El Centro Cultural Tijuana exhibe “Viacrucis, la pasión de Cristo” de Fernando Botero. “Ser un fenómeno cultural cada vez más es algo a considerar como una puerta especialísima que pocos seres humanos pueden tocar”, refirió a ZETA Nydia Gutiérrez, curadora jefe del Museo de Antioquia
Las voluminosas obras de Fernando Botero llegan por primera vez a Tijuana para beneplácito del público de la región binacional. Se trata de la exposición “Viacrucis, la pasión de Cristo”, que después de recorrer escenarios de Estados Unidos, Colombia, Panamá, Italia y Portugal, se inaugura hoy viernes 24 de marzo a las 7:00 pm en la Sala 1 de la Galería Internacional El Cubo del Centro Cultural Tijuana (CECUT).
“En todas partes ha causado sensación, especialmente en Palermo, Italia, hubo que prolongarla un tiempo más porque las filas daban la vuelta a la manzana, la gente queriendo entrar. Botero es un pintor reconocido prácticamente en todo el planeta, más que un pintor, es un fenómeno cultural”, refirió a ZETA Nydia Gutiérrez Moros, curadora jefe del Museo de Antioquia.
Previo a la gran apertura de “Viacrucis, la pasión de Cristo”, la arquitecta y museóloga expresó a este Semanario las razones de la “boteromanía”:
“Botero es uno de los grandes pintores del Siglo XX, uno de sus logros es haber conseguido un lenguaje propio, un lenguaje tan singular que es identificable fácilmente; hoy, que todo está inventado, y que todo es inventable, tener esa singularidad es quizá una de las razones que le permite comunicarse más allá de cualquier otro idioma en cualquier parte del mundo; pero ya hablando de su propio lenguaje, sin duda esta singularidad del trabajo con el volumen y la paleta, del modo del uso del color, dan una sensación general como de liviandad, como de amabilidad”.
En Tijuana
Fue en 2012 cuando Fernando Botero celebró 80 años (Medellín, 19 de abril de 1932). En aquella ocasión, el Palacio de Bellas Artes exhibió “Fernando Botero: una celebración”. Ahora la obra del célebre artista colombiano llega al CECUT, gracias a la colaboración con el Museo de Antioquia.
— ¿Tiene algún significado especial la exposición de Botero en Tijuana?
“Yo creo que México es en sí un país importantísimo para presentar a Botero, porque buena parte de sus cimientos están en México; es decir, Botero después de iniciarse en Colombia se fue a Europa a estudiar de joven y luego se instaló en México, todavía era un desconocido, todavía en período de formación, pero este país fue fundamental en su periodo amateur; de aquí se fue a Estados Unidos y ahí ya comienza quizás con la compra de una obra suya por el MoMA (Museum of Modern Art) en el año 58; y luego de eso hubo una exposición en Alemania, pero México es muy importante para Botero; entonces, tiene mucho sentido esta presentación en Tijuana.
“Hacer esta exposición es complicado. Itinerar estas exposiciones no es fácil; se necesitan instituciones muy sólidas como este centro cultural, también son exposiciones costosas, realmente, aunque hay muchas instituciones que quisieran hacerlo, pocas tienen la solidez institucional y la capacidad de gestión para hacerla, y este centro las tuvo”.
— ¿Cuáles son los requerimientos especiales que debe cumplir una institución para tener el privilegio de ser sede de una exposición de Botero?
“En primer lugar, el edificio, la sede, tiene que dar garantía de las condiciones de luz, humedad, seguridad, es muy importante; dentro de los museos circulan unos documentos, protocolos institucionales, que se llaman Standard Faciliy Report, un reporte de las condiciones de tus instalaciones; nosotros lo primero que le pedimos a una institución que maneja este interés, es que nos mande su Standard Faciliy Report, y solo después de aprobarlo empezamos conversaciones.
“Después hay una visita técnica, ya se hizo, vino nuestro director de operaciones a chequear esos requisitos, de manera que las condiciones museológicas de la sala tienen que ser impecables; y después de eso, el nivel de la sala, también preguntamos por el historial, también preguntamos qué otras cosas han mostrado, para garantizarnos que tienen la jerarquía suficiente para una exposición de mucha envergadura. Y lo último, pero no lo menos importante, los recursos: es una exposición costosa, porque hay que garantizar la seguridad, hay que asegurar las obras, hay que supervisar los traslados, son exposiciones costosas”.
“Esto es una obra pictórica, no es una obra religiosa”
Transcurría también 2012 cuando el Museo de Antioquia festejó a Botero con “Viacrucis, la pasión de Cristo”, cuya exposición se había presentado por primera vez en Nueva York.
“Debido a la gran acogida que tuvo, y la gratitud que la ciudad de Medellín mostró ante los históricos aportes al desarrollo cultural local que ha realizado Botero, el artista decidió donarle las obras que componen la serie al Museo, para que este fuera el encargado de su itinerancia por distintas partes del mundo”, advierte la ficha curatorial del Museo de Antioquia.
Cabe destacar que “Viacrucis…” está integrada por 61 obras: 27 óleos de gran formato y 34 dibujos: “En ella, el pintor y escultor antioqueño retrata distintas escenas de la crucifixión y muerte de Jesucristo desde la tradición cristiana, tema que siempre le ha interesado a Fernando Botero, gracias a la pintura italiana de los siglos XIII y XIV”.
— ¿Podría abundar en la temática de “Viacrucis…” que propone Botero, más allá de lo aparentemente religioso?
“Es muy importante aclarar que Botero lo dice de manera muy sencilla, esto es una obra pictórica, no es una obra religiosa; es decir, eso es muy importante, porque el Viacrucis es un momento importante de la historia bíblica, y si uno va a una iglesia ahí están establecidas las 14 estaciones del Viacrucis, se saben cuáles son, narran la pasión de Cristo; el Viacrucis de Botero no sigue esa historia, es una interpretación pictórica a voluntad del artista, eso es muy importante decir; porque no están aquí las estaciones convencionales de la historia sagrada.
“Una de las cosas más grandes de Botero es saber combinar algo que hoy está totalmente no de moda, sino aceptado, es la importancia de la cultura propia frente a lo que hoy llamamos globalización, pero en el año 58 no se hablaba de eso; Botero supo siempre integrar sus intereses por la gran historia del arte, por la cultura universal, con sus propias conexiones locales, a la historia de Medellín, a la historia colombiana, a la historia de Antioquia, eso siempre ha estado en Botero; entonces, en Viacrucis hay personajes identificables en la vida colombiana, tiene una vida de una ciudad en la que Botero vivió realmente hasta los 19 años, después salió de Medellín, eso lo conserva, mínimamente va a Medellín una vez al año”.
— En consecuencia, en cuanto al guion museográfico, evidentemente el orden de las obras en “Viacrucis…” no es el convencional…
“Por eso voy siempre a supervisar los montajes, porque no tenemos reglas, nosotros lo instalamos por primera vez con él en nuestro museo, y se instala como se instala cualquier otra exposición de arte buscando relaciones entre las obras y con el espacio; eso varía con cada espacio, entonces, yo ya sé cuáles son las obras visualmente más llamativas o conceptualmente más poderosas y uno trata de ubicarlas, pero como en cualquier exposición, o sea, no tenemos un guion preescrito, sino el del conocimiento profundo de la obra y su respuesta a cada espacio”.
— Platíquenos del interés de Botero de retomar el dramatismo de escenas religiosas que abundaban entre los siglos XIII y XV…
“Fueron los temas religiosos y mitológicos que alimentaron la historia del arte por siglos, pero justamente el arte contemporáneo no es una de sus predilecciones, el arte contemporáneo está más pendiente del presente, de manera que sí es una singularidad más la experiencia del tema; más aún, hay una atmósfera amable en general en las imágenes de Botero, de manera que tratar temas dramáticos, temas tan intensos, como la violencia y la violencia en la pasión de Cristo fue un reto; pero Botero quizás conoce bien esa paradoja en su propio trabajo.
“Botero tiene varias series de la violencia: Tiene una serie dedicada a la violencia en general en Colombia, la de Abu Ghraib, las historias de Irak, y tiene ésta del Viacrucis. Para mí es extraño, Botero lo logra con mayor intensidad en algunas imágenes que en otras, pero en medio de esa sensualidad, de ese tono ligero que genera el color, ese tono amable en general, el drama se desarrolla de una manera intensa; esta imagen de la crucifixión es una crucifixión lejos de ser una imagen precisamente dulce.
“Hay algo como una capacidad para el humor muy contenida en Botero, nada en Botero es del todo explícito; las cosas están más sugeridas, que es la manera más potente en que las obras del arte despiertan emociones en el espectador, ¿no?, ¿cierto? Cuando dejan que realmente sea el espectador quien las complete, eso pasa con la intensidad del drama en las obras de Botero”.
El volumen o una manera distinta de ver el mundo
En diversas entrevistas, Fernando Botero se ha declarado admirador del pintor italiano Giotto di Bondone (1266-1337): “La gran revolución de la pintura la produjo Giotto”, ha dicho Botero constantemente haciendo alusión al volumen recreado por el artista italiano en los pasajes bíblicos cuando las propuestas en la Edad Media eran esencialmente bidimensionales.
— Botero ha sentenciado en algunas entrevistas: “La pintura es exageración”. ¿Podría explicar esta idea del volumen exagerado en las figuras humanas de Fernando Botero?
“Botero lo dice mucho porque se lo preguntan siempre, y él es enfático: ‘¡Yo no pinto gordas!’; es decir, para él pues si te pones a ver es verdad, porque en Botero el volumen se crece no solo en los seres humanos que es lo que podemos llamar gordos; quizás su primera obra importante en ese sentido fue una mandolina, un instrumento musical, ¿no?, ¿cierto? O sea que es más bien una manera distinta de ver el mundo, es enfatizando una deformación del volumen a propósito solo para hacernos ver; ese mismo mundo que nos está mostrando es una estrategia muy de artista, desenfocar, desencuadrar, dislocar; es buscar un ángulo distinto, solo que el grado de diferencia de Botero es único, es un mirar el mundo a partir de una deformación del mundo justo para llamar la atención sobre uno de los rasgos fundamentales de la percepción que es ese del cuerpo que es, el cuerpo en todo sentido, el cuerpo de las cosas, el cuerpo de los seres vivientes.
“Y hay una cosa linda ahí: hay esa misma penetración en la mirada con el mundo entero, ¿sabes?, no es una cosa antropocentrista exclusivamente; es que los gatos, las moscas, en Botero, ¿sabes? Es un modo de mirar el mundo, todos los seres del mundo y las cosas.
“En su caso, la exageración es su estrategia para ver el mundo y hacérnoslo ver, de una manera que le costó mucho trabajo construírsela, muchos años de estudio, de paciencia y de búsqueda; yo creo que Botero estuvo en ese proceso unos quince años por lo menos, empezó muy joven.
“Yo creo que esas capas de sentido propio de las obras de arte contundente, las obras de arte contundente generalmente son muy polisémicas, dejan ver o dicen muchas capas de cosas; es más, se abren para que el que está enfrente se invente otras; y en las miles de capas de sentido de Botero hay una cantidad de valores que el arte contemporáneo descubrió mucho después.
“Botero ha mantenido una distancia con el arte contemporáneo, pero yo creo, es mi visión personal, que muchas de las preocupaciones del arte contemporáneo eran suyas; esa vinculación de lo local y lo global, pero en el año 58, en pleno pico del modernismo, cuando el modernismo todavía estaba en su pleno apogeo, ¿cierto?”.
— Háblenos también cómo Botero recrea y combina un tema milenario con motivos contemporáneos como una corbata, un policía tras Cristo…
“Es exactamente a ese tipo de rasgos donde yo creo que él tiene una muy visionaria manera de aproximarse al mundo, esas contradicciones han sustentado la obra de Botero desde siempre; las críticas a la iglesia en un período muy importante allá por los 70s, las imágenes de los obispos, mezclan la liturgia más antiguo con el acontecer de las facetas religiosas en Medellín y en Colombia en ese momento. Entonces, hoy Botero es un hombre de una cultura amplísima y es un gran conocedor del mundo.
“En Asia ha tenido un éxito descomunal, China, en Corea, en todo Oriente; entonces, hoy con más razón tiene argumentos para manejar con mucha maestría esas contradicciones históricas, geográficas, geopolíticas, sociológicas, porque yo creo que en leer la sociedad también ha sido un gran maestro”.
— ¿Cómo definiría la paleta de Botero?
“Sin duda hay una paleta muy singular en Botero que ha variado en los períodos de su vida, pero que sí es un rasgo muy personal, su manejo del color, pero además es un maestro del color; yo creo que él estudió a los renacentistas con una pasión especial y hay reglas básicas que él ha sabido manejar con sus propias intenciones; yo sí creo que Botero es un maestro del color; yo agregaría además que esa paleta es responsable de esa atmósfera general en buena medida que caracteriza las obras de botero”.
— Finalmente, ¿cómo pasará Botero a la historia del arte universal?
“Como uno de los grandes pintores del Siglo XX, sin duda. Si se trata de artistas, Botero va a estar siempre entre los pocos nombres importantes del arte del Siglo XX. Yo creo que es muy importante reconocer a Botero como un artista con la capacidad de trascender los límites de su propio arte y convertirse en un fenómeno cultural; ser un fenómeno cultural cada vez más es algo a considerar como una puerta especialísima que pocos seres humanos pueden tocar”.