Cuatro años han pasado desde que Finney Shaw (Mason Thames) escapó del terrorífico “Grabber” (Ethan Hawke), pero la historia no acabó ahí, puesto que el director Scott Derrickson retomó el encuentro entre víctima y victimario con una visión mucho más siniestra y sobrenatural.
Y es que ahora el asesino serial acecha desde los sueños de Gwen (Madeleine McGraw), pues ya no en el mundo de los vivos. El resultado es una oscura e intensa pesadilla donde el mal ya no se confronta porque no se materializa, pero ahí está, aunque tarda en introducirse porque hay aquí la necesidad de familiarizar al espectador con personajes que tal vez no conoce.
Superado el desarrollo del contexto, el filme explora con suma potencia el desafío de los hermanos Shaw, aunque al final es Gwen quien tiene más peso en esta secuela porque es ella quien posee habilidades psíquicas y Finn aún lucha para protegerla mientras supera su trauma.
Derrickson supo muy bien por dónde quería llevar esta cinta y sus decisiones fueron muy acertadas, con un elenco ya conocido, que se desempeña aún mejor, y un trabajo visual que resulta perfecto para contar esta lucha entre el bien y en mal sin dejar de lado la posibilidad de rendir un tributo al Género H ochentero. No se la pierdan, de veras. ****
Punto final.- En esta época del año hay que volver a ver el “Psycho” de Hitchcock.
8t9ae6