El cine siempre ha despertado sentimientos en Valentina Leduc, editora y directora, quien prácticamente toda su vida ha apreciado la experiencia audiovisual de ir al cine, gracias a ser hija de la legendaria productora mexicana Bertha Navarro, y del director Paul Leduc: “Compartir emociones en un espacio cerrado con personas que no conoces. De ahí vienen todas mis ganas”, un ímpetu que ha mantenido por 30 años y que desemboca en la presentación de “Los sueños que compartimos”, largometraje estrenado en Ambulante Gira Documental, junto a una Masterclass donde reiteró la importancia de la edición cinematográfica: “Siento que es un espacio donde se puede aprender un montón de lenguaje cinematográfico y contar historias, de construcción narrativa, que realmente se construye en el montaje. Entonces ha sido una gran escuela para aprender a relatar”.
La pasión por el cine documental también es un reto, pues explica Leduc que “a diferencia de la ficción, que la puedes organizar un poco más, y ya sabes qué va a pasar, ya sabes qué vas a filmar, qué secuencias, en el documental tienes que estar abierto. Puedes planear lo más posible, pero qué va a pasar en el día exactamente, en la situación que estás queriendo ir a ver, es totalmente una incertidumbre”, lo cual enriquece mucho porque “te pone en alerta, en un estado de estar súper presente, observando”, por lo que es vital “tener claro tu objetivo, qué es lo que buscas, y qué de todo eso que estás viendo es lo que más te va a dar lo que necesitas”.
Asimismo, y algo que resalta en este género, es el tejido de relaciones de confianza que son “como puertitas que se van abriendo en la realidad que estás retratando”, explicó con una sonrisa que le llega hasta los ojos; “pero al mismo tiempo entrando en procesos de reflexión. Un intercambio paralelo”, mismo que ofreció ante inquietudes sobre la “Narrativa en construcción: el montaje como escritura documental”, durante el paso de la gira Ambulante por Baja California, plataforma que valora por abrir posibilidades al cine documental, reconocerlo, dar valor, exhibirlo, crear públicos, y darle espacio.

”El otro reto para el cine nacional es la hegemonía de los proyectos promovidos; que haya una “verdadera diversidad” donde tantas plataformas mantienen la hegemonía narrativa:
“Justamente lo padre del cine es que hay miles de posibilidades, o sea, cada uno trae su universo, cada quien trae su propuesta, sus inquietudes, documentales, ficciones, géneros, formas, y eso es lo que es rico del cine. Si todos empezamos a hacer lo mismo, es peligroso”, puntualizó la ganadora de cuatro premios Ariel, por su trabajo como editora y realizadora, que justo en su ópera prima y en el acompañamiento a tres proyectos de comunidades mayas zapatistas junto a un crew sólido mostró “la vida cotidiana de estas resistencias que retratamos. Hay una intimidad con las gentes que estamos retratando y una amistad para siempre. Fue una experiencia de vida muy bonita”.