Nuestro querido México es de una riqueza impresionante. Resistiendo gobiernos federales desde hace siete años, que llegaron con apetito insaciable para imponer un estilo de “gobernar”. Sin necesidad de mencionar el dineral que se sigue pagando por la cancelación del aeropuerto de Texcoco.
No se requiere sabiduría para la respuesta a ese y muchos delitos que sufre la sociedad: incapacidad de identificar a los destructores de vidas y castigarlos. Eso además daría paz a las familias y posibilidad de encontrar “aunque sea un huesito”, como declaró un sufrido padre de familiar “para enterrarlo y saber dónde quedó”.
La lectura semanal de ZETA me hizo conocer la valiente labor informativa de Don Jesús y Héctor. Este último, desde mi llegada, pidió que fuera a hablar con el capitán del barco, el señor Blancornelas.
Es claro que no son los trabajadores de todos los días, van variando por el rol que les toca. Y la experiencia es que nunca hemos visto a uno de mal humor, negligente o aflojerado. Y de todas las edades (hay mucho joven).
Platicando con antiguos residentes, reconocen que hemos ido dejando en el camino la convivencia armónica con nuestras autoridades que dedican más tiempo a enaltecer “la ayuda de la señora Presidenta” que buscar el acercamiento con la ciudadanía.
Una vez más, los grupos agresivos que pelean “por-no-se-sabe-qué cosa” tomaron como pretexto el Día Internacional de la Mujer, para descargar su furia y liberar frustraciones. ¿Las ha tratado mal la vida? ¿No han recibido de esta sociedad lo que consideran se merecen?
¿Qué están haciendo con el IMSS? Tras la aniquilación del Seguro Popular por el engendro del INSABI, decidieron ponerle apellido que han adoptado como bandera de todo lo bueno: “Bienestar”. ¿De verdad creen que será la llave del éxito? ¿Que ahora sí le atinarán y será un éxito el sistema de salud?
Automovilistas que no respetan a otros, o para acortar distancia atraviesan por gasolineras o glorietas. Peatones con peligro de ser atropellados, cruzan en donde se les antoja, pensando que están en el jardín de sus casas.
Y el bacheo en la zona central es un caos; no van en orden por las calles, no avisan cierres, los sufres cuando ya no puedes seguir. No son rápidos, pueden estar de tres o cuatro semanas para arreglar un par de calles, incluso dañando la economía de los negocios.