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lunes, mayo 19, 2025
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Todo un misterio

Había una vez un director de una orquesta juvenil. A veces tenía problemas para controlar su temperamento y se enojaba violentamente. Un día, durante un ensayo, el primer violín estaba tocando fuera de tiempo sin ninguna razón. El director se enfadó tanto que pateó al violinista con tanta fuerza que lo tumbó del escenario, con consecuencias casi fatales. El director fue declarado culpable y condenado a muerte.

Para su última comida, el director pidió una docena de plátanos. El guardia estaba un poco perplejo, pero bueno, era su última comida. El director se comió los plátanos y se dirigió a la silla. Encendieron la corriente, pero el director sobrevivió. En este lugar en particular, si sobrevives a la ejecución, eres puesto en libertad.

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Así que el director volvió a tomar la batuta. Aunque seguía teniendo problemas de ira. En otro día fatídico, la flautista de la última fila no podía tocar, él se hartó y le tiró un atril, dejándola malherida. Avanzando hacia el corredor de la muerte, tenía al mismo guardia de prisión cuidando de su última comida. De nuevo, pidió 12 plátanos. El guardia estaba realmente desconcertado, pero cumplió la orden. No sólo eso, sino que el director sobrevivió a otra silla eléctrica.

Por tercera vez, el director estaba de vuelta en el podio cuando un percusionista estaba siendo demasiado ruidoso. El director le tiró la batuta al pobre percusionista y ella cayó inconsciente, con una batuta en el ojo. El director se encontró, una vez más, en esa pequeña celda, pidiendo su docena de plátanos. Esta vez, el guardia ya no pudo soportarlo.

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— Te he dado tres últimas comidas. Cada vez pides 12 plátanos. Tampoco he visto a nadie sobrevivir a la silla eléctrica. ¿Los plátanos ayudan a eso? —preguntó el guardia.

El director levantó la vista de su séptimo plátano y respondió:

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— No, es que me gustan mucho los plátanos.

El guardia se quedó impactado.

— ¡¿Entonces, cómo demonios sigues vivo después de la silla eléctrica!?

— Porque soy un director fantasmagórico.

Autor: Un lector tenebroso.

 

Así se hace

Juan dice a su hijo:

— Hijo, quiero que te cases con una mujer que ya escogí.

El hijo responde:

— Pero padre, yo quiero escoger a mi mujer.

Juan dice a su hijo:

— Mi querido hijo, ella es hija de Jeff Bezos.

El hijo responde:

— Bueno, en ese caso acepto.

Entonces Juan se reúne con Bezos y le dice:

— Jeff, ya tengo al marido ideal para su hija.

Bezos responde:

— Pero mi hija es muy joven aún para casarse.

— Tal vez, pero este joven es el vicepresidente del Banco Mundial.

Asombrado Bezos responde:

— En ese caso, creo que lo podemos arreglar; convenceré a mi hija para que acepte al muchacho.

Finalmente, Juan logra reunirse con el presidente del Banco Mundial y le hace la propuesta.

— Señor presidente, tengo a un joven recomendado para ocupar el cargo de vicepresidente de este  banco.

El directivo responde:

— Pero ya tengo muchos vicepresidentes, inclusive más de los que son necesarios realmente.

— Lo que pasa es que este joven es el yerno de Jeff Bezos.

— En ese caso… considérelo contratado.

Y así se hace la política.

Autor: Anónimo de un partido.

 

La licuadora

Un marido celoso dice a su mujer:

— Mi vida, ¿dónde estás?

— ¡En casa, mi amor!

— ¿Segura?

— Sí.

— Enciende la licuadora.

— ¡¡¡Rrreeeeeeeeeeeee!!!

— ¡Okey mi vida! Adiós.

Otro día.

— ¡Mi cieloooo!, ¿dónde estás?

— ¡En la casa, mi rey!

– ¿Segura? Enciende la licuadora

— ¡¡¡Rrreeeeeeeeeeeeeeeeee!!!

— Okey, adiós.

Al siguiente día el marido decide ir a la casa sin avisar. Llega y no encuentra a su mujer.

— Hijo, ¿dónde está tu mamá?

— No sé, papá. Hace rato que salió y se llevó la licuadora.

Autor: Una soltera, otra vez.

 

Se salió del grupo

Dos amigos conversan:

— ¿Oye? ¡Anoche te saliste del grupo de WhatsApp!

— Ah sí, ¡fue sin querer!

— Te agrego de nuevo.

— ¿Agregarme de nuevo? Eh… noooo. Déjalo así, no me lo merezco por descuidado.

Autor: Un ex usuario de redes sociales.

 

La confesión

Una joven se confiesa con el párroco local, quien le llama la atención por ser demasiado superficial. La chica, indignada, le responde al sacerdote.

— Yo no soy una chica plástica ni adicta a las redes sociales, padre.

— A ver, explícame, hija.

— Sí. De hecho ayer hice día de desintoxicación digital. Estaba en un parque hermoso mirando la inmensidad del cielo azul disfrutando de un lago con patitos y gansos, viendo cómo los niños celebraban sus globos, cómo las parejas se llenarán de besitos.

— Ajá.

— Admiré toda la naturaleza, un par de viejitos que estaban sentados en la banca del parque conversando amenamente y me tuve que regresar a la casa.

— ¿Y por qué te tuviste que regresar a la casa?

— ¡Ah! Porque me quedaba 2% de batería en el celular.

Autor: Una influencer.

 

Cruda moral

Dos compadres discuten, luego de que uno saca al otro de la cárcel.

— Pero, de verdad, yo no estaba tan borracho, compadre.

— ¿Qué no? le empezaste a dar patadas al carro amarillo del vecino gritando: “¡Sé que eres un Transformers!”.

Autor: Anónimo del Alcoholímetro.

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