Los tumultos para acceder a una de las diversas presentaciones del Premio Nobel de Literatura 2010 Mario Vargas Llosa, no podían faltar en la edición 2013 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), el gran protagonista de aquella edición.
Entre otras actividades, la agenda del Premio Nobel de Literatura 2010 incluyó la presentación de su más reciente novela, “El héroe discreto” en el arranque de la FIL, la inauguración del salón literario “Carlos Fuentes” con un diálogo con David Grossman, una matutina rueda de prensa y, por supuesto, firma de libros con previa ficha de entrada restringida a 50 personas.
Obviamente, la presentación de su reciente propuesta literaria fue lo más esperado de Vargas Llosa en la FIL, tanto que el sábado 30 de noviembre, durante el primer día de actividades, abarrotó el auditorio “Juan Rulfo” con más de mil 500 personas que aclamaban al autor peruano.
Antes de disertar en torno al origen de su novela, Mario Vargas Llosa se mostró asombrado por la respuesta del público al acontecimiento literario más importante de las letras en español, por lo que advirtió:
“Uno llega a Guadalajara en estos días y piensa que no hay ninguna razón para temer por el futuro del libro, por el futuro de la literatura; aquí la sentimos viva, sentimos que la literatura es una necesidad, una urgencia para todos los públicos”.
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Durante su aglomerada presentación editorial en el auditorio “Juan Rulfo”, Vargas Llosa confesó algunos pormenores de “El héroe discreto” (Alfaguara, 2013): uno de sus dos protagonistas es un empresario “enclenque” de Perú que decide enfrentar a la mafia extorsionadora que le quería cobrar derecho de piso por su exitoso negocio de transportes. Un desafortunado día el protagonista de su novela, Felícito Yanaqué, recibe precisamente una carta donde los extorsionadores ofrecen “proteger” de los “envidiosos” al negocio familiar, cobrándole 500 dólares al mes. Vargas Llosa evocó el origen del singular personaje extorsionado:
“El punto de partida (de ‘El héroe discreto’) es haberme enterado, ya no recuerdo si a través de un periódico o información en la radio, no sé, de que en una ciudad al norte de Perú, Trujillo, un pequeño empresario de transportes, de origen humilde, había publicado un avisito en un periódico dirigiéndose a la mafia local, advirtiéndole que no iba a pagar los cupos que le pedían”, reveló Vargas Llosa.
“Esta información a mí me impresionó muchísimo”, apostilló el Nobel literario sobre la inserción pagada por el empresario real en Perú, desafiando a la poderosa mafia de la extorsión.
“Estuve mucho tiempo pensando en este pobre hombre empresario sin poder, que de pronto ponía en riesgo a todo lo que tenía: a su empresa, a su familia, a su vida, por una decisión clarísimamente de principios”.
La impresión por aquel valiente empresario peruano extorsionado rindió frutos que desembocaron en la creación de “El héroe discreto”:
“Tenía que haber detrás de eso una convicción profunda de que si aceptaba el chantaje de la mafia y pagaba el cupo que le pedían perdía su dignidad, perdía un cierto valor que organizaba su vida, empecé a sentir realmente mucha admiración por ese personaje, y de pronto me encontré que estaba tomando notas con la idea de inventar a ese personaje”.
El caso del empresario real de Perú extorsionado, fue la fuente de inspiración de “El héroe discreto”, no obstante, el personaje de ficción en su novela, Felícito Yanaqué, se verá en la insoslayable disyuntiva: pagar o no la cuota que le exigían los extorsionadores.
Entre las actividades de Vargas Llosa en la tumultuosa FIL, no pudo faltar una rueda de prensa mañanera el domingo 1 de diciembre, convocada a las nueve de la mañana. De cabellera nívea, traje gris a cuadros y camisa blanca desabotonada, el Premio Nobel de Literatura de 77 años llegó puntual al Salón 2 del auditorio “Juan Rulfo”, espacio donde anteriormente, editores de Alfaguara habían anunciado el inicio de las conmemoraciones del 50 Aniversario de ese sello, donde por cierto, se publica la obra del citado narrador peruano, como “La Ciudad y los Perros”, “Los Jefes”, “Conversación en la Catedral”, “El Hablador”, “La Guerra del Fin del Mundo”, “La Fiesta del Chivo”, “Travesuras de la Niña Mala”, entre otras.
Vargas Llosa se dirigió vigoroso a su asiento central de la mesa del Salón 2; a su izquierda, una lona de unos dos metros de altura por uno de ancho, ilustraba la portada de “El héroe discreto”.
“Hace veinte años era una dictadura de un partido con hegemonía absoluta, con 70 años en el poder, con una corrupción enorme, los presidentes salían ricos, pero ahora es una democracia de partidos, con fuerzas en el parlamento, con manifestaciones de partidos opositores. Hoy se puede atacar al poder, por supuesto hay cosas malas, pero está mejor que hace 20, 30 años, en tiempos de la dictadura perfecta”, refirió.
— ¿Cómo fue que permeó en la obra de Mario Vargas Llosa la situación de violencia actual, incluido el tema de la extorsión que tanto se da nuestros países latinoamericanos? ¿Es consciente de eso cuando escribe?, preguntó ZETA al Nobel
“Pues mire, el punto de partida para mí de todas las historias, son siempre historias personales, ésas que han ocurrido a mí alrededor, que me han ocurrido a mí mismo, de las que he oído testimonios, y eso es el punto de partida para que ya trabaje la imaginación, la fantasía. Quizá por eso puedo ser llamado un escritor realista, porque parto siempre de una realidad vivida muy concreta, muy próxima generalmente, en algunos casos no; en algunos casos son historias que están más bien inspiradas en hechos del pasado, pero lo más frecuente es que sea algo que ocurre a mi alrededor, que en mí despierta de pronto una curiosidad, una especie de fantaseo que es como el embrión ya de una historia”.
“Y bueno, en el mundo en el que yo vivo, pues desgraciadamente la violencia es un factor central de la vida: la violencia política, la violencia social, la violencia cultural, hay múltiples manifestaciones de violencia. Y desde luego, en América Latina eso está todavía muchísimo más presente, está frente a nosotros todo el día, prácticamente no hay país que podamos decir que está, digamos, exonerado de catástrofes, de tragedias, de violencias múltiples”.

“Entonces, yo creo que no es raro que la violencia sea mi protagonista de la literatura. Pero eso no ocurre solamente en nuestra época, en el pasado también; creo que la literatura a lo largo de la historia nos ha dado testimonios tan ricos, a veces tan deslumbrantes, tan hermosos, ¿no?, de las peores atrocidades humanas. La literatura ha sido un testigo constante, siempre, digamos, enormemente sensible a ese factor de la vida que es violencia, la frustración, las injusticias, la explotación, el racismo, los prejuicios; ésa es quizá la materia primordial de la literatura”.
“Si Usted piensa en las grandes obras literarias, las que describen la felicidad humana son mínimas, son realmente mínimas. Lo que las grandes novelas describen son generalmente las grandes frustraciones, los grandes fracasos, las grandes injusticias. Por ello es que yo creo que la literatura es tan importante para el progreso humano”, complementó el autor de “Conversación en La Catedral”.
“Yo creo que la literatura nos ha enseñado lo mal hecha que está la vida, es una constante recordación de todas las razones por las que no podemos ser felices, en todo caso no podemos serlo todo el tiempo, y de la enorme infelicidad que nos rodea”, apostilló Vargas Llosa.
“Lo maravilloso de la literatura y del arte en general es que a pesar de estar apoyado en la infelicidad humana, produce cosas bellas, cosas que nos emocionan, que nos conmueven, que nos exaltan, que nos dan más razones para vivir; pero si uno pasa, digamos, una revisión muy estricta de los principales temas, de los principales asuntos de la literatura, es sobre todo la infelicidad, el sufrimiento, el fracaso, mucho más que la felicidad, que los logros, que los aciertos, aquello que justifica la vida”, refirió a ZETA el Premio Nobel de Literatura 2010.