“Así inició un nuevo periodo para México, con una Corte a modo de la Presidencia de la República, sin experiencia más allá de las filias, y con una presidencia en la Cámara de Diputados, de una legisladora que sí cree en la pluralidad y el parlamentarismo, aunque estos no sean del interés del partido en el poder.”
“Así inició un nuevo periodo para México, con una Corte a modo de la Presidencia de la República, sin experiencia más allá de las filias, y con una presidencia en la Cámara de Diputados, de una legisladora que sí cree en la pluralidad y el parlamentarismo, aunque estos no sean del interés del partido en el poder.”
La concentración de poder que ejercen desde el Partido Morena, cuyo epicentro está en la presidencia de la República que ha encaminado toda suerte de reformas para tener presencia y control en todos los poderes que integran el Estado Mexicano, el Ejecutivo con la segunda representante de ese instituto político a la cabeza, la Presidenta Claudia Sheinbaum, el Legislativo con una abrumadora mayoría que junto a los aliados personifican la nueva barredora política, y ahora la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con un exfuncionario indigenista en la presidencia del Poder Judicial, requiere, ante tales excesos, de “contrapesos”.
Con una pluralidad manufacturada, como el hecho de encumbrar a un indigenista en el máximo Tribunal Judicial del País, el partido en el poder justifica una “refundación” innecesaria de ese Poder del Estado Mexicano, y con la designación de la panista Kenia López Rabadán como presidenta de la Cámara de Diputados, pretenden darle ese aire plural a un sistema político que, desde Morena, se ejerce con totalitarismo.
Con su Reforma Judicial, mejor dicho, con la Reforma Judicial propuesta por el expresidente Andrés Manuel López Obrador y consumada por la actual mandataria nacional, se deshicieron de colegiado de experiencia y que sentaron jurisprudencia en este país, para construirse una corte a modo con integrantes afines al morenismo. Ya lo había dicho el exmandatario López cuando propuso y fue designada la Ministra Margarita Ríos Farjat, y que ella al llegar a la Corte actúa con independencia, que él se había equivocado, que lo habían traicionado, y por ello, mejor eliminar a la Corte como la conocíamos, y hacer una nueva integración a su conveniencia, con aliados que sean más comparsas y menos poder autónomo e independiente.
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A la Diputada Kenia López Rabadán, la eligieron los morenistas porque así se los ordenaron. No porque los legisladores tengan conciencia y autonomía de sufragio legislativo, sino porque acostumbrados están, como el PRI de la primera mitad del siglo pasado, a votar en bloque bajo la orden de la Presidencia de la República. Tampoco porque crean que es necesaria la pluralidad ideológica y política en una democracia como se supone que es la mexicana, no. López Rabadán ha sido una dura crítica de los morenistas y sus excesos, panista con más de 30 años de militancia y trayectoria, ex senadora, legisladora de Tribuna y oratoria que en su partido llega a tal posición por méritos, y para Morena como parte de un acuerdo, consenso político.
El deterioro público con la vida de excesos del expresidente de la Cámara baja, el morenista Carlos Gutiérrez Luna, expuesto en medios y redes sociales por sus gustos e inclinaciones hacia marcas de diseñador de alta gama, y las joyas y excesos de su esposa, aunado a una reciente exhibición del expresidente de la Cámara de Diputados, que de vivir en una vecindad en el centro de la Ciudad de México, pasó a tener una casa con valor de 12 millones de pesos en Tepoztlán, Morelos, obliga a los morenistas a mantener un bajo perfil. A salir del ojo del huracán en la opinión pública.
Y esos dos hechos, un indigenista sin experiencia en el Poder Judicial, como Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y una panista de renombre en la presidencia de la Cámara de Diputados, les significan aires de “pluralidad”. No lo son.
La realidad es que con su mayoría en el Poder Legislativo al poder central de Morena le importa poco quién presidente las cámaras, cuando voto por voto pueden soportar la reforma que les plazca. Lo mismo sucede con la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ya de suyo acotada por otras reformas como la nueva “supremacía constitucional” propuesta por Morena, que impide por ejemplo a los ministros elaborar sobre controversias constitucionales, al determinar que “son improcedentes las controversias constitucionales o acciones de inconstitucionalidad que tengan por objeto controvertir las adiciones o reformas a esta Constitución”.
La pluralidad en el totalitarismo con el que Morena ejerce el poder en México, a partir de la Presidencia de la República, la mayoría en las cámaras legislativas y ahora la afinidad con los inexpertos integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es como una fachada, un montaje político para fundamentar una democracia y una pluralidad que están lejos de representar, promover o preservar.
Aun en la pluralidad los discursos fueron harto distintos. Mientras el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el Ministro Hugo Aguilar habló desde el resentimiento y con líneas discursivas muy similares a las de Morena, justificando el pasado inmediato de ese poder como excluyente y arbitrario, para llamar a la Corte como la “casa de la justicia”, la Diputada Kenia López, centró sus palabras de agradecimiento por la posición que ahora encabeza, en el honor, en el debate respetuoso, el respeto a las mayorías y a las minorías, y el valor de la palabra para todos los diputados que quieran disponer de la misma, en una presidencia que anticipa plural y democrática.
Así inició un nuevo periodo para México, con una Corte a modo de la Presidencia de la República, sin experiencia más allá de las filias, y con una presidencia en la Cámara de Diputados, de una legisladora que sí cree en la pluralidad y el parlamentarismo, aunque estos no sean del interés del partido en el poder.
Chayotera y estúpida, no tiene nada que dar, estás jodida…