Hay hombres que pasan como ráfagas. Y hay otros —raros, incómodos, necesarios— que se quedan como grietas en el muro del poder. Felipe Daniel Ruanova Zárate fue de estos últimos. Nacido en la Ciudad de México en 1945, pero forjado en la frontera: Ensenada, El Sauzal, Mexicali, Tijuana; donde el polvo y la dignidad se mezclan en cada esquina.