Fue sábado 1 de septiembre en la Cámara de diputados en el Distrito Federal, se rompieron filas para que los legisladores se fueran a descansar luego de una larguísima jornada de trabajo de dos horas. El hoy diputado Fernando Castro Trenti se quedó entreteniéndose al último; ya casi vacío el pleno, pronto se supo qué esperaba. En la puerta principal del recinto apareció Martina Martínez, sombra, asistente y operadora de María Elvia Amaya, esposa del ex alcalde, Jorge Hank Rhon. Martina llegó con porte de diputada, levantó quijada y entró como en representación de su patrona, por cierto, ausente. Nadie se hubiera dado cuenta si la señora no se hubiera delatado sola: en la entrada, no calculó un escaloncito traicionero y Martina fue a parar en el suelo con un espectacular clavado olímpico, tremendo porrazo boca abajo que obligó a sus papeles y cosas salir disparados. Testigos corrieron a levantarla del suelo, ella, con una sonrisa se sobó la rodilla y fue a lamentarse a la primera curul que se encontró. Segundos después se dio el encuentro –ni más ni menos– con el ex senador Castro Trenti. Se saludaron, un ligero secreto y se fueron juntos. Habrá que esperar para ver qué mutuos favores se pidieron esos dos de tan contrarios grupos, en ese tropezón aparatosamente secreto.