Haciendo un llamado a crear historias que retraten la dignidad y resiliencia de la gente, y abandonar la violencia, corrupción y el narcotráfico de las tramas de los contenidos audiovisuales, el actor, dramaturgo y docente destacó en su paso por la primera edición del Festival de Cine de Tijuana, apadrinándolo y compartiendo experiencias en programas como “Cine Talents”, además de charlas de café y un conversatorio junto a Gustavo Sánchez Parra, con quien encarnó el filme “La delgada línea amarilla”
El carisma y la reflexión crítica del actor, dramaturgo, y docente, Silverio Palacios, marcaron la primera edición del Festival de Cine de Tijuana (FCTJ), encuentro cinematográfico que apadrinó durante cuatro días, del 6 al 9 noviembre, en el que encabezó conversatorios, charlas de café, proyecciones, y encuentros en medio de un flujo de más de cinco mil asistentes a las actividades en Casa de la Cultura de Playas de Tijuana, Cinépolis Playas, y cafés de la localidad, compartiendo su visión sobre el cine mexicano y los nuevos proyectos que lo traen de vuelta a la frontera.
El actor, recordado por su papel de Polito Canché en “Welcome al Norte” y por filmes como “El Infierno”, “Chilangolandia” y “Matando cabos”, habló en entrevista exclusiva sobre la riqueza cultural que observa en Tijuana y la posibilidad de desarrollar una producción inspirada en la región.
“Esta es la frontera más importante, no sólo de México, sino de toda Latinoamérica. Aquí hay una nota significativa: una diferencia notoria en criterios sociales, políticos e incluso en el idioma. Esa mezcla hace que la cultura binacional sea una expectativa en sí”, compartió Palacios con entusiasmo, quien es reconocido por su capacidad para combinar humor con crítica social.

El actor con más de 40 años de trayectoria relató que, tras conversar con guionistas y directores locales, descubrió un sinfín de historias que podrían convertirse en material cinematográfico.
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“Tijuana tiene una historia política, social y cultural extraordinaria. Hay escritores locales que podrían ser base o inspiración para películas. Me encantaría explorar temas como la época de la prohibición (Ley Seca) o las culturas originarias, como los kumiai o a laguna salada. Todo eso forma parte de una identidad fronteriza que aún no se ha contado como merece”, dijo.
“Tijuana ahora es resultado de todo este suceso histórico que representó la migración el ser frontera; sería interesante capturar cómo en un momento determinado un territorio aparentemente olvidado, o solo de cruce o de tránsito, se convierte en la frontera más importante de Latinoamérica”, subrayó Palacios, quien tiene en mente una idea fílmica inspirada en “El lugar más feliz del mundo”, Tijuana y su gente.
Respecto a la iniciativa del Festival de Cine de Tijuana, destacó es una oportunidad parteaguas para descentralizar la industria y el conocimiento cinematográfico: “Para que el cine sea nacional tiene que suceder en toda la nación y más aquí en el extremo, donde la identidad se construye y se disputa. Por ello este encuentro viene a fortalecer la comunidad audiovisual del Norte”, apuntó el actor.

Apapachado con entusiasmo por los asistentes, en respuesta, Palacios compartió a diestra y siniestra anécdotas de rodaje y consejos sobre su carrera. Durante su estancia, el actor también reflexionó sobre el papel del cine mexicano en la construcción de identidad y memoria, invitando a los nuevos creadores a mirar más allá de los estereotipos:
“Se privilegian las narco-series, pero hay heroísmos cotidianos más dignos de destacar. Basta de películas y series de narcos. Las historias del panadero, del maestro o del migrante también merecen la pantalla. Si sólo filmamos delincuencia, perpetuamos la idea de que irremediablemente somos corruptos”, señaló como un llamado a diversificar las narrativas:
“El cine, además de memoria, es herencia. Filmemos desacuerdos con los otros y heredaremos desacuerdos. Filmemos basura y heredaremos basura. El cine crea y constata vidas, encamina destinos y también construye identidad”, expresó ante un público que lo ovacionó de pie en la ceremonia de clausura del FCTJ, donde el actor destacó también la resiliencia de la gente migrante que llega y se queda en Tijuana, a quienes describió como ejemplos de lucha, esperanza y resiliencia, además de reafirmar su amor por el séptimo arte como un acto de resistencia cultural, e incitar al cambio de paradigma cinematográfico.
“La gente que se queda aquí sabe salir adelante. Esa capacidad de resistencia es también una historia que el cine debe contar”, subrayó el originario de Colima, quien continúa trabajando para teatro, televisión, y cine bajo la dirección de cineastas como Luis Estrada, Manolo Caro y Gustavo Loza.








