Vaya, desde la DEA, pasando por el FBI, e incluidas las corporaciones mexicanas como la PGR, Ejército Mexicano o cualquier procuraduría local o incluso la extinta Secretaría de Seguridad Pública, referían –cuando era el caso- que en Baja California el cártel Arellano Félix estaba acabado. Una y otra vez lo dijeron hasta el cansancio. Por mucho tiempo en el semanario ZETA consideramos esa postura como parte de una estrategia centrada más en la retórica que en la acción, para apaciguar los ánimos públicos. Salíamos a inicios del 2010 de una guerra insana, violenta, sangrienta y aterradora para la ciudadanía, que había sido presa entre el cártel de Sinaloa y el cártel Arellano (El Félix se lo quitaron los gringos cuando detuvieron a Francisco Javier Arellano Félix, el menor de los hermanos, en 2006), y Generales, Procuradores, Secretarios y Gobernadores, querían acabar a fuerza de declaraciones con el cártel Arellano. Bueno, desde en la DEA, a la detención de Eduardo Arellano Félix “El Doctor” en 2009, declararon como ahora sí, de verdad, por última ocasión y sin lugar a dudas, el cártel Arellano había sido aniquilado. A pesar que en el mismo año ofrecieron una recompensa por información que llevara a la captura de Fernando Sánchez Arellano “El Ingeniero”. Desde entonces han pasado cinco años, toneladas de droga han sido contrabandeadas a los Estados Unidos, miles de armas y billetes verdes han cruzado la frontera de manera ilegal (aunque con la venia de alguien) de Norteamérica hacia México. Los ejecutados se han contado por miles, y la región noroeste de México no ha sido la excepción. Aun así, autoridades seguían negando una fortaleza criminal al cártel Arellano, y considerando exclusivamente la culpabilidad de pocos y con bajo perfil, integrantes de la mafia del cártel de Sinaloa, que con todo y la “descabezada” que le pusieron con la captura de Joaquín “El Chapo” Guzmán (¿Entenderán algún día que la detención no es todo, ni debe ser la única estrategia?) mantienen el poderío criminal en gran parte del territorio nacional. Y bueno, cuando ya nadie -salvo algunos medios independientes que mencionábamos la actividad criminal del sobrino de los Arellano, como reflejo de la impunidad en Baja California y en México- buscaba a “El Ingeniero”, dado que corporaciones de Estados Unidos y de México, lo daban por desmembrado con todo y su organización criminal de quinta… lo detienen. Es decir, quienes lo minimizaron públicamente, rehabilitaron, resucitaron y empoderaron a Fernando Sánchez Arellano, para presumir su detención. Un día no era nadie, y acaso alcanzaba el mote de “reminiscencia” de organización criminal, y de repente en pleno triunfo de la selección mexicana en el mundial de Brasil, el lunes 23 de junio, el gobierno federal celebra un golazo al crimen organizado con la detención de “El Ingeniero”. ¿O sea de repente se le acabó la impunidad? Importante sería que con Sánchez Arellano hicieran lo que no han hecho con Joaquín Guzmán Loera: obtener los nombres de Generales, Políticos, Funcionarios, corporaciones, Policías, Jueces, agentes y demás personas que desde una oficina oficial, ministerial, de justicia o gubernamental, le apoyaron para mantener la impunidad y gozar de libertad. Sacar a un capo de las calles, y ahí está el caso de “El Chapo” y ahora el de “El Ingeniero” para comprobarlo, no acaba con la inseguridad, ni con el negocio de la droga, ni con las ejecuciones, mucho menos con la corrupción. Si dicen por ejemplo, que al momento de la detención, “El Ingeniero” traía cien mil dólares –sea en su casa o en la cartera o en un maletín- ello solo es un pequeño porcentaje de las ilícitas ganancias que genera el narcotráfico y el crimen organizado ¿Cuánto dinero le ha sido confiscado al que fue el capo más acaudalado y más buscado del mundo? ¿Cuánto más le asegurarán a Sánchez Arellano? Es probable que al igual que a sus tíos, en algún momento de su débil proceso judicial en México, Fernando Sánchez Arellano sea extraditado a los Estados Unidos, donde sí le confiscarán los billetes, le sacarán información y le negociarán una pena abultada pero no fatal. Es otro buen momento –sí, siendo optimista- para la procuraduría, algunos cuantos jueces y el gobierno federal- de llevarle a “El Ingeniero” un proceso correcto para que pague en esta tierra y en una cárcel mexicana, las drogas, la sangre y el terror que durante más de diez años dejó sentir en Baja California y otros estados. De lo contrario, como siempre, imperará la impunidad, y solo las víctimas, los detenidos que lo asentaron en una averiguación previa, y los periodistas que hemos dado cuenta de la comisión delitos, la impunidad y la corrupción, sabremos el daño que este narcotraficante ha hecho. La policía alcanzó a Fernando Sánchez Arellano, o los Militares, o los Federales; falta que la justicia lo alcance… a él, y a quienes por más de 12 años, le dieron impunidad para matar y vender droga.