Obispos que viven como príncipes y una clase política compuesta por “juniors tecnócratas” que quieren repetir las viejas mañas del PRI, es lo que el padre Alejandro Solalinde observa en México. De la represión sufrida por maestros en Nochixtlán, Oaxaca, el sacerdote opina fue “el quiebre del gobierno represivo de Enrique Peña Nieto”
El padre Alejandro Solalinde sabe que los tiempos le favorecen. “Si yo vivera unos 30 o 40 años atrás, no pudiera estar haciendo esto, la jerarquía católica ya me habría excomulgado y acabado”, admite.
No es que sus acciones atenten contra la religión católica o “al mandato de Cristo” como él lo llama, es que desde hace casi diez años, en 2007, trasladó su labor de la parroquia al activismo para fundar el albergue para migrantes Hermanos en el Camino de Ixtepec, Oaxaca.
Varios reclamos ha recibido por ello. El más reciente, en el aeropuerto de la Ciudad de México, minutos antes que su vuelo despegara con rumbo a Tijuana. Se encontró con un obispo, como es costumbre del padre Solalinde, el saludo vino con un abrazo.
“Usted nos maldice, a los obispos”, reviró el clérigo. El activista le explicó que ninguna maldición ha esbozado en su contra. “Bueno, nos tira mucho”, corrigió el sacerdote.
“Eso es diferente, porque no se ponen las pilas, porque quieren seguir un estilo monárquico, viviendo para el pasado”, cuenta su anécdota para la reportera.
Sin embargo, insiste, su actitud no es cuestión de indisciplina. Respeta la autoridad, pero no acepta el autoritarismo y sobre todo, “no puedo permitir que ninguna autoridad esté por encima de mi conciencia, la obediencia mayor no es hacia las personas, sino hacia el reino de Dios”.
El defensor de migrantes habla desde una de las salas del Colegio de la Frontera Norte (Colef) en Tijuana, donde horas antes participó en una charla con el doctor Jorge Bustamante, fundador de la institución, sobre migración y Derechos Humanos en el país.
Su visita de tres días a la frontera incluyó encuentros con organizaciones de la sociedad civil, directores de albergues para migrantes, activistas e investigadores.
Durante su intervención en el Colef, Solalinde explicó la migración como un efecto del sistema neoliberal capitalista, el cual administra el tránsito de migrantes de acuerdo a sus intereses.
Ya en entrevista con ZETA, los temas se ramifican. Habla tanto de la complicidad de políticos, cárteles y funcionarios del Instituto Nacional de Migración (INM) al sur del país para lucrar con el tránsito de migrantes haitianos y africanos, como de la nueva generación política mexicana integrada por “juniors, jóvenes tecnócratas, que nunca amaron a su pueblo y han visto a sus padres robar al Estado”.
También del “PRI agonizando y en picada” y de la Iglesia mexicana, ocupada en “atender a sus clientes, sus tienditas que son las parroquias” y de sus sacerdotes que “a veces lo único que hacen es rezar”.
“Defendemos a migrantes, lo que debería hacer el gobierno”
Los enfrentamientos del padre Solalinde con el gobierno no se han dado en un plano discursivo, también en tierra. De ahí aprendió cómo los policías utilizan sus escudos para inmovilizar a quienes son vistos como una amenaza por el gobierno federal. En este caso no se trata de narcotraficantes ni delincuentes, sino de migrantes.
Acerca las manos como simulando sostener uno de esos escudos. “Hacia arriba pegan en la nariz” y sostiene por unos segundos su dedo índice en su tabique nasal. En las espinillas dan un golpe muy dolorosos”, pero advierte es sobre los dedos del pie, la lesión más grave, donde el atacado probablemente sufrirá una fractura.
Lo sabe porque el 15 de abril de 2015, mientras encabezaba el Viacrucis de Migrantes a la Ciudad de México, fue sitiado por Policías Federales en Oaxaca.
El padre Solalinde mantiene fresco el recuerdo. Después de una semana de no poder salir del albergue que dirige en Ixtepec, Oaxaca por la presencia de la Policía Federal y del INM, quienes amenazaban al clérigo y a los chóferes de los camiones donde viajarían más de 200 migrantes, con detenerlos por tráfico de personas si iniciaban el traslado, una noche decidió salir a pie.
Los migrantes centroamericanos y él recorrieron los pueblos del Istmo de Tehuantepec hasta llegar a El Espinal. Ahí se encontraron de frente a los elementos policiales y de migración. Con ayuda de la Sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), de activistas, autoridades zapotecas y defensores de derechos humanos, formaron varios arcos de protección para iniciar la avanzada.
“Automáticamente ese acto verificativo legal se convirtió en un acto policiaco ilegal”, explica. Cada uno de los migrantes y él mismo, contaban con un amparo que les permitía el libre tránsito y con medidas cautelares dictadas por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) para trasladarse por el país.
Finalmente, la movilización funcionó y se convirtió en uno más de los actos de protección que Solalinde ha encabezado para acompañar a migrantes por su ruta hacia Estados Unidos.
“Ese día, doblamos la política negativa pública contra los migrantes mal entendida, mal traducida de Estados Unidos que le paga a México para que haga la contención, pero no de esa manera. El que paga, manda y Estados Unidos le paga a México a través del Plan Mérida”.
De esta forma, el sacerdote ha encontrado acciones legales para garantizar el tránsito seguro a migrantes, no a través de la legislación, sino de la práctica.
No obstante, Solalinde sabe que sus tareas le corresponden al gobierno. “Las instituciones encargadas de proteger en forma debida a los migrantes, no lo hacen. El primero que debe hacer lo que hacemos nosotros, es el Estado mexicano. Tiene obligación constitucional y no lo hace. Lo que hacemos es una acción de Estado para defenderlos y cuidar su integridad”.
Pero en la práctica, la realidad es otra. “Tratamos de armar esto de forma bien para que el gobierno, porque ahora también nos estamos cuidando del gobierno, no pudiera utilizar algún error para ponerse en contra de nosotros”.
Bendecido por los migrantes, no por la Iglesia
Días antes de llegar a Tijuana, el padre Alejandro Solalinde vivió otro acto de intolerancia. El sábado 10 de julio se inauguraría el Centro de Protección Internacional para Adolescentes en el Camino, el cual se trasladó de Oaxaca a la Ciudad de México.
Lo anterior porque los flujos de menores centroamericanos aumentan, en gran parte por el deterioro de sus lugares de origen. “Van cinco veces que acompañamos grupos de migrantes de Ixtepec a México para alejarlos de la zona más peligrosa para ellos, donde están Los Maras, tenemos que protegerlos porque muchos están amenazados de muerte”.
Sin embargo, el día del acto oficial, vecinos que se oponen al albergue se enfrentaron a golpes y el acto oficial se vio interrumpido. “Nunca se realizó la inauguración, nos quedamos con los listoncitos y las tijeras en la manos. Esperábamos al Cardenal (Norberto Rivera), yo mismo fui a llevar la invitación, me la firmaron de recibido, pero nunca nos contestó. Entonces se quedó sin inauguración y sin bendición”, comenta ya con una sonrisa que hace que se reacomode los lentes. De repente, pausa la narración y comparte: “Son cosas curiosas porque ocurrió lo mismo que con la bendición del albergue Hermanos en el Camino”.
Explica que en 2011, solicitó al entonces Nuncio Apostólico Christophe Pierre, que acudiera a bendecir el albergue que recibe a unos 20 mil migrantes al año. Sin embargo, la invitación debía venir directamente del Obispo de Oaxaca, Óscar Campos, en respeto a las tradiciones y formas de la Iglesia católica.
Meses después, Solalinde recibió una llamada del obispo, a las 7:00 de la tarde para informarle que el Nuncio Apostólico y él iban en camino para bendecir el albergue. “Llegó directamente a la capilla porque el lugar de los rezos es su espacio, no llegó con los migrantes ni a platicar con ellos. A veces es lo único que hacen, rezar”, dice del Obispo.
El padre Solalinde se encontraba fuera del país, por lo que uno de sus colaboradores, un joven regiomontano de nombre Benjamín los recibió. El activista se ríe al recrear el momento en su imaginación.
“La capilla es abierta, tiene un techo de mecánico, con una pared con la imagen de Jesús y la Virgen, cuando hay necesidad ahí se quedan a dormir a la capilla”. Y es el que el Obispo le ha dicho en más de una ocasión “que la capilla es para el Señor, para orar, para la presencia de Dios, no para que la usen de otras formas”.
Entonces el activista repite lo que Benjamín respondió al Obispo: “El padre Solalinde nos ha enseñado que lo más sagrado del albergue son los migrantes porque son Jesús y ellos están en su casa”.
Al caer en cuenta que ninguno de sus dos albergues ha recibido la bendición oficial, añade “es la segunda vez que me pasa lo mismo, pero qué más bendición que las personas que pasan por aquí, yo no sé o será que Dios directamente bendice e inaugura todo”.
Entre sus próximos proyectos está la inauguración de más refugios más en la Ciudad de México. La Casa de Víctimas, la Casa de Migrantes y la Casa para Mexicanos en Retorno.
Obispos formados para vivir como príncipes
Para Solalinde, el anuncio de Franco Coppola como el próximo Nuncio Apostólico en México, es una oportunidad para poner orden en el Episcopado mexicano. “Para reorientar a los obispos por el camino evangélico, son buenos, pero los han formado para estar como príncipes y Cristo no quieren príncipes”.
—Lo vemos también en el gobierno, funcionarios que parecen viven en una realidad distinta a la del resto del pueblo de México.
“La clase política mexicana y La Iglesia católica son cúpulas de poder, se han aliado, aunque a veces se pelean”.
Pone como ejemplo la visita del Papa Francisco a México en febrero. “Vi a un hombre que por dentro quién sabe qué estaba sintiendo, no checaba en todo este entramado que le pusieron, no se podía mover, le pusieron muchos condicionamientos”.
Explica que la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu se trasladó a El Vaticano dos semanas antes de la llegada del Papa a México para acordar que se trataría de una visita en su calidad como jefe de Estado y no como representante religioso, por lo que no podría comentar temas como Ayotzinapa o las desapariciones forzadas.
“Vino y en cambio lo vemos en Palacio Nacional conviviendo con funcionarios besándole la mano. ¿Cómo uno puede ver esa convivencia de poderes en un pueblo destrozado, victimizado, herido y abandonado? Porque México está abandonado por el gobierno y la Iglesia. Estos dos poderes, el gobierno que ha abandonado a campesinos, indígenas, mujeres, trabajadores, estudiantes, pero también la Iglesia católica, los jerarcas. Ella está para atender a sus clientes, las parroquias son tienditas donde se vende de todo, si pagas tienes los servicios, bendiciones, sacramentos, si no, no tienes nada”.
—En eso se parecen el gobierno y la Iglesia…
“Somos un pueblo abandonado del gobierno y de la Iglesia. Por eso no nos extraña que gobierno e Iglesia vayan juntos, se pelean de vez en cuando como toda pareja, pero la Iglesia no pelea por la justicia ni por las reformas estructurales o las violaciones a derechos humanos, pelea contra la diversidad sexual, porque para eso la formaron, para la intolerancia y la exclusión”.
—Padre, en las últimas semanas han llegado a Tijuana cientos de migrantes provenientes de África y Haití, quienes parecen tener una ruta o una guía ya definida. ¿Qué información tiene al respecto?
“Son grupos ya acordados y organizados. Ya sea que les venda Migración el oficio de salida o se pongan de acuerdo con otros grupos de traficantes para pasar por zonas. He sabido que desde Toluca hay una ruta de chinos, de hindúes, de africanos que llegaban a esta frontera, pero no se había dado cuenta y fluían. Algo pasó del otro lado que ya no están entrando como estaban entrando. Es preocupante para los migrantes y para Tijuana porque está creciendo exponencialmente y no hay instituciones que puedan, de momento, atender eso”.
—También han llegado a Tijuana un gran número de desplazados de Michoacán por la situación de inseguridad que allá se vive. Esto mientras el gobierno federal mantiene en la cárcel al doctor Mireles, fundador de las autodefensas, por considerarlo un peligro para Michoacán.
“Alfredo Castillo, fue (a Michoacán) a empeorar las cosas. Engañó a la gente. Iba a acabar con las autodefensas de la forma que fuera. Lo hizo comprando una parte, confrontándolos, metiendo a la cárcel a unos. El líder, el emblema de las autodefensas es Mireles, por eso lo tiene guardadito en una cárcel alta seguridad. Parecía que las cosas se habían controlado, pero hay una nueva presencia de cárteles y ante el recrudecimiento de la inseguridad, están volviendo las autodefensas. Esta situación de Michoacán nunca se ha mejorado, lo que pasa es que se ha ocultado. La gente está saliendo, son nuevos desplazados. Michoacán es uno de los mayores estados expulsores de la república. Sigue el re-fuego de la droga, de los cárteles, el control de los políticos, que no hay proyecto de nación, ni de estado. Tampoco en Guerrero”.
—Frente a una situación que empeora, tanto el desempeño del gobierno mexicano como las condiciones en que viven millones de mexicanos, ¿ve usted posible el colapso del país o bien, un levantamiento? Vimos un intento de resistencia, por ejemplo, en Nochixtlán, Oaxaca, pero también vimos cómo terminó…
“Pues no ha terminado. Esto que pasó en Nochixtlán fue prácticamente el quiebre del gobierno represivo de Enrique Peña Nieto. Después de esto, si lo hace, automáticamente pierde las elecciones de 2018. El PRI está agonizando y va en picada. Ellos mismos precipitaron su caída por inexperiencia, por la falta de visión, los jóvenes tecnócratas que están ahí que no supieron entender un proyecto más amplio de nación”.
“No recurrieron a la memoria histórica, a las raíces, a la cultura. No tomaron en cuenta a la mayor parte del pueblo de México. Hicieron sus reformas en el aire con los de arriba y contra los de abajo. Por eso se están quedando solos. Si este gobierno se lanza a la ofensiva, va a ser su ruina ya. Mucha gente que está harta se está sumando a los maestros, no lo toma como una reivindicación magisterial, sino sumar hartazgos y organizar una lucha. También ve que en Oaxaca, al menos, se están uniendo las autoridades municipales, con algunos he platicado, van por los 570 municipios. Esto para Alejandro Murat, significaría el principal obstáculo, no lo dejarían gobernar ni mucho menos con criterios y tácticas priistas añejas que lo han llevado ahí”.
Solalinde ve en Alejandro Murat, gobernador electo de Oaxaca –e hijo del ex gobernador del mismo estado, José Murat–, a la nueva generación de la clase política, “de quienes nunca entendieron que el país había cambiado, del PRI que nunca entendió que no podía seguir con las mismas mañas y la misma mentalidad de antes en un México diferente”.
“¿Cómo van a sentir a su pueblo si nunca han estado abajo? Él nació arriba, vio a su padre cómo gobernaba. Pobre porque lo mandaron a guerra sin fusil”.
Que dedique su vida al activismo y no a oficiar misas diariamente, no implica que Solalinde haya dejado las metáforas encontradas en la Biblia para explicar la vida. “Jesús decía no se puede echar vino nuevo en obres viejos porque finalmente el vino nuevo va terminar rompiendo los obres viejos. Es lo que está pasando. El nuevo PRI nunca pudo entender que las condiciones son otras a nivel global, que el pueblo de México también es otro. Estos tecnócratas de ahora nunca amaron a su pueblo, son juniors y algunos son porkys que se han criado de manera privilegiada, que han estudiado en el extranjero, que no les ha faltado nada”.
“Lo peor de todo, que han visto a su padre y o a su madre robar al Estado, tienen la plena seguridad de que sus padres o madres son corruptos. Ésa es la escuela que han tenido. Ahora son ellos quienes quieren gobernar, ocupar puestos públicos”, continúa.
Un cambio para 2018
Pese a las atrocidades que ha presenciado, las sistémicas violaciones a los derechos de los migrantes, y a los testimonios que ha recogido de quienes pisan su albergue o lo buscan, Solalinde cree que “no queda más que el avance de la resistencia y el cambio seguro para 2018”.
“El PRI no puede contender para 2018 y si lo hiciera, está condenado a perder. Sí creo que un cambio que la gente pueda votar no por alguien ideal, sino que asegure una real oposición y el cambio. Si alguien asegura eso, aunque tengo otros pecados, se le van a perdonar”.
— ¿Y usted ve a alguien con ese perfil?
“Puede haber sorpresas, pero no hay líderes. A pesar de que es testarudo y personalista, Andrés Manuel López Obrador es el único líder que conoce como nadie a México, pero creo que tiene sensibilidad porque está abajo, está escuchando constantemente las quejas de la gente. Ya no es lo que quisieras, sino lo que hay”.
Sin embargo, para el sacerdote no se trata de candidatos, sino de la base social. Sobre todo en Estados Unidos. “Los miles de niños a quienes les han arrancado a sus padres, porque son migrantes indocumentados. Esos hijos van a preguntar por sus papás, por qué no tuvo familia, por qué los arrancaron de ellos. Van a ser una fuerza social muy grande que se pueden organizar para exigir cambios a favor de los migrantes”.
Solalinde piensa que si los 30 millones de mexicanos viviendo en Estados Unidos, votan en las elecciones presidenciales de 2018 de México, “se van con la oposición porque salieron enojados con el gobierno, resentidos”.
“Mis cálculos y la esperanza es que si votan mujeres y jóvenes en México y migrantes en Estados Unidos, no se la perdonan al gobierno mexicano. Creo que es posible que esos tres sectores hagan el cambio y entonces esto se acabó”.
Muchas gracias, padre.