“Tijuana se está como formando y esa transformación constante es lo que también caracteriza a los artistas”, expresó a ZETA la artista visual tijuanense
Entre la fotografía y la instalación, el reciclaje o la sedimentación, la artista visual tijuanense llega a medio siglo de vida, con 13 proyectos en su trayectoria que comparte en la exposición “20 años de arte _under construction_”, en la Sala 1 de El Cubo del Centro Cultural Tijuana (CECUT).
Bajo la curaduría de Daniela Lieja y Rosela del Bosque, con esta exposición plástica integrada por más de 150 piezas, entre fotografía e instalación, Ingrid Hernández hace un alto en su trayectoria para reflexionar en su propuesta de los últimos 20 años como artista visual tijuanense:
“Siento que estoy en un momento como de autorreflexión y de apreciación del camino que he recorrido en 20 años, siento que es como la mitad de la vida de un artista, como media carrera que le llaman; o sea, yo me veo, desde aquí hasta que me muera, produciendo. Ya tengo 50 años y, evidentemente, si son otros 20 más tendré 70 y seguramente seguiré produciendo. Así que me encuentro revisando esta primera media carrera y reconociendo ese trabajo. Para mí es muy importante tener esta exhibición para reconocer el trabajo que yo misma he desarrollado, porque no es lo mismo ver tu trabajo concentrado de 20 años en un sitio que tener la experiencia de haberlo producido durante 20 años”, expresó a ZETA la artista visual tijuanense.

13 PROYECTOS
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Con el apoyo en la producción del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales, Efiartes (Estímulo Fiscal del Artículo 190 de la LIRS), Relaciones Inesperadas, Up Sí Vale y el CECUT, en “20 años de arte _under construction_” se concentra una síntesis de 13 proyectos creados por Ingrid Hernández durante dos décadas, a través de los cuales la autora presenta imágenes de zonas periféricas y sus habitantes de la ciudad fronteriza, las construcciones de diversos materiales reciclados y la intimidad de sus interiores, en demarcaciones como las colonias Nueva Esperanza, Margarita Morán, Maclovio Rojas y Cuero de Venados.
Entre sus proyectos figuran, en orden cronológico, desde “Tijuana comprimida (2002-2004)”, “Outdoor (2003-2004)”, “The swallow maquila, from the series deserted factory (2004)”, “Irregular (2004-2005)”, “Made in home (2006)”, “Indoor (2008-2009)”, pasando por proyectos de la segunda década del milenio, como “Inside (2011)” y “Affective Landscapes (2018-2019)”, hasta llegar a los más recientes como “Transition (2009-2029)” y “Sedimentaciones (2022-2025)”, las cuales determinan el guion museográfico.
— ¿Por qué cada proyecto tiene su propia presentación y su propio montaje incluso?
“Sí, la foto de repente puede ser como muy monótona; o sea, es una pieza bidimensional todo el tiempo, que se trata sobre un tema a lo largo de los años. Entonces, imagínate si vas a ver 180 fotos de eso, qué aburrido, ¿verdad? En la exposición hay montajes que tienen marco, otros montajes que son en vinil autoadherible, otros montajes que son sin marco, con la pura superficie rígida; otros que son como una línea del tiempo, otros vienen acompañados de toda una infraestructura como canaletas o piezas que se separan de otras imágenes que son como de registro de las acciones; las ves dentro de una vitrina porque no son piezas, sino son los registros”.
“Entonces, tratamos de separar de esa manera para poder también buscar no sólo la autonomía de cada proyecto, sino también el dinamismo de la audiencia dentro del espacio; que el cuerpo del espectador no estuviera pasivo, sino que pudiera también de alguna manera hacer los movimientos que haces cuando traes una cámara, o cuando vas recorriendo la ciudad, que también es otra práctica de mi propia práctica como artista, el caminar por la ciudad y el tomar estas imágenes”.

MAQUILAPOLIS (O “ASÍ FUE QUE CONOCÍ MUCHO DE TIJUANA”)
Ingrid Hernández nació en Tijuana, en 1974. Estudió en la Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas con Especialización en Trabajo Social, entre 1991 y 1994, y la Licenciatura en Sociología en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) Campus Mexicali, entre 1995 y 1998.
Primero reconoció que, cursando aún la preparatoria, incursionó en la fotografía con el reconocido fotógrafo Manuel Bojórquez:
“Yo había comenzado a estudiar fotografía desde el 92. Salí de la Lázaro, pero ahí estudié Trabajo Social; siempre estuve interesada en el mundo social, entonces estudié una especialidad técnica, Trabajo Social. Estaba por salir y ya había entrado a estudiar con Bojórquez, estaba en la prepa todavía, era como el 92. Entonces, cuando estaba en la Lázaro es cuando entré a clases con Bojórquez, en la UABC, donde después se convirtió en la Escuela de Artes”.
Al ingresar a la Universidad, la fotografía tuvo que esperar mejores tiempos: “Yo durante la Universidad no hice foto. Cuando salí de la Universidad entré a la maestría directamente al Colegio de la Frontera Norte. Y pues es muy absorbente la maestría, tampoco estudié o ni siquiera hice nada de foto. Pero cuando salí de la maestría, fue cuando me di cuenta que no quería ser investigadora y que lo que quería era dedicarme al arte. Entonces fue cuando empecé realmente a tomar la cámara y hacer estos recorridos por la ciudad”.
En este punto de la entrevista, la artista visual valoró la influencia del proyecto documental “Maquilapolis”, producido y dirigido en 2005 por Vicky Funari y Sergio de la Torre, en colaboración con el Colectivo Chilpancingo Pro-Justicia Ambiental, el Centro de Información para Trabajadores y Trabajadoras y Promotoras por los Derechos de las Mujeres y Grupo Factor X / Casa de la Mujer:
“Cuando salí de la maestría, trabajé en ‘Maquilapolis’, esa película va a cumplir 20 años. Esa película para mí fue muy determinante porque ‘Maquilapolis’ lo que hacía era trabajar con trabajadoras de maquila, que eran como siete personajes, y les enseñábamos a usar la cámara, que se grabaran, que hicieran como grabaciones de autoentrevistas, etcétera; pero yo dentro de las muchas actividades que hacía en ‘Maquilapolis’ era llevarlas a sus casas y traerlas. Así fue que conocí mucho de Tijuana que yo no hubiera podido conocer si no fuera por ese proyecto, porque ese proyecto me llevó a conocer otros sitios que no me hubiera metido o que, si hubiera llegado, hubiera llegado en otro momento. O sea, llegué en ese momento precisamente por mi trabajo en ‘Maquilapolis’”, reconoció.
“De hecho, el puente que tú ves en el proyecto ‘Tijuana comprimida’ era lo que yo veía cuando dejaba a una de las protagonistas de ‘Maquilapolis’ en su casa, Lourdes Luján, la dejaba en su casa y lo que yo veía era ese puente, que estaba construido de pedacería de madera. Y cuando terminó la película, yo estacioné mi carro ahí, me bajé y empecé a caminar en el asentamiento, fue así que empecé a trabajar en el asentamiento Nueva Esperanza. Antes de eso yo nomás agarraba la cámara y veía hacia donde crecía la ciudad, conocía estos espacios donde vivían las protagonistas de ‘Maquilapolis’, encontraba algunas imágenes que me gustaban y tomaba fotografías de las fachadas que es ‘Outdoor’. Entonces, se puede decir que a partir como de 2002 empecé a formar este cuerpo de obra que estamos viendo aquí en esta exhibición”.

“NO HAGO LA FOTO QUE HAGO PORQUE ESTUDIÉ SOCIOLOGÍA”
Luego de estudiar la Licenciatura en Sociología en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) Campus Mexicali, entre 1995 y 1998, cursó la Maestría en Administración Integral del Ambiente en El Colegio de la Frontera Norte en Tijuana, entre 1998 y 2000.
— ¿Qué tanto ha influido en tu obra visual la Sociología?
“Es una pregunta bien interesante. No hago la foto que hago porque estudié Sociología, sino por la que soy estudié Sociología. ¿Qué quiere decir eso? Que tú cuando eliges una carrera la eliges por alguna razón; o sea, no es una elección equis, hay una razón por la cual estás eligiendo esa carrera y tiene que ver con tu propia formación e intereses hasta ese momento que llegas a la carrera. Yo desde la preparatoria ya había estudiado Trabajo Social, entonces yo estaba interesada en el mundo social. En realidad, mis observaciones eran de tipo social, político-social, económico, y yo pensaba que la Sociología me podía dar un entendimiento más grande de esas observaciones que yo hacía, que después terminaron en arte”.
No obstante, reconoció: “Sí, definitivamente, lo que me dio la Sociología y lo que me dio mi formación en El Colegio de la Frontera del Norte fueron bien importantes para organizar el pensamiento”.
EL TLC DESDE EL ARTE EN TIJUANA
Dos acontecimientos cruciales marcaron el arte en Tijuana en la década de los 90: la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre México, Estados Unidos y Canadá; y la irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), ambos en 1994.
— ¿Qué tanto influyó, al iniciar tu trabajo como artista visual, el contexto político de esa ápoca en Tijuana a partir de 1994, cuando entró en vigor el TLC y la aparición del EZLN?
“Yo creo que está bastante ligado el tema del Tratado de Libre Comercio con los fenómenos que retrato, porque el hecho de que hubiera maquiladoras asentadas en la frontera había cambiado el mapa social o sociodemográfico, social, económico, de la ciudad. Con estos programas de incentivos de la maquiladora, ya de por sí Tijuana era una atracción como tierra de oportunidades para la gente –mi abuela llegó en los 50 con esa idea–, pero con las maquiladoras lo que pasó es que eso se potenció; entonces empezó a llegar mucha gente, más, numerosamente hablando. Y lo que sucedió es que todos estos fenómenos de falta de planeación, de regularidad, de urbanización, se agudizaron”.

“Entonces, eso es lo que vemos en mis imágenes al final de cuentas: cómo impacta lo económico en lo social, en el paisaje incluso. Entonces, definitivamente, es una cosa que está ligada a mi trabajo totalmente, simplemente por el hecho de que es un producto, lo que estamos viendo acá es el producto de esa relación con el territorio, con lo económico; nuestra relación con Estados Unidos también está en las imágenes”.
“MI OBRA ES PRODUCTO DE TIJUANA”
La obra de Ingrid Hernández es eminentemente tijuanense, es decir, su obra no pudo haberse creado en el Occidente del país, ni el Golfo, tampoco en el Sureste o Suroeste, por eso había que preguntarle a la autora:
— ¿Cómo ha influido Tijuana o la frontera en tu obra?
“No sería esta obra, no existiría. O sea, mi obra es producto de Tijuana; no podría yo hacer esta obra en otro lugar. La mirada que tengo está construida por vivir en este espacio. Yo soy producto de Tijuana, en todos los sentidos, como ser humano, porque Tijuana es un lugar donde se está definiendo constantemente la identidad del sitio, donde todavía no está escrito como con hierro la historia, sino que es una cosa nueva, joven, que apenas se está gestando, tiene muy poquitos años. Eso da muchas oportunidades y también produce muchos fenómenos difíciles de afrontar”.
Al hacerle la pregunta sobre cómo ha permeado la ciudad en su obra, inevitablemente trajo a colación el tema de Tijuana bajo construcción:
“Tijuana es un lugar ‘under construction’; sí se está como formando, y ese fenómeno del que se está formando es lo que da como producto el que veamos la ciudad así. O sea, no la vemos como Guanajuato, no la vemos como la Ciudad de México, donde tú ves un edificio que tiene 400 años. Tú aquí ves una cosa que tiene 2 años, 10, 15, 20, 30, 40 años. Y esa transformación constante es lo que también caracteriza a los artistas y a todo; yo digo que no es de los artistas nada más, es de todas las profesiones: de que siempre te estás transformando y que no te puedes como quedar en un sólo lugar; por eso haces arte, pero también das clases, pero también haces gestión. Entonces como que hay un mundo de posibilidades que permite este contexto que no está totalmente definido. Entonces, pues sí, digamos que yo soy producto de Tijuana y por lo tanto la mirada que yo tengo es una mirada totalmente relacionada con este espacio. O sea, yo diría que si quieres conocer de alguna manera a Tijuana, podrías voltear a ver estas imágenes”.

DEL RECICLAJE COMO SEDIMENTACIÓN
Ciertamente, algunos artistas plásticos tijuanenses de su generación nacidos en la década de los 70 han recurrido al reciclaje para, a partir de desechos industriales o fronterizos, crear una propuesta estética. Pero en el caso de Ingrid Hernández, cuyo proyecto más reciente es “Sedimentaciones (2022-2025)”, homónimo de su libro (Galley proof, 2024), propone el uso de materiales reciclados como una sedimentación.
— ¿Cuál es tu idea o cómo concibes la sedimentación de los materiales reciclados usados en Tijuana en la construcción como las puertas de garage que de hecho incluyes en tu exposición?
“Mi último proyecto se llama ‘Sedimentaciones’. En este proyecto del Sistema Nacional de Creadores de Arte lo que propuse es que lo que vemos en Tijuana, o sea, estas fachadas, estas formas que vemos de las casas de alguna manera, son como elementos que pueden irse superponiendo y que van construyendo una capa que se va sedimentando; la capa que vemos está hecha como de muchos sedimentos. Por un lado, quiero demostrar de alguna manera que estas casas no solamente están en la periferia de Tijuana, sino que la forma de construir con estos materiales alternativos es una forma de construcción que abunda en Tijuana en muchos lugares y que tiene que ver con nuestra relación con Estados Unidos, donde por un lado tenemos mucho material que viene de allá, pero también muchos elementos industriales desechados de la maquiladora, muy de aquí, como una puerta de garage. O sea, yo no conozco otro lugar en donde las puertas de garage se utilicen para construir paredes de una casa; a lo mejor sí existen, pero yo he viajado por algunos lugares y no las he visto, porque obviamente obedecen a la frontera, porque esto no va a llegar más adentro, porque se va a agotar en la frontera. Ya se necesita, digamos”.
Finalmente, lleva la idea de la sedimentación como una forma poética de creación desde la plástica:
“Las capas siempre dan mucha información y generan nueva, se van superponiendo elementos que generan algo nuevo. En frente de mi casa está una construcción que tiene piedra, cemento, madera, pallets. Como que estamos hechos de sedimentos, o sea, es una forma de construir en la ciudad, pero también es una mentalidad de que se va a construir por ahora y que después se va a cambiar, pero que eso se vuelve permanente con el tiempo. Las puertas de garages utilizadas acá en Tijuana como paredes y luego aquí también te las venden como en partes, entonces tú puedes hacer tu propia composición. Tijuana es una especie de under construction que se vuelve permanente con el tiempo”.







