La maldición que poseía Félix Ojeda acabó hace unos días. Así pasó: Ojeda ganó la elección interna de su partido Acción Nacional en el distrito de Ensenada. Soñaba verse como diputado federal. Poco tiempo después el PAN nacional le arrebató la posición y se la dio a una mujer –Lizbeth Mata–, quien por cierto, terminó en el fracaso electoral. Félix en ese entonces lloriqueó de coraje. Ah, pero de suerte, a Óscar Arce, presidente del Congreso, le gusta consolar panistas y jaló a la cámara de Diputados al muchacho corajudo. Quien ya cobraba como asesor de la legislatura. Desde hace días disfruta de un mejor sueldo en el Poder Legislativo (a un mes de concluir) como el resplandeciente secretario técnico de la Mesa Directiva.