“La libertad no se compra, la pagarás con el alma”
-Karol Wojtyla, poema “La Libertad”.
Liu Xiaobo ganó el premio Nobel de la Paz (2010) y no pudo recibirlo por estar en prisión (2009-2017). La prensa china fue ferozmente censurada por el gobierno chino y se minimizó la disidencia de Liu Xiaobo, y ni a su esposa se le permitió asistir a la ceremonia en Noruega. El líder, acusado de “incitar a la subversión”, falleció en un hospital donde fue confinado. A diferencia de Mo Yan, otro escritor chino (Nobel de literatura 2012), Xiaobo es un reconocido líder espiritual activista por los derechos humanos y la democracia en China.
Escritores como Octavio Paz renunciaron a muchos privilegios por solidaridad con el Movimiento Estudiantil de 1968 donde desaparecieron a un hermano de Elena Poniatowska; Paz, Nobel de Literatura 1990, que habría acompañado a Julio Scherer, al intervenir el gobierno la cooperativa Excélsior (1976).
Lo absurdo es que muchos políticos en el mundo se sirven de la libertad de expresión para asaltar el poder y luego, como en nuestros días, legislan para censurar y extinguir la libre inteligencia, comunicación. Alienados por la soberbia del poder, se vuelven contra la democracia. Y mienten con un cinismo irrisorio. No saben gobernar en libertad y con sabiduría. Como si nada más ellos existieran, el laicismo les ha permitido desarrollar un lóbulo cerebral, haciendo inservible el otro. Bien diría el maestro Antonio Caso, de los fundadores de la Universidad Nacional (UNAM), en La Existencia como economía, como desinterés y como caridad: “No hay acústica para los sordos, ni óptica para los ciegos; ni moral, ni religión para los egoístas; por eso ves que la niegan”.
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Uno podría reducir el tema de la libertad de expresión a las redes sociales y a los medios tradicionales de comunicación. Hacia 1970, el buen Joan Manuel Serrat, huyó de la España franquista para vivir en Guadalajara, Jalisco; y en 1985 no le permitieron realizar un concierto en Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet. Algo personal. “Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad, viajan de incógnitos en autos blindados, a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad, a colgar en las escuelas su retrato…”

Y entonces San Pablo, perseguido por los judíos y los sumos sacerdotes, escribirá todas sus cartas en prisión a través de San Luca; encarcelado como el poeta Miguel Hernández, a quien Serrat dedicó un álbum completo (YouTube con las célebres Nanas de la Cebolla).
El gran Plácido Domingo musicalizó con la Orquesta Sinfónica de Londres, un poema de Karol Wojtyla (Juan Pablo II), una admirable enseñanza del sacerdote polaco que sufrió desde 1920 la persecución contra sus amigos judíos, Polonia y la humanidad, a quienes ayudó con actas de bautismo para librarlos del nazismo y del comunismo soviético:
“La libertad es conquista, que nunca cederá; no será siempre tuya, no se puede heredar; siempre es igual tú lo sabes, una batalla sinfín, que cada día se combate en ti…”.
“La libertad no se compra, la pagarás con el alma; todo lo darás, sin nunca recriminar, y así brillará tu gran humanidad”.
“La libertad una ofrenda que te sorprenderá, si quieres preservarla, no dejes de luchar; es como alzar el vuelo y no parar jamás, y si no lo hace así, la perderás…”.
“El peso de la historia, nos hizo en un pilar, cuyas grietas tenemos que restaurar”. (Karol Wojtyla, poema “La Libertad”).
Germán Orozco Mora reside en Mexicali.