La Catrina de todo se entera.
Jóvenes, señoras y doñas
se practican miles de abortos;
dice La Huesos: “¡Eso no lo soporto!”
Leyes y gobierno crueles,
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cómplices de muerte firma y papeles,
ya no judicializan ese asesinato;
ya autoridad, funcionarios diputados ingratos.
La Parca no quiere más angelitos,
los quiere en el mundo sanitos.
El aborto es atentado a un infante;
Indefenso, lo mandan a la muerte.
“Mujeres piensen bien”, murmuró La Huesos,
“la vida sexual es para todos,
hay métodos anticonceptivos;
eso es lo primitivo”.
La biblia no habla de aborto
pues esos preceptos están escritos.
En la tierra todo se olvida
aborto, sexo, muerte a una vida.
“Ya basta”, dice la Dientona,
“sean más gente humana;
mujeres encintas:
un aborto las puede llevar a la cripta”.
Estamos en segundo milenio,
Esa práctica es del demonio.
No más matazón de infantes,
Téngalo en su mente presente.
Un niño abortado pudo ser eminencia.
El mundo necesita inteligencia.
Un líder, mesías verdadero,
aquel bebé que iba al agujero.
La del velo blanco sentencia:
“Un aborto más y me llevo a la madre.
Ellas sí tienen conciencia,
y la victima infantil toda inocencia”.
Cuenta La Huesos: “¡No más abortos,
eso no más lo soporto!
Dejen venir y vivir esa criatura
Vida, luz, sangre, ser y natura”.
Leopoldo Durán Ramírez.
Tijuana, B.C.







