Era flaco. Muy flaco. Y para mis doce años el más chaparro de mis amigos. Por eso en las posadas caseras nunca cargué los peregrinos. Escogían a compas altos y ponchados. Pero sí me daban vela colorina. Delgadita. Calculada al tiempo de la ceremonia. Cuando ya no podíamos sostenerla entre los dedos derramábamos una o […]