Ricardo Monreal tardó mucho en mover sus piezas. Le salieron los espolones, aunque muy tarde. Quiso estirar demasiado la liga y la reventó, tanto que la propia oposición, así como el sector empresarial, prácticamente le ha dicho ya: “gracias por participar”. Esos son los resquicios que deja la tibieza al momento de las definiciones.
Había escuchado “peje”, “cabecita de algodón”, “Tartufo”, “mesías”, y “ya sabes quién”, pero hasta la semana pasada no había identificado al Presidente de México con el sobrenombre de “López Hablador”.
La Ciudad de México, como en cada ocasión que aterrizo, me recibe de mil maravillas, con nuevas anécdotas y vivencias que hacen enamorarme cada vez más de ella.
Otro dato curioso es aquella frase que le fue atribuida a Echeverría: “Las relaciones con Estados Unidos, ni nos perjudican, ni nos benefician, sino todo lo contrario”.