Sin asegurar que en México el tiempo pasado fue mejor, es demostrable que el actual es mucho peor. A escasos dos meses de las elecciones, “las más grandes” de su historia, hasta hoy, los distintos gobiernos, especialmente el federal, han gastado miles de millones de pesos para realizar campaña electoral que ya dura dos años.
Hace unos días en Baja California se produjo una mediática campaña social, mucho más ruidosa que la desatada por la alcaldesa Monserrat (sin “t” intermedia) cuando declaró que “Tijuana era un Mazapán”.
En años recientes esa agencia impulsó a 18 OSC´s que atienden en 16 estados de México. Esa cooperación entre los dos países ha producido algunos éxitos dignos de mencionar, como la creación del Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza.
A propósito del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo), buscando en la memoria, llegó la figura de una extraordinaria mexicana, poco conocida en nuestro país: Concha Michel, artista y compositora, con variados libros publicado, especialmente sobre la cultura de las comunidades indígenas. Comunista convencida.
Diariamente las familias mexicanas dedicamos tiempo para hablar de la inseguridad que campea en nuestra patria. Las autoridades dicen que todo está bien, pues la delincuencia está siendo abatida.
¿La alcaldesa conocerá esa vía tan importante y peligrosa? Recordamos que el gobierno estatal la construyó para responder a las necesidades futuras de los residentes. Pero quedó inconclusa a pesar de tantos años. ¿Cuántos muertos más para que atiendan esa mortal vía?
Desde el primer día hasta hoy, ese señor ha sido reiterativo en dilapidar los dineros del pueblo (empezando con el AICDMX), organizando diariamente dizque conferencias de prensa, en las que despilfarra medio millón de pesos en cada una de ellas.
Millones de mexicanos nunca habíamos creído que esta Patria nuestra llegaría a tener un Presidente tan especial como el que habita en Palacio Nacional. Se le admite todo, se aceptan sus descalificaciones; acusa, insulta, menosprecia y siente terror de que “le falten el respeto a su investidura”.
La alcaldesa de Tijuana, de los tribunales donde ocupaba un modesto lugar, la alborotaron para que fuera legisladora local ¡y se le hizo! Fue diputada y hasta presidenta del Congreso. Aunque ya se sabe que esos puestos no son por capacidad o inteligencia, sino por arreglos cupulares.