Lo sucedido el pasado 2 de octubre debería ser analizado imparcialmente, con cabeza fría y honestidad, por todos: tirios y troyanos; es decir, por Gobierno Federal y de CDMX, así como por los distintos sectores sociales. Sin satanizar, sin desear sacar raja del evento, sólo anteponiendo el amor y respeto a nuestra patria.