Nuestros padres, acostumbrados a los terremotos, han sobrevivido al del 28 de julio de 1957, de 7.7 Richter. Un hermano de la colonia Roma tenía 7 meses de edad, y mientras el Angel de la Independencia caía para despedazarse en Insurgentes, los papás hacían casita con sus brazos para proteger al bebé.