* De la Tarahumara al Vaticano
“Nuestro Señor Jesucristo vino a suprimir nuestros males, no a resignarse con ellos, ni tampoco a ser derrotado por los vicios, sino a curarnos de ellos”.
San León Magno, Papa (año 440-461)
Entre la solemnidad y la simplicidad, entre la divinidad y lo humano, así nace el Hijo de Dios en una joven virgen judía María. Este año 2025, el primer Papa norteamericano León XIV, ha recibido a la comunidad chihuahuense de la Sierra Tarahumara, nuestros rarámuris, y exponer el Nacimiento del Niño Dios, a la manera de las gentes evangelizadas hace más de 300 años por los misioneros en cuevas y barrancos. Es el retorno a los humildes orígenes del Dios hecho hombre, nacido en Belén, en una cueva y sin más compañía que sus padres, animales, el frío decembrino, los ángeles y los pastores a quienes se les anuncia este acontecimiento: y seamos semejantes a su humildad los que queremos ser conformes a su gloria (San León Magno, Pontífice).
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Un amigo mecánico en referencia a las “posadas” o pachangas que celebramos sin referencia a José, María y Jesús, dice que no son auténticas, sino posarras; sí, de la expresión sarra, palabra plurisemántica, está bien sarra.
Que Chihuahua exponga el Nacimiento de Cristo en el corazón de la Iglesia Católica es una adaptación bien lograda. Gracias a los misioneros Dios se ha encarnado en los tarahumaras, incluso uno de ellos ya como Jesús murió en la cruz del martirio, San Pedro de Jesús Maldonado, santo chihuahuense desde 2000.
Robert Prevost Martínez, el Papa León XIV, es cercano a los chihuahuenses con quienes sostiene amistad desde que era investigador y profesor agustino en Chicago, USA.
Los sermones de San León Magno en el Siglo V, sobre la Navidad, nos conducen a adorar al Dios Todopoderoso encarnado en su Hijo Jesús, en un pesebre como el que ahora trasladaron desde Chihuahua los naturales rarámuris. Es costumbre en la misión jesuítica de San Xavier del Bac en Tucson, Arizona, admirar un nacimiento sencillo a la manera de los pimas. Esa simplicidad de los antiguos está presente como hace 2025 años, sólo que, en Roma, y lo han llevado ordenadamente los chihuahuenses como Estado, como Iglesia y comunidad: Ya me voy, ya me despido, no se les vaya a olvidar, pa’ gente buena Chihuahua que es valiente, noble y leal (Corrido de Chihuahua).
No es extraño que los jesuitas, primeros misioneros en la Tarahumara (Cerocahui), insistan a través del Papa Francisco, jesuita argentino, que quiere una iglesia pobre, para los pobres. Así, el centro del Nacimiento o Navidad es la alegría de la salvación. Y más en un mundo sin brújula. Cristo es nuestro salvador. ¿De qué viene hoy a salvarnos como siempre?

No viene a condenar a los ricos y sólo a salvar a los pobres. Nos ofrece una paz que viene de encontrarnos con los necesitados para reconocer que nos necesitamos todos: migrantes, presos, madres buscadoras, enfermos, ancianos, familias, huérfanos, los sin techo, sin casa, etcétera.
León XIV, anota sobre el amor hacia los pobres: “El cuidado de los pobres forma parte de la gran tradición de la Iglesia, como un faro de luz que, desde el Evangelio, ha iluminado los corazones y los pasos de los cristianos de todos los tiempos”.
“El amor a los que son pobres -en cualquier modo en que se manifieste dicha pobreza- es la garantía evangélica de una Iglesia fiel al corazón de Dios”. (Dilexit te 103).
Motolinía fue uno de los doce franciscanos que trajeron la fe a México por la Veracruz (verdadera cruz). Y esa expresión significa: el que es pobre como nosotros, Motolinía. Hoy Cristo se hace rarámuri. Cuánta gente que por siglos tiene sus ojos en los tarahumaras, desborda de gozo por este nacimiento.
Nos dice Jesús “con el dinero tan lleno de injusticias, háganse amigos que los reciban en el Cielo”. Dios no ha venido por los buenos, sino por nosotros los que fallamos, los débiles, pecadores: “A fin de que no quedemos perturbados por las dificultades propias de nuestra deficiencia, nos auxilian las palabras del Evangelio y de los profetas, con las cuales de tal manera somos enfervorizados e instruidos que nos parezca que contemplamos el nacimiento del Señor, por el cual el ‘Verbo se hizo carne’, no como algo pasado, sino como actual”. (San León Magno, 9ª. Homilía, Siglo V).
En la Roma imperial colapsando por la presión de los bárbaros, San Gregorio Magno, pontífice, pedía a sus fieles: “Ved que a todas horas se presentan los pobres y que ahora nos piden ellos, que luego vendrán como intercesores nuestros”. Y agrega el Papa León XIV que “No pocas veces, la riqueza nos vuelve ciegos, hasta el punto de pensar que nuestra felicidad sólo puede realizarse si logramos prescindir de los demás. En esto, los pobres pueden ser para nosotros como maestros silenciosos, devolviendo nuestro orgullo y arrogancia a una justa humildad”. (Dilexit te 108).
¡Eso es ser cristianos, reconocer a Cristo en los necesitados!
Germán Orozco reside en Mexicali, B.C.






