Amor por el otro, profunda humanidad y belleza inesperada rodean al icónico personaje, el “Frankenstein” de Guillermo del Toro, la película que volcó a los mexicanos a selectas salas de cine, en el marco del arribo del ganador del Oscar acompañado por Jacob Elordi y Oscar Isaac, este 3 de noviembre a la Ciudad de México, donde oficialmente presentarán la cinta, previo a su arribo al catálogo de Netflix el 7 de noviembre
Atraído por la novela de la escritora británica Mary Shelley (1816) y filme de James Whale (1931), desde su infancia el cineasta jalisciense Guillermo del Toro se obsesionó con “Frankenstein”, fijación para la que Netflix le puso 120 millones de dólares sobre la mesa para volcar su imaginería y saciar su empática ambición narrativa, y visual por ilustrar qué es lo que nos hace humanos.
Con personificaciones de Jacob Elordi en el cuerpo de la criatura, y Oscar Isaac en la del creador, la nueva obra del mexicano aborda temas como el perdón, la paternidad, la vida, el conocimiento, la crueldad, y la muerte, llenando de amor el cuento de miedo retocado con espléndido maquillaje, puesta en escena, vestuario, banda sonora y efectos visuales que podrán ser deleitados en un pase limitado en cines desde el 23 de octubre, en Baja California, sólo en la Cineteca Carlos Monsiváis (CECUT) con proyecciones agotadas, y en Cinedot (Plaza Oasis), y a partir del 7 de noviembre en Netflix.

“La pregunta de la novela es qué nos hace humanos… El filme trata de mostrar nuestro derecho a la imperfección, a entendernos como seres humanos en las circunstancias más opresivas”, defiende del Toro, cuyo “Frankenstein” se suma a su universo de monstruos (incluyendo a Pinocho), con actuaciones de Mia Goth, Felix Kammerer, David Bradley, Lars Mikkelsen, Christian Convery, Charles Dance y Christoph Waltz.
Fiel a su historia, la película retrata a Víctor Frankenstein, un médico egocéntrico que da vida a un monstruoso experimento a partir de fragmentos de hombres muertos, y dicho ser engendrado provocará la perdición tanto del creador como de su trágica creación; la diferencia de esta nueva versión es la empatía que tiene del Toro con la criatura, planteando la relación entre la masculinidad y la guerra, pero también la necesidad de ser escuchados, incluso de recibir ternura y perdón.
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Después de más tres décadas de soñar con adaptar la novela, Guillermo busca conmover a los espectadores, voltear a ver con empatía a la criatura a través de una carta fílmica desarrollada pacientemente, con su misma fascinación por los monstruos, pero en lugar de aterrar, conmoviendo.
La ternura del mexicano se esculpe en la interpretación de Oscar Isaac, encarnando a un científico y artista que ensambla a la criatura como una escultura, dejando de lado al ladrón de tumbas, para convertirse en un artista sensible y humano insertado en una nueva versión viva: gótica, sí, pero con energía actual desde sus vestuarios, colores, y hasta en un corazón que late emociones, que perdona, acepta y se reconoce profundamente en el otro con empatía.
Maquillaje, prótesis y una puesta en escena artesanal brindan un realismo amplificado desde los huesos, la carne y el alma de una criatura que intenta hallar compasión y entendimiento en una sociedad y universo que lo rechaza. Ilustrado entre trazos hipnóticos, mapas anatómicos, y laboratorios húmedos, “Frankenstein” muestra su belleza al reflexionar sobre lo que significa ser humano, la ternura, el perdón, y la empatía reflejada como un espejo en la mirada de la creación de Víctor.

Transformando el terror en amor, y la muerte en belleza artística, Guillermo explora profundamente el alma y la humanidad a través de la monstruosidad, la dinámica familiar de padres e hijos, y la metáfora sobre que la muerte es una presencia cotidiana que dialoga con la memoria, identidad y belleza, mexicanidad que conecta con esta nueva versión desde la compasión y poesía que encarna la necesidad de pertenecer, y la oscuridad como esencia de la belleza humana.






                                    
        
        

