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lunes, agosto 4, 2025
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El regalo

Le preguntaba la madre a su hijo Marco:

— ¿Qué quieres que te compre para tu tercer cumpleaños?

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— Una raqueta y una pelotita de ping pong.

La madre le compró una raqueta.

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Marco cumplió 10 años. Su tío le pregunta:

— ¿Qué quieres que te regale para tu cumpleaños?

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— Una raqueta y una pelotita de ping pong.

Marco cumplió 16, su primera novia le pregunta:

— ¿Qué quieres que te regale para tu cumpleaños?

— Una raqueta y una pelotita de ping pong.

Le compraron una raqueta. Marco cumplió 25, se casó. El amor de su vida le pregunta:

— ¿Qué quieres que te regale para tu cumpleaños?

— Una raqueta y una pelotita de ping pong.

Cumplió 30. Su compadre le pregunta:

— Marco, ¿qué te gustaría para tu cumpleaños?

— Una raqueta y una pelotita de ping pong.

Marco cumplió 40. Su primer hijo tenía 13. El hijo le pregunta:

— Papá, ¿qué quieres que te regale para tu cumpleaños?

— Una raqueta y una pelotita de ping pong.

Tres años después, llega su hija y le pregunta:

— Papá, ¿qué quieres que te regale para tu cumpleaños?

Una raqueta y una pelotita de ping pong.

Marco cumplió 50. Su hermana mayor le pregunta:

— ¿Qué quieres que te regale para tu cumpleaños?

— Una raqueta y una pelotita de ping pong.

A los 60 años. Sus sobrinos llegan y le preguntan:

— Tío, ¿qué te gustaría para tu cumpleaños?

— Una raqueta y una pelotita de ping pong.

Cumplió 65. Su nieto le pregunta:

— Abuelo, ¿qué quieres que te regale para tu cumpleaños?

— Una raqueta y una pelotita de ping pong.

Cumplió 70. Un viejo colega le pregunta:

— ¿Qué quieres que te regale para tu cumpleaños?

— Una raqueta y una pelotita de ping pong.

Cumplió 80. Su bisnieto llega:

— Bisabuelo, ¿qué quieres que te regale para tu cumpleaños?

— Una raqueta y una pelotita de ping pong.

Marco llegó a los 100. Estaba débil, moribundo. Todos sus seres queridos llegaron a verlo, por última vez. Y le preguntaron:

— Abuelo Marco, ¿por qué siempre pediste que te regaláramos una raqueta y una pelotita de ping pong?

— Pues, es lo primero que se me ocurrió.

Autor: Anónimo de la familia de Marco.

 

Mala hierba

Un conejo y un pollito están fumando hierba. El conejo arma un churro más grande y se lo da al pollito para que pruebe. Le pregunta:

— Oye, pollito, ¿sientes algo? El pollito dice:

— ¡Nada!

El conejo arma otro porro, más grande todavía, y se lo da al pollito. Le vuelve a preguntar:

— ¿Y ahora, pollito? ¿Sientes algo? Y el pollito responde:

— ¡Otra vez, nada!

— ¡A las 3:00 pm! -pensó el conejo-, voy a armar otro… Y el conejo arma, o sea, una bomba. Y se la da al pollito otra vez.

— ¡Y, pollito mío, no me digas que otra vez no sientes nada! Y el pollito dice:

— No. Nada, ni el pico, ni las patitas, ni las alitas, nada…

Autor: Un gallo.

 

Tanto amor

— Te amo.

— ¡Te amo!

— No, yo te amo más.

— No, ¡yo te amo más!

— Ay, qué ridículo es jugar con el eco.

— ¡Ay, qué ridículo es jugar con el eco!

Autor: El eco.

 

Qué botana

Enojada, la patrona le reclama a la muchacha del servicio:

— Merceditas, ¿por qué le sirvió a los invitados con un cincel y un martillo?

— ¡Usted dijo que les trajera algo para que fueran picando!

Autor: La Meche.

 

Puros cuentos

La esposa, al borracho:

— ¿Dónde está la cosa más linda del mundo?

— ¡Enfriándose en la nevera en un pack de 6 piezas bien heladito!

 

* * *

Golpean a la puerta de la casa del borracho:

— ¿Quién es?

— ¡El Amor de tu vida!

— ¡Nah! ¡Mentirosa! ¡La cerveza no habla!

 

* * *

 

Preguntar por los ladrones

Entrando a la comandancia, el borracho le dice al comandante encargado:

— Quisiera ver a los dos ladrones que están detenidos aquí, por haberse metido a robar a mi casa la otra noche.

— ¿Para qué quiere verlos?, pregunta el oficial de la ley.

— ¡Es que quiero saber cómo entraron sin despertar a mi mujer!

 

* * *

 

Sentados a la barra del bar, los dos borrachos conversan:

— ¡Por fin, descubrí en donde pasa las noches mi esposa, compadre!

— ¡Híjole! ¿Dónde compadre?

— En la casa, ¡anoche dormí allá!

 

* * *

 

El taxista detiene un poco el andar de su taxi y le pregunta al borracho que va dando tumbos de lado a lado:

— Señor, ¿una carrerita?

El borracho contesta:

No, ¡usted me gana!

 

* * *

 

Están bebiendo los dos borrachos en el bar, uno exclama en medio de su borrachera:

— ¡Compadre! ¡Veo doble!

El otro saca un billete de 100 pesos y le dice:

— ¡Tome, le pago los 200 pesos que le debo!

Autor: Un sobrio.

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