A falta de vieja, mi arpa. Al cabo ni falta hacía. Cuando yo la requería, decía, ya me tienes harta, Nomás me tocas y tocas. Siempre me quedo afinadas, nunca me ves encuerada, me prendes y luego sobras. Con tu arpa solo te alocas y la dejas aporreada. Alberto Torres Barragán. Tijuana, B.C.