El galardón, compartido con Say Goodbye de Paloma López Carrillo, destaca la fuerza del cine mexicano contemporáneo y la relevancia del festival como plataforma para miradas autorales.
El cineasta tijuanense Diego Hernández fue reconocido en la decimotercera edición del Festival Internacional de Cine de Los Cabos (FIC Los Cabos) al obtener el premio a Mejor Largometraje Mexicano por su película Un Techo Sin Cielo, una distinción que lo coloca entre las voces más destacadas del cine nacional contemporáneo. El galardón fue compartido con Say Goodbye, debut como directora de la editora Paloma López Carrillo, en una sección que reunió alrededor de siete proyectos más dentro de la competencia oficial.
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El reconocimiento a Hernández cobra especial relevancia dentro de uno de los festivales cinematográficos importantes del país, un espacio que se ha consolidado como plataforma de encuentro entre el cine mexicano, la industria audiovisual de América del Norte y propuestas internacionales. A lo largo de sus trece ediciones, el FIC Los Cabos ha apostado por narrativas arriesgadas, miradas personales y películas que exploran problemáticas contemporáneas desde una perspectiva sensible, crítica y estética.
En Un Cielo Sin Techo, Diego Hernández construye un relato íntimo y contemplativo que parte de un hecho aparentemente cotidiano. Tras abrir una caja de zapatos, el protagonista comienza a experimentar una fatiga extrema que le impide realizar actividades básicas y lo confina a la cama. De manera paralela, su amiga Liz enfrenta un insomnio inexplicable mientras trabaja en el desarrollo de una puesta en escena teatral. Ante la preocupación de su madre y siguiendo el consejo de Liz, Diego emprende una búsqueda de respuestas que lo lleva desde consultas médicas hasta encuentros con un coach motivacional, culminando en una reveladora lectura de tarot.
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Hernández también formó parte de la selección La Baja Inspira con su cortometraje Solía buscar la luz allá afuera, sumando así dos proyectos realizados y filmados en la región fronteriza durante el mismo año.
La relación entre ambos personajes se intensifica cuando Diego presta el patio de su casa para que Liz continúe con su proceso creativo. A partir de esta convivencia surgen conversaciones en torno a la memoria, el cuerpo y las afecciones que los atraviesan, mientras intentan comprender el origen del insomnio y la narcolepsia que los aquejan. La película avanza con sutileza hasta la culminación de la puesta en escena de Liz, de la cual Diego se convierte en el primer espectador, cerrando el relato como un ejercicio de comprensión y transformación emocional.
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Ambas producciones, aunque distintas en forma y contexto, dialogan desde un mismo territorio emocional, como el duelo, la memoria y la nostalgia como experiencias compartidas.
Say Goodbye, ópera prima como directora de Paloma López Carrillo, reconocida por su trayectoria como editora en el cine mexicano e internacional, se desarrolla en los paisajes nevados de Utah, entre montañas y suburbios de Salt Lake City, y retrata la vida cotidiana de una familia marcada por la ausencia del padre, deportado a México en 2015.
A través de una estructura fragmentada y una puesta en escena dominada por planos secuencia cuidadosamente encuadrados, López Carrillo construye un relato donde la ausencia se vuelve una presencia constante.
El reconocimiento compartido en el FIC Los Cabos subraya la fuerza del cine mexicano contemporáneo y la diversidad de sus voces. Tanto Un Cielo Sin Techo como Say Goodbye apuestan por narrativas introspectivas que, desde lo personal, dialogan con problemáticas íntimas, reafirmando al festival como un espacio clave para el cine que se atreve a mirar hacia adentro.
