baja California Sur, y aunque por su velocidad y la temperatura del agua se degradó a categoría dos, finalmente impactó 16 horas antes de lo previsto. El último reporte emitido la noche del 15 de octubre por el Sistema Meteorológico Nacional, y revisado en la primera reunión oficial del Consejo Estatal Protección Civil, expuso que el abanico de la perturbación tropical ya estaba golpeando al estado, lo que obligó, al día siguiente, a la suspensión de clases en todos los niveles escolares, así como del tráfico de la navegación marítima y aérea. Los integrantes del consejo entonces acordaron volverse a reunir a las 6 de la mañana del 16 de octubre para emitir todo tipo de avisos y alertas, así como coordinar los dispositivos de prevención y seguridad, porque, en base a sus pronósticos, el ojo del huracán estaría a las 11 de la mañana a 210 kilómetros de la entidad, y cerca de la 1 de la tarde, tocaría tierra en Bahía Magdalena. Sin embargo, lo que no previó el Consejo Estatal de Protección Civil –y así lo reconoció uno de sus integrantes— fue el diámetro o radio del ojo del huracán de 150 kilómetros a la redonda, por lo que prácticamente, cuando el grupo citó a sesión para iniciar los preparativos, el Huracán “Paul” ya estaba tocando tierra, lo que tomó por sorpresa no solo a las autoridades de los tres niveles, sino a toda la población civil que todavía dormía en sus viviendas. La contingencia El principal punto de impacto del Huracán “Paul” fue Comondú. La tierra del gobernador Marcos Covarrubias Villaseñor sería la primera en ser castigada por la fuerza de la naturaleza. Por esta razón, el alcalde Venustiano Pérez Sánchez convocó a una reunión de carácter urgente a los integrantes del Consejo Municipal de Protección Civil, entre los cuales, citó a los delegados municipales de Puerto San Carlos, Puerto Adolfo López Mateos y Ciudad Insurgentes. Ya en el encuentro y después de hablar de la trayectoria de la tormenta y discutir los operativos y refugios temporales, los primeros en desconcertarse –luego de salir de la reunión— fueron los propios delegados porque “ya no pidieron regresar a sus tierras”. La intensa lluvia y los fuertes vientos de hasta 175 kilómetros por hora, aunado a que durante toda la noche anterior estuvo lloviendo intermitentemente, impidieron que cuando menos el delegado interino de Puerto San Carlos, Gerardo Pantoja, se ausentara de su pueblo. En esa población nadie sabía qué hacer ni a quién recurrir. El ex delegado de la comunidad, Humberto Arias Espinoza, habló vía telefónica a este Semanario, porque “desde las 6 de la mañana está lloviendo muy fuerte y las rachas de viento están volando todo lo que agarran a su paso, y ahorita no hay absolutamente nadie que no esté dando una explicación del huracán”. El popular pescador conocido como “El Chopani” consideró que era “muy lamentable que a esas alturas la autoridad responsable no haya informado nada de la trayectoria del fenómeno y de la hora que podrían abrir los refugios y dónde estarían localizados, porque son las diez de la mañana, y nadie, dice nada”. El propio delegado con licencia de Puerto San Carlos, José Mendívil Infante, y en ausencia de la autoridad, tuvo que salir a la calle y a bordo de una camioneta particular visitó algunos sectores de la ciudad para aconsejarle a los habitantes que “se fueran a la escuela Cet del Mar, porque ahí habían planeado poner el refugio temporal para toda la gente que viviera en zona de riesgo o tuviera viviendas construidas de materiales en endebles, como madera y lámina”. Las residentes comenzaron a inconformarse en la radio –el medio de comunicación más solicitado en este tipo de contingencias— hasta que finalmente se abrió el albergue. El alcalde comundeño avisó que el sitio estaba listo “por si quieren un refugio temporal” y que si requerían trasladarse “buscaran a las brigadas que andan recorriendo las calles”. Pero en realidad los únicos que estaban por las calles eran el Ejército Mexicano y la Secretaría de Marina, quienes subían a todos aquellos que a “señas” llamaban su atención. Y es que las avenidas estaban completamente inundadas, porque el bordo de contención, había cedido a la presión del agua, la cual, al bifurcarse, empezó a entrar a las casas dejándolas inundadas. Los muebles, artículos de línea blanca y todo tipo de accesorios fueron los primeros en quedar flotando dentro de las viviendas y la gente no tuvo más remedio que abandonar sus pertenencias y refugiarse en un lugar seguro, porque las rachas de viento de hasta 175 kilómetros por hora para entonces ya estaban derribando árboles, palmeras, postes de luz, teléfono y de alumbrado público. Mientras tanto, las fallas del gobierno ante esta contingencia se reflejaron de la siguiente manera: 1.-Más de treinta familias quedaron atrapadas en la Isla Magdalena, expuestas a perder la vida porque cuando estaban durmiendo en sus viviendas, llegó el huracán y ya no pudieron salir de la zona debido a los fuertes vientos y el violento oleaje de hasta cinco metros. 2.- Los alcaldes de La Paz, Comondú, Loreto y Mulegé no avisaron a sus trabajadores que no laborarían el 16 de octubre porque, según el líder del sindicado de burócratas, Francisco Javier Osuna Frías, no estaban enterados de que ese día tocaría tierra el huracán, pues sus pronósticos indicaban que la tormenta llegaría el 17. El sindicato entonces llamó a los trabajadores a no asistir y proteger su integridad física. 3.- La Policía Federal Preventiva no bloqueó las carreteras federales de La Paz hacia el norte del estado, como una medida preventiva para evitar que quienes pretendieran trasladarse hacia esa zona no lo hicieran porque la lluvia había hecho crecer los arroyos y había riesgo de que alguien pudiera ser arrastrado por el agua. 4.- Los alcaldes Esthela Ponce Beltrán, Venustiano Pérez Sánchez, Jorge Avilés Pérez y Guillermo Santillán Meza estaban completamente desinformados, y en la mañana, cuando comenzó la contingencia, apenas trataban de coordinar la ubicación de albergues, alimentación, entrega de colchonetas y el traslado de personas que habitan en zonas de alto riesgo. 5.- La capacidad de reacción fue tardía y lenta, tan es así que en el caso del refugio temporal de Puerto San Carlos, donde estuvieron poco más de 300 personas, la comida de “ensalada de atún” que estaban ofreciendo a los albergados se terminó y no tuvieron más remedio que empezar a servir “sopa Maruchan con arroz blanco”. En la mayoría de los refugios, las colchonetas para dormir comenzaron a llegar cuando el huracán ya se alejaba de las costas sudcalifornianas. Los daños Aunque no hubo víctimas que lamentar, los principales daños ocasionados fueron en las viviendas de los pobladores que quedaron bajo el agua en La Paz, Ciudad Constitución, Ciudad Insurgentes, Puerto San Carlos, Puerto Adolfo López Mateos, Matancitas, Santo Domingo, La Poza, San Juanico, Loreto, Mulegé Pueblo, Punta Abreojos, San Hipólito, Bahía Asunción, Punta Eugenia e Isla de Cedros. Hasta el cierre de esta edición, los daños eran incuantificables, pero a simple vista y durante un recorrido en Puerto San Carlos, el 40 por ciento de las casas estaban aún inundadas, y casi 400 no tenían techo, tal como confirmó el director municipal de Protección Civil, Margarito Medina, por lo que dijo que la totalidad de muebles, artículos de línea blanca, ropa, zapatos y accesorios de los habitantes de las viviendas, quedaron inservibles. El agua subió en algunos puntos más de un metro y entró en casi todas las viviendas por el rompimiento del bordo de contención de Puerto San Carlos, sin embargo lo más grave de las inundaciones se registró en Mulegé Pueblo, donde el río Mulegé se desbordó y el agua fue a parar a más de 300 viviendas turísticas de extranjeros que alcanzó una altura de 1.80 metros en algunas zonas. Las colonias más afectadas, y en una evaluación de daños preliminar, son las siguientes: 1.- Ciudad Constitución: Infonavit Guaycura, Pioneros, 4 de Marzo, Invi y Juan Domínguez Cota. 2.- Ciudad Insurgentes: División del Norte, Guadalupe Victoria y La Laguna. 3.- Puerto San Carlos: Colonia La Nueva y Los Camaradas. 4.- Loreto: Miramar y Zaragoza. Al cierre de la edición, las autoridades estaban recabando información para presentar en los próximos días una evaluación por municipio, después de que el 17 de octubre, el gobernador Marcos Covarrubias Villaseñor, confirmó que Los Cabos, La Paz, Comondú, Loreto y Mulegé fueron declarados oficialmente “zona de emergencia” por la Secretaría de Gobernación. Las primeras evaluaciones realizadas expusieron daños graves no solamente en viviendas y más de cien vehículos particulares que fueron arrastrados por el agua, dejando pérdidas totales que también se registraron en infraestructura urbana, como postes de luz, teléfono, alumbrado público, calles, carreteras federales y hasta algunos tramos de acueductos. La declaratoria del gobierno federal es el primer paso, porque según el gobernador, ahora habrán de esperar a que califiquen al estado como “zona de desastre” para tener acceso a recursos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden). Los daños más severos en infraestructura urbana y carreteras son: 1.- La desaparición de más de 150 metros del acueducto de Loreto por el paso del arroyo de “San Telmo” que también arrastró viviendas y carros, y el cual tenía sin agua a la población de poco más de 10 mil habitantes, desde el 16 de octubre y hasta el cierre de esta edición. 2.- La caída de un puente en el kilómetro 101 del tramo carretero de Loreto a Ciudad Insurgentes a la altura de Juncalito. 3.- Dos cortes de la carretera Transpeninsular de Loreto a Ciudad Insurgentes a la altura del kilometro 87 y otro de la población de Ligui. 4.- El colapso de más de 400 kilómetros de asfalto en las principales vialidades de La Paz, Cabo San Lucas y San José del Cabo. 5.- Los daños severos en caminos rurales que dejaron prácticamente incomunicadas a todas las comunidades rurales y campos pesqueros de Comondú, Loreto y Mulegé, entre las que se encuentran Santo Domingo, La Poza, Puerto Adolfo López Mateos, La Purísima, San Isidro, San Juanico, San Miguel de Comondú, San José de Comondú, San Javier, Tembabichi, Agua Verde, San Juan Londó, San Nicolás, Ensenada Blanca, San José de Gracia, San Hipólito, Bahía Asunción y Punta Eugenia. Por esta situación el gobernador Marcos Covarrubias Villaseñor anunció la posibilidad de solicitar la contratación de un crédito que permita hacer frente a la contingencia, en tanto, llega el dinero federal. El gobernador expuso que el recurso sería canalizado a los 5 municipios ante la incapacidad financiera para hacer frente a todos los daños y problemas que dejó el huracán “Paul”. “El gobierno siempre ha ayudado a los municipios, y en esta ocasión, se buscará un esquema crediticio que permita resolver el principal problema que dejaron las lluvias, como es la reparación de las calles que están colapsadas”, dijo. El gobernador comentó que “no tenían contemplada una situación como la que se vivió en el estado, por lo que la población quiere respuestas, y entonces buscaremos el mecanismo para solicitar un crédito que permita no solo re-encarpetar las avenidas, sino todas aquellas vialidades que fueron afectadas por la corrida de agua en caminos rurales y ciudades del estado”. Durante una entrevista, Covarrubias, dijo que los municipios de Comondú, Loreto y Mulegé, principalmente, fueron los más afectados por “Paul” y requieren regresar a la normalidad lo más pronto posible. No obstante, dijo que en el caso de La Paz y Los Cabos, el principal problema son las vialidades que tienen molestos a los habitantes. El gobernador inició un día después del desastre una gira de trabajo por las poblaciones más afectadas. El 17 de octubre estuvo en Puerto San Carlos y Mulegé, y al cierre de esta edición, el 18, era esperado en Loreto, hasta donde llevó decenas de despensas de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol). Pero no ofreció soluciones a quienes perdieron todas sus pertenencias e incluso sus casas por las inundaciones. Hasta las magnas obras del gobierno de Marcos Covarrubias Villaseñor, fueron destrozadas por “Paul” como son las techumbres que habían construido e instalado en el recientemente inaugurado malecón costero de Loreto, donde el propio alcalde de esa población, Jorge Avilés Pérez, dijo que “no veía llover así, desde hace 25 años, y menos le había tocado ver la creciente del arroyo de San Telmo, el cual bufaba y por momentos amenazaba con desbordarse y llevarse todo lo que hubiera a su paso”.