“La derecha radical creó un terrible Siglo XX con el nazismo y el fascismo; y la izquierda radical creó un estalinismo terrible y antihumano en todo el mundo. Un movimiento político radical no creo que ayude, porque para ser radical, después de un tiempo necesita hacer algo con agresividad”, expresó a ZETA el Premio Nobel de Literatura 2025 en FIL Guadalajara 2024
Un memorable encuentro en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) 2024 vivirían los lectores con László Krasznahorkai, cuando el hoy Nobel de Literatura 2025 se paseaba sonriente con su Premio Formentor de las Letras 2024 bajo el brazo por los pasillos de Expo Guadalajara y por las instalaciones de la Universidad de Guadalajara (UDG).
La visita de László Krasznahorkai a FIL Guadalajara el año pasado se debió a un acuerdo entre los convocantes del Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances y del Premio Formentor de las Letras. “El convenio consiste en que el ganador del Premio Formentor viene a la FIL y el nuestro va a las conversaciones literarias que cada año tienen lugar en algún punto en Europa”, anunciaba en 2022 Dulce María Zúñiga, directora de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar de la Universidad de Guadalajara, en el marco de FIL Guadalajara de ese año.
Con su recién traducida novela “El barón Wenckheim vuelve a casa” (Acantilado, 2024), Krasznahorkai se presentaba en la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar de la Universidad de Guadalajara y charlaba con algunos medios de comunicación, entre ellos ZETA.
EN LA CÁTEDRA JULIO CORTÁZAR
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Uno de los momentos más esperados en ese contexto fue la conferencia magistral de László Krasznahorkai en la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz, un miércoles 4 de diciembre.
Krasznahorkai compartió de viva voz su discurso de recepción del Premio Formentor de las Letras 2024 titulado “No olvida, pero quiere”, en el que contaría su historia en torno a su ciudad natal, Gyula (1954), por cuya disertación desfilaban personajes comunes de aquella ciudad, como el zapatero o el campanero, el doctor y el profesor; pero también los clásicos de la música, como Schumann o Chopin, Beethoven y Mozart; y por supuesto, también Kafka, Faulkner y Joyce, de quien heredaría su forma de escribir a través de un mínimo de puntuación que se deja entrever en algún pasaje onírico de sus personajes “podridos” de “Tango satánico” (1985) hasta en su más reciente novela traída al español, “El barón Wenckheim vuelve a casa” (2016).
“Gracias a Franz Kafka, cuya novela ‘El Castillo’ leí a los 12 años para que me aceptara el círculo de amigos de mi hermano seis años mayor que yo, con lo cual, creo, quedó sellado mi destino”, revelaría al agradecer la obtención del Premio Formentor de las Letras 2024.
En su disertación evocaría “la crisis de la modernidad en el siglo XX” y “la estupidización nacionalista-socialista” que padecería Hungría bajo la ocupación rusa que, por supuesto, se reflejaría en su obra.
DE GOBIERNOS DICTATORIALES
Un joven László Krasznahorkai publicó a los 31 años su primera novela, “Sátántangó”, en 1985, que fue su carta de presentación en forma de obra maestra que le valdría la fama y el reconocimiento mundial, la cual sería llevada al lenguaje cinematográfico por Béla Tarr, en 1994, y posteriormente, en 2017, traída al español por la editorial Acantilado como “Tango satánico”, bajo la traducción de Adan Kovacsics.
Escrita como una historia trágica y satírica, con esporádicos pasajes fantástico, poéticos y oníricos, en “Tango satánico” Krasznahorkai daba a conocer en 1985 la historia de un grupo de personajes “podridos” en la decadente Hungría dictatorial, sin nombrarla nunca ni el narrador omnisciente ni los personajes, pero hacía alusión a ella como “un estado ruinoso”, “el infierno”, “una región asquerosa”, “la destrucción” o “la explotación” donde “la miseria sigue siendo miseria”, cuyos habitantes “esperan a un salvador”. Pero el sistema dictatorial en el que estaban inmersos –los aduladores del régimen no lo saben o no lo quieren saber– podría reducirlos a un expediente de la dictadura.
— De acuerdo con las dictaduras a lo largo de la historia, ¿son igual de totalitarios los gobiernos tanto de derecha como de izquierda?, preguntó ZETA a Krasznahorkai
“Podría ser. Claro, la derecha radical creó un terrible Siglo XX con el nazismo y el fascismo. Y la izquierda radical creó un estalinismo terrible y antihumano en todo el mundo; eso no fue comunismo en absoluto, sino que fue una dictadura miserable. La dictadura de Stalin no fue una sociedad comunista, fue un sistema social terrible e insoportable contra la humanidad. Además, un movimiento político radical no creo que ayude, porque para ser radical, después de un tiempo necesita hacer algo con agresividad”.
“Viví una cuarta parte de mi vida, o casi la mitad, bajo la presión soviética; eso fue absolutamente inhumano, fue una mentira, porque los comunistas les dijeron a los más pobres: ‘Éste es tu momento. Estamos aquí para ustedes’. Y ésa fue la mayor mentira cínica. Eso no era una ideología comunista. Y siempre es así, ya saben, los pobres siguen siendo pobres. Ésa es la fe”.
“Pero hay una diferencia entre la gente pobre de la Sierra Nevada y la gente pobre de una fábrica de Volkswagen en Guadalajara, porque en la Sierra Nevada una familia pobre tiene una cultura. La familia, padre, madre e hijos, conoce algo de la naturaleza; tienen festividades, creencias, costumbres y recuerdos de sus antepasados, es algo cultural. Pero en una gran ciudad, un hombre pobre de una fábrica no tiene nada, no tiene cultura; sólo lo que significa ser pobre en una gran ciudad: ‘No tengo dinero’; y todo eso sin ningún nivel cultural. En el desierto, o en Extremadura, España, o en la Sierra Nevada, o no sé dónde, si eres pobre, pero si vives en la naturaleza, tienes una cultura y un gran conocimiento de la vida; tienes un conocimiento universal que te protege de la nada”.
SU NOVELA MÁS RECIENTE
A FIL Guadalajara 2024, László Krasznahorkai llegó con su novela más reciente, “El barón Wenckheim vuelve a casa” (Acantilado, 2024), la historia del barón Wenckheim, un aristócrata húngaro que regresaba a su país luego de permanecer exiliado en Argentina tras la ocupación soviética de la II Guerra Mundial; por supuesto, ésa sería sólo la sinopsis de la historia, ya que el narrador se sumergiría en la Hungría decadente con la miserable sociedad húngara y sus esperanzas. Aunque Krasznahorkai había dicho en la Cátedra Julio Cortázar que había tardado hasta más de dos décadas en volver, aclararía que “El barón Wenckheim vuelve a casa” no se trataba de él.
— ¿Qué tan autobiográfica es esta novela?, lanzó este Semanario
“Ésta no es en absoluto una novela autobiográfica, es una historia la cual no pertenece a mi vida. Conocí a este personaje, el barón Wenckheim; era el aristócrata más importante del reino húngaro desde principios del siglo XVI. Wenckheim construyó castillos y edificios maravillosos donde vivió en el este de Hungría, de donde yo provengo. Había escuchado muchas historias sobre la familia de Wenckheim y una de ellas giraba en torno a un hombre, el barón Wenckheim, que abandonó el país en su adolescencia y se fue porque el ejército soviético ocupó Hungría, Checoslovaquia, Polonia, los Estados Bálticos, Rumanía y Bulgaria tras la II Guerra Mundial; ésa era zona soviética y todos los aristócratas abandonaron el país por miedo al ejército soviético, no sin razón. Y esta parte de la familia Wenckheim se fue a Argentina”.
“Esta historia es en realidad una leyenda sobre el amor entre el barón Wenckheim y la muchacha de un pequeño pueblo de esta zona donde vivían los Wenckheim en el este de Hungría. Cuando tenía 16 años, sintió un amor mortal por una chica y cuando permaneció en Buenos Aires, siguió sintiendo esa emoción, ese amor, pero lo sintió toda su vida”.
“Y cuando tenía unos 70 años, ya muy mayor, quiso regresar a este pequeño pueblo de Hungría desde Buenos Aires para reencontrarse por fin con la chica a la que amaba profundamente, incluso en su vejez. Pero este encuentro fue trágico, porque esta chica vivía en su corazón como una niña de 16 años; y cuando regresó a Hungría para encontrarla, no encontró a una niña de 16 años, sino a una señora de 70 años, a una anciana. Eso fue una gran decepción para él, pero no sólo una decepción, sino que después de eso no quiso quedarse para sobrevivir y es por eso que al final murió a causa de esta historia de amor”.
Pero claro, detrás de la historia de amor se asomaba el contexto político y social de Hungría tras la II Guerra Mundial, como una propuesta de Krasznahorkai. De hecho, tal como en “Tango satánico”, en “El barón Wenckheim vuelve a casa” sus personajes esperaban a un salvador en medio del régimen:
“Esta novela ofrece otro nivel de lectura sobre la sociedad húngara actual y creo que es bastante divertido y trágico a la vez, porque la gente esperaba que el barón volvía a casa y creían que era muy rico. Todos querían dinero o algo, porque éste es un país pobre, especialmente esta parte de Hungría. La gente esperaba como a su Jesús: ‘Por favor, ayúdennos’. Pero este barón no tiene ni un céntimo, es pobre. Esta es, por supuesto, una película muy cómica, pero muy trágica a la vez”.
LÁSZLÓ Y LA LIBERTAD DE PRENSA
En tiempos de tragedia y miseria, en “El barón Wenckheim vuelve a casa” la prensa ocuparía un lugar fundamental: “La libertad de prensa es el alfa y el omega, dijo sentado en el sillón frente al enorme escritorio del redactor jefe, nada le importaba tanto como la libertad de prensa, así lo consideraba él desde el mismo día en que lo eligieran, porque la libertad de prensa es la libertad de los ciudadanos”.
— “La libertad de prensa es la libertad de los ciudadanos”, se lee por “El barón Wenckheim vuelve a casa”. Según el organismo de la libertad de expresión en América Latina, Artículo 19, 168 periodistas han sido asesinados desde el año 2000 a la fecha. ¿Cómo afrontó Hungría el asesinato de periodistas en sus regímenes totalitarios y qué opina sobre la gran cantidad de periodistas asesinados en México?, preguntaba ZETA
“Oh, ésta es una historia terrible. Siempre que una dictadura, alguna autoridad o policía agresiva ataca a la libertad de expresión en el mundo, me resulta absolutamente insoportable. La libertad es la única fuente y la única condición natural para los periodistas de todo el mundo. Estoy absolutamente en contra de todo ataque, en contra de toda agresión contra la libertad o el periodismo libre y a la libre expresión artística, a la libertad de expresión, etcétera”.
En su respuesta a este Semanario, entreveró el contexto político de estos tiempos: “Siempre me desmayo cuando leo noticias sobre algún tipo de ataque, como el ataque en Rusia contra Navalni, y contra los periodistas mexicanos. Por supuesto, estoy en contra de toda agresión y de toda presión a la libertad de expresión”.
LA FICCIÓN EN LA HISTORIA
Por “El barón Wenckheim vuelve a casa”, László Krasznahorkai iba revelando entre líneas algunas ideas en torno a la historia como una forma también de tratar de entenderla.
— “Por una parte tenemos la historia y por otra el hecho de que no entendemos la historia”, se lee por su nueva novela. ¿Cuál es el papel de la ficción para entender la historia? ¿Cuál es la función de la literatura al contar la historia que la historia oficial no cuenta?, planteó ZETA a Krasznahorkai que acostumbra a contestar con una historia como punto de partida.
“Si aquí frente al hotel ocurriera un accidente de coche y una persona muriera, y si quisieras describir lo sucedido, no puedes escribirlo. No podemos captar la realidad porque un suceso –en la calle, por ejemplo, un accidente de coche– depende de miles o millones de factores. Y si yo estuviera allí y pudiera ver lo que pasó, ésa sería mi opinión. Sería sólo un cuento, un relato. Pero puedo decirle al policía: ésta es mi versión de lo que pasó”.
Luego compartió otro ejemplo: “Una chica encontró a un chico. Ésta es una historia de amor, pero, por favor, ve con el chico y pídele que te explique o que te hable sobre cómo fue su primer encuentro con esta chica. Y después, por favor, ve con la chica y pregúntale también. Son dos historias diferentes, pero es sólo una historia, no la realidad”.
Finalmente, László Krasznahorkai explicó: “Estamos completamente indefensos a la hora de describir nuestra historia. Sólo podemos crear el pasado, no podemos describirlo. Sólo podemos crear la historia, toda la historia. Puedes creer que esto es la historia de México, pero es sólo una historia maravillosa, o no tan maravillosa. ¿Sabes? Y esto es también a nivel personal. Esto es lo mismo que pasa con nuestra fe personal. No podemos captar el momento esencial de un acontecimiento en nuestra vida, es sólo un relato de lo que podría suceder. Si profundizas un poco más, puedes encontrar un nivel muy incierto y te pierdes en este nivel si quieres saber algo exacto sobre la realidad”.
El NOBEL
Año y medio después de que obtuvo el Premio Formentor de las Letras 2024 y a ocho meses de presentarse en FIL Guadalajara, el 9 de octubre de 2025 la Academia Sueca anunció que el narrador húngaro László Krasznahorkai era el ganador del Premio Nobel de Literatura “por su obra convincente y visionaria que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”. La Academia argumentaba que “László Krasznahorkai es un gran escritor épico de la tradición centroeuropea que se extiende desde Kafka hasta Thomas Bernhard, y se caracteriza por el absurdo y el exceso grotesco”.
La editorial Acantilado iniciaría la traducción de sus libros con “Melancolía de la resistencia” (2001); le seguirían “Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río” (2005), “Guerra y guerra” (2009), “Ha llegado Isaías” (2009), “Y Seiobo descendió a la Tierra” (2015), su tan celebrada obra maestra “Tango satánico” (2017), así como “Relaciones misericordiosas” (2023) y “El barón Wenckheim vuelve a casa” (2024).
En 2004 recibía del gobierno húngaro el Premio Kossuth por el conjunto de su obra; le seguirían el Man Booker Internacional 2015, Premio Austríaco de Literatura Europea 2021, el Premio Formentor de las Letras 2024, hasta desembocar en el Premio Nobel de Literatura 2025.