La gira 2025 de la obra de teatro, “La Velocidad del Otoño” arribó a Tijuana para presentarse este domingo 31 de agosto en la Sala de Espectáculos del Centro Cultural Tijuana (CECUT).
En esta ocasión, la puesta en escena contó con la participación de los reconocidos actores, Jacqueline Andere y Sergio Basáñez.
Cabe recordar que durante varios años esta obra fue protagonizada con gran éxito por la experimentada actriz Susana Alexander, quien en el 2024 decidió retirarse de los escenarios teatrales.
Ahora, son Andere y Basáñez, los que intenta conquistar al público con esta obra de teatro escrita por el estadounidense Eric Coble, la cual explora la relación que existe entre una madre octogenaria y sus hijos, confrontando el proceso de envejecimiento y la necesidad de autonomía y amor familiar.
La puesta en escena retrata la historia de una madre Alejandra, (Jacqueline Andere), la cual se encuentra atrinchera en su departamento, armada con bombas molotov y amenazando con hacerlas explotar porque dos de sus hijos, Miguel y Jennifer, quienes ya no la creen capaz de valerse por sí misma quieren llevarla en contra de su voluntad a un asilo para ancianos.
En ese momento aparece en escena, Mateo (Fernando Basáñez), su hijo mayor, quien luego de 20 años de ausencia vuelve a casa para intentar convencer a su madre de desistir de su catastrófica idea, siendo el mediador del embrollo familiar.
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Pero Alejandra está dispuesta a pelear por su destino y si tiene que hacer volar el edificio para evitar sea llevada a la casa de retiro no lo dudara por ningún momento.
Pero entre la madre y el hijo mayor existe una conexión especial, es por eso por lo que en su reencuentro estalla una serie de sentimientos al recordar el pasado familiar.
Todas estas circunstancias abonan para que, después de varios episodios, Mateo pueda convencer a su madre Alejandra de su intento piromaníaco de destruir su hogar y terminar con su vida entre llamas.
Y es así como en medio de un público en su mayoría de la tercera edad, a lo largo de una hora y media, la sala del CECUT termina invadida por una serie de sentimientos encontrados, pasando de la comedia al drama, llevando a todos los presentes a una cruda y real reflexión.