Con 97 años posicionados en Baja California, la familia Cetto ha sabido balancear entre tradición e innovación, y un legado que data desde Trento, Italia, ahora en manos de generaciones que abogan por un vino al alcance de todos, “llegar al punto en el que no importa en qué parte del mundo estés, si tú preguntas por un vino mexicano, piensen automáticamente en alguno de L.A. Cetto”
Baja California se ha ido forjando de un gran número de migrantes que se entregan a la región con un sueño de superarse personal y profesionalmente en distintos ámbitos y ciudades. Es así como a inicios del siglo XX llegaría Ángelo Cetto desde Trento, Italia, a América, con una experiencia vitivinicultura aprendida de generaciones Cetto provenientes de Selva di Levico, donde nació su bisabuelo. Conocimientos heredados a una familia que forjó en Valle de Guadalupe un legado social, cultural y, por supuesto, en el entretenimiento, reflejado este 2025 en la “Fiesta de Colores”, vendimia llevada a cabo el pasado sábado 11 de agosto con la que conmemoran 97 años de posicionarse a nivel regional e internacional.
“Lo más importante de la vendimia es compartir un año de trabajo, el fin de un ciclo en el campo, la fruta viene a la bodega y arranca ahora su proceso de vinificación”, declaró Luis Alberto Cetto, el actual patriarca, para quien la mayor satisfacción es continuar en familia, en especial en un año cuyas condiciones han sido especialmente favorables para una cosecha productiva para 15 millones de botellas al año, exportando a 23 países de forma directa y que históricamente les ha generado más de mil medallas y reconocimientos a lo largo de su trayectoria.
En un contexto donde hablar de vino resuena a estratos socioeconómicos altos, y donde no cualquiera adquiriría la entrada de seis mil 500 pesos para el festejo -a pesar de todas las amenidades incluidas, como infinidad de degustaciones, cena de especialidad y un concierto sorpresa que en esta ocasión estuvo a cargo de Reyli Barba-, lo cierto es que la familia Cetto aboga por un vino al alcance de todos, una consigna por la que las nuevas generaciones a cargo siguen abogando.
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“Toda la vida hemos sido de los vinos mexicanos más económicos en el mercado. Y cuestionando a mi nono, le decían: ‘¿Por qué no suben los precios? Ya están entrando los vinos externos, franceses, americanos, ya están volviendo famosos aquí en México. Engánchate de eso y sube precios’. Y mi nono siempre decía: ‘Yo lo que quiero no es venderle a los más altos mandos o lo que sea, yo lo que quiero es que todo mexicano pueda tener una de mis botellas en su mesa”, explicó a este Semanario Luis Ángelo Cetto, quien junto a su primo Fernando han mantenido la visión familiar, “algo que nosotros ya llevamos en la sangre, en nuestra esencia, el que tenemos vino para todo mundo. Ahí lo difícil es convencer a la gente de ‘oye, ven, pruébame y júzgame. Sea bueno, sea malo, tú júzgame’”, reiteró en medio del festejo, con una serenidad que reafirma por qué va casi un centenario de L.A. Cetto y un posicionamiento más allá del elitismo, con un sabor distintivo adjudicado a Baja California:
“El clima y el perfil de tierra que tenemos, con zonas más arcillosas, arenosas, tierras profundas, el tipo de agua que tenemos en la zona y la mano de obra, todo lo que engloba el terruño es lo que nos ha hecho unos expertos de cómo producir el vino en México”, compartió Luis Alberto Cetto previo a la misa inaugural que recordó la importancia de mantener los pies sobre la tierra y sus condiciones que han permitido la expansión de sus vinos.
“Actualmente estamos en alrededor de 20 países, pero mi meta personal, o la meta de la cuarta generación, es poder decir que estamos en todos. Puede que sea un sueño guajiro, pero me encantaría mínimo llegar al punto en el que no importa en qué parte del mundo estés, si tú preguntas por un vino mexicano, mínimo, si no lo tienen ahí, que piensen automáticamente en alguno de L.A. Cetto”, relató emocionado el más joven, cuya identidad ahora la está desbordando en “una línea nueva de vinos de uvas orgánicas y sostenibles”, y que precisamente va de la mano con las inquietudes de las generaciones más nuevas, y donde los Cetto no han dudado en apuntar al reúso de aguas para riego, en vistas a la preocupación sobre el déficit acuífero en Valle de Guadalupe, donde en una jornada de 12 horas completaron la Fiesta de Colores, en un balance entre festejo ameno e innovación, junto a las tradiciones que recalcan la importancia de la vendimia, y el por qué es seguro augurar más de un centenario manteniendo su huella en la Baja.
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