Una investigación descubrió en San Nicolás de los Garza niveles alarmantes de plomo y arsénico en sitios cercanos a una recicladora de residuos peligrosos provenientes de Estados Unidos
Por Erin McCormick y Verónica García de León / The Guardian y Quinto Elemento Lab
Raquel Villarreal vive con su familia y nueve gatos en una casa color amarillo brillante en la zona metropolitana de Monterrey, donde esta doctora de urgencias ha criado a sus tres hijas. Rebeca, la menor, murió a los 14 años.
A pocos pasos de la casa hay una planta que funciona las 24 horas del día y esparce humo sobre varias colonias y un polvo que, según los vecinos, es difícil de remover de los autos.
En 2023, un destacado investigador de toxicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Martín Soto Jiménez, tocó a la puerta de Villarreal y pidió permiso para analizar la tierra y el polvo de adentro y alrededor de su casa.
En septiembre de 2024, él y su equipo regresaron con hallazgos desoladores.
Encontraron plomo en las muestras de polvo que tomaron de los marcos de las ventanas, en el interior de la casa. El nivel de plomo —un neurotóxico— estaba 60 veces por encima del estándar que en Estados Unidos (EU) ordena tomar acciones para evitar riesgos a la salud.
Además, el polvo al interior de la casa de los Villarreal tenía 14 veces más cadmio que los umbrales de riesgo para la salud vigentes en EU, y también resultó muy alto en arsénico. Ambos elementos son cancerígenos.
“Cuando vi los valores dije: ‘Oh, Dios, qué miedo, ¿qué está pasando?’”, recordó Villarreal sentada a la mesa de su cocina mientras sus dos hijas, de 20 y 25 años, miraban por encima de su hombro la copia impresa de los resultados.
“Aquí tenemos un cóctel tóxico”, dijo Soto Jiménez, quien tomó muestras de tierra y polvo de los alrededores de la planta, tras ser alertado del asunto por the Guardian y Quinto Elemento Lab.
El investigador encontró concentraciones aún más alarmantes de estos contaminantes en otras casas y en una escuela en las inmediaciones de la planta, en ocasiones cientos de veces más altas que las establecidas en los umbrales de riesgo de EU.
La conclusión de Soto Jiménez es que los contaminantes provienen de la planta. Al respecto, su director general asegura que siguen “los estándares más altos” y cumplen con las regulaciones.
¿Qué procesa la planta? Entre otras cosas, grandes cantidades de residuos peligrosos procedentes de Estados Unidos.
Así llega el residuo peligroso a San Nicolás de los Garza
Esta historia comienza con la chatarra de autos, refrigeradores y otros aparatos. Las industrias siderúrgicas de EU funden estos desechos en hornos de “arco eléctrico” para extraer el valioso acero. Alrededor del 70% del acero del país proviene de este proceso de reciclaje, según el Instituto Americano del Hierro y del Acero.
La mayoría de los contaminantes presentes en la chatarra —como los componentes plásticos de los autos, la pintura y las piezas de maquinaria— se pulverizan y quedan atrapados en los filtros de contaminación de las plantas siderúrgicas.
Estos residuos, conocidos como polvos de acería o polvos de horno de arco eléctrico, contienen zinc, pero también otros metales pesados como plomo, que daña el cerebro, y arsénico, que causa cáncer. Estos polvos son considerados un residuo peligroso en muchos países y es por eso que EU exige un manejo especial cuando las empresas lo procesan y lo desechan.
Las siderúrgicas estadounidenses envían estos polvos a una planta ubicada en San Nicolás de los Garza, en el área metropolitana de Monterrey, propiedad de la empresa Zinc Nacional.
https://drive.google.com/file/d/1Y_tl8IxVuTyiXZ6aQAiMp3HMWWyPTS16/view?usp=drive_link
Pero en este proceso la planta libera a la atmósfera plomo, cadmio, arsénico y otras sustancias tóxicas en forma de partículas finas, de acuerdo con los reportes de emisiones que Zinc Nacional entrega al gobierno de México y que fueron obtenidos por the Guardian y Quinto Elemento Lab.
Emisiones atmosféricas como estas contribuyen al enorme problema de la contaminación del aire en el área metropolitana de Monterrey, donde viven 5.3 millones de personas.
Los vecinos cercanos a la planta se quejan de que está contaminando su colonia con polvo y humo, y alegan que produce una “lluvia ácida” que destruye la pintura de sus automóviles.
En colaboración con the Guardian y Quinto Elemento Lab, el investigador de la UNAM, Martín Soto Jiménez, analizó 18 sitios en un radio de 2.5 kilómetros alrededor de la planta, que incluyeron viviendas, escuelas y calles. Tomó varias muestras de cada lugar en exteriores y, cuando fue posible, también en interiores.
Los expertos afirman que los resultados son extremadamente preocupantes. Después de revisarlos, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) dijo que solicitará una investigación “para conocer a fondo el debido cumplimiento de la empresa” de la legislación ambiental.
En la mayoría de los sitios analizados, los niveles de plomo que se encontraron en el polvo y en el suelo en exteriores eran superiores al nivel en el que la Agencia de Protección Ambiental de los EU (EPA, por sus siglas en inglés) recomienda evaluar posibles riesgos.
En tres sitios, los niveles de plomo en exteriores fueron de cinco a seis veces superiores al umbral de riesgo para la salud establecido en los EU.
Las muestras tomadas de los marcos de las ventanas del interior de las casas dieron resultados para plomo por encima del límite estadounidense en todos los lugares donde el investigador de la UNAM pudo realizar la prueba.
Una escuela primaria tuvo niveles 1,760 veces superiores al umbral establecido en EU, y en tres casas detectaron niveles 400 veces por encima de los que se consideran un riesgo potencial.
El cadmio, que puede dañar los pulmones y los riñones, superó el umbral de EU en al menos 14 de los 18 sitios analizados en el estudio.
Además, el arsénico, que puede causar cáncer, rebasó el umbral estadounidense en todos los sitios. Los niveles en muchos de los lugares también violaron las normas de contaminación mexicanas, que son menos estrictas.
En resumen, casi todos los sitios tenían niveles preocupantes de varios contaminantes, según los resultados de las pruebas.
Esto plantea, en primer lugar, la pregunta de por qué las empresas estadounidenses envían residuos peligrosos a México y, en segundo, si el país tiene capacidad para manejarlos.
Esta es una galería/carrusel de siete imágenes de mapas, se encuentra aquí:
https://drive.google.com/drive/folders/1ItGdsAJW4DwPy8YdT1Y4sz2_8g5VHFox?usp=sharing
“Colonialismo tóxico”
Los polvos de acería que llegan a México son parte de un comercio poco conocido y mucho más grande de residuos peligrosos, según descubrieron the Guardian y Quinto Elemento Lab.
En 2022, el año más reciente del que hay datos disponibles, las compañías estadounidenses enviaron casi 1.3 millones de toneladas de residuos peligrosos a México, Canadá y Corea del Sur, desde baterías de auto usadas hasta solventes industriales y lodos tóxicos de fábricas.
Una serie de empresas en la región de Monterrey recibió casi la mitad de todos los residuos peligrosos que EU exportó ese año, que incluían no solo los polvos de acería, sino cientos de miles de toneladas de baterías de plomo.
Casi una séptima parte de estos residuos fueron los polvos de acería contaminantes que terminaron en Zinc Nacional, en el municipio de San Nicolás de los Garza, en el área metropolitana de Monterrey.
Casi una séptima parte de los residuos peligrosos exportados por EU a México terminaron en 2022 en la planta de Zinc Nacional. Foto: Bernardo De Niz/ Quinto Elemento Lab
Eduardo Alverde Villarreal, director general de Zinc Nacional, respondió por escrito a un cuestionario que el “enfoque de economía circular” de la empresa evita que los polvos de acería “terminen en vertederos y ahorra valiosos recursos minerales en el suelo para las generaciones futuras”.
Agregó que Zinc Nacional está “comprometida a operar con transparencia, en cumplimiento de la ley y con un sentido de responsabilidad social siguiendo los más altos estándares de la industria”.
En relación con los resultados de toxicología de Soto Jiménez dijo que “no estamos en condiciones de comentar o discutir un estudio o sus supuestas conclusiones ya que no conocemos el estudio, su metodología o su interpretación”.
También dijo que la empresa reporta con regularidad datos sobre sus emisiones, la salud de los empleados y los impactos en el suelo, el agua y el aire, que confirman “que la operación de la compañía cumple y cumple plenamente con todos los criterios considerados dentro de las regulaciones”.
Alverde Villarreal recibió la información de los hallazgos de este reportaje y no ofreció respuestas a una lista detallada de preguntas sobre aspectos como los contaminantes que emite la planta y si estos plantean un riesgo potencial a la salud de los vecinos.
Numerosos expertos ambientales cuestionaron la seguridad de exportar a México residuos peligrosos desde EU, incluidos los polvos de acería tóxicos, debido a que el país, consideraron, no tiene los recursos gubernamentales ni el personal regulatorio necesarios para garantizar su manejo de una manera que no dañe la salud de los habitantes.
“Estados Unidos debería reducir la generación de residuos peligrosos y no exportarlos a México u otros países”, dijo Fernando Bejarano González, representante de la Red Internacional de Eliminación de Contaminantes para América Latina y el Caribe.
Bejarano calificó la exportación de residuos peligrosos de países más ricos como EU a países con regulaciones más débiles como México como “una especie de colonialismo tóxico”.
Preocupación vecinal
Cuando Soto Jiménez recorrió la colonia para compartir los resultados de los estudios en septiembre, muchos vecinos expresaron su preocupación.
En septiembre de 2024, el investigador volvió a las colonias donde realizó el estudio para entregar resultados a los vecinos. Foto: Bernardo De Niz/Quinto Elemento Lab
Una de las dos escuelas analizadas —una primaria ubicada a un kilómetro de la planta— tenía los niveles más altos de plomo encontrados en marcos de ventanas en interiores: 1,760 veces el estándar de EU. También tenía altos niveles de arsénico y cadmio. (Esta escuela tiene un gran anuncio pintado en su muro exterior que reconoce a Zinc Nacional por su apoyo, pero ni el plantel ni la empresa quisieron compartir detalles sobre esto).
Yarelly Aguirre, médica general que trabaja en la otra escuela analizada — el Centro de Desarrollo Infantil 12, una guardería con altos niveles de arsénico—, dijo que ha observado una cantidad sorprendente de alergias respiratorias en los alumnos, y que algunos padres le han dicho que sus hijos han padecido de rinitis (una inflamación de las membranas nasales), ojos rojos y otros síntomas alérgicos en la escuela, pero no en casa. Incluso antes de conocer los resultados de la prueba, Aguirre afirmó que ella y los padres estaban preocupados de que la contaminación pudiera estar afectando a los niños.
En los últimos años “he observado que se han incrementado los casos de niños con rinitis alérgica”. De 430 niños, dijo, tal vez entre 80 y 100 la padecen.
Soto Jiménez aún no ha realizado una investigación para verificar si la contaminación alrededor de la planta está relacionada con los problemas de salud en las colonias aledañas. Aun así, se han documentado ampliamente los efectos nocivos del plomo, el cadmio y el arsénico, y que la exposición a una combinación de estos químicos tóxicos agrava los riesgos. El investigador de la UNAM planea efectuar estudios de salud, como una prueba de los niveles de plomo en la sangre de los niños.
Tras conocer los resultados, Guadalupe Rodríguez, directora general del sistema regional de Centros de Desarrollo Infantil, dijo que están considerando trabajar con Soto Jiménez para realizar pruebas de plomo en sangre a los niños que asisten a sus guarderías.
Raquel Villarreal ahora se pregunta si la contaminación de la planta ha jugado un papel en las tragedias de su propia familia.
Hace ocho años, a su hija menor, Rebeca, que entonces tenía 10 años, le diagnosticaron rabdomiosarcoma esclerosante avascular atípico, un cáncer poco común. El tratamiento requirió cirugía para extirpar la nariz y reconstruir su rostro, así como dos años y medio de quimioterapia. Luego, los médicos detectaron leucemia. Rebeca murió en 2020; el certificado de defunción estableció que el cáncer y el Covid fueron las causas, dijo su madre.
Al revisar los resultados de las muestras de tierra y polvo, Villarreal recordó a muchos otros vecinos que han tenido cáncer, como su padre y, al menos, cinco personas de su cuadra. Ella y una de sus hijas han experimentado pérdida de cabello y problemas en la piel.
“Tú confías en que realmente la fábrica no está haciendo emisiones dañinas para la comunidad”, dijo Esther Gutiérrez, otra hija de Raquel. “Tenerla tan cerca de mi casa, honestamente, ya no me hace sentir segura”.
Soto Jiménez tiene una gran experiencia con este tipo de pruebas. Él realizó amplios estudios en Torreón, en torno a Met-Mex Peñoles, una de las fundidoras de plomo más grandes del mundo, que expuso a generaciones de niños a este metal neurotóxico.
Dijo que una serie de factores lo llevaron a concluir que los metales pesados alrededor de la planta provienen de Zinc Nacional. Por una parte, las concentraciones disminuyen cuanto más lejos se está de la planta. Además, la empresa produce grandes cantidades de zinc. El especialista explicó que el zinc, el plomo, el cadmio y el arsénico observados en los resultados están asociados químicamente entre sí; en esencia, viajan juntos.
Además, en Estados Unidos han encontrado que hay una relación entre las plantas de polvos de acería y elevadas emisiones tóxicas.
Dos investigadores que revisaron por separado los hallazgos de Soto Jiménez dijeron que les recordaba la contaminación descubierta alrededor de varias fábricas, ahora cerradas, que procesaban metales en EU.
Las muestras tomadas en el entorno de Zinc Nacional resultaron con concentraciones de muchos otros metales en niveles que estaban muy por encima de los que se espera que estén presentes de forma natural. Uno de los metales más raros de la tierra, un elemento tóxico llamado telurio, se halló en una muestra de polvo en una concentración 3,100 veces por encima de la pequeña cantidad en que suele encontrarse en la corteza terrestre.
“Todo y cualquier cosa” puede estar en los polvos de acería, dijo James Rybarczyk, profesor emérito de química de la Universidad de Ball State en Indiana, quien asesoró a activistas ambientales sobre una planta que Zinc Nacional abrió en su estado en 2022. “Y eso es parte del problema”.
¿Vapor limpio?
Hay incentivos comerciales que animan a las siderúrgicas estadounidenses a enviar los polvos de acería a Zinc Nacional.
En 2022, la acerera Nucor envió casi 84,400 toneladas desde sus plantas en estados como Alabama, Washington y Texas, según los registros de exportación de la EPA. Las plantas propiedad de Gerdau mandaron casi 41,000 toneladas, y CMC exportó 19,000 toneladas desde fábricas de estados del sur del país. La cantidad total enviada a Zinc Nacional ha aumentado casi un 50% en cuatro años.
Las siderúrgicas con frecuencia pagan a Zinc Nacional para que se haga cargo de estos residuos, según documentos judiciales de un caso de larga data entre Zinc Nacional y un competidor estadounidense. En otras ocasiones, los compra. Disponer de los residuos en EU en un vertedero certificado, le resultaría mucho más caro a las siderúrgicas, sugieren los documentos.
En respuesta a preguntas sobre sus exportaciones de polvos de acería y las posibles consecuencias ambientales en México, las empresas Nucor, Gerdau y CMC remitieron a los periodistas a la Asociación de Fabricantes de Acero de EU.
Philip K. Bell, presidente de la asociación, dijo que el reciclaje de polvos de acería contribuye a la producción de metal de zinc, que es “un mineral crítico utilizado en muchos proyectos de infraestructura renovable y de transporte”.
“Las empresas de toda América del Norte han recuperado de manera responsable y beneficiosa los polvos de hornos de arco eléctrico durante décadas”, dijo. “Independientemente de la ubicación, estas instalaciones operan de conformidad con los permisos ambientales, emplean una variedad de controles de contaminación y están sujetas a la supervisión de los reguladores”.
Zinc Nacional fue fundada en 1952 y la propiedad mayoritaria es de los Alverde Villarreal, una importante familia de negocios de Monterrey. (Raquel Villarreal, la vecina de la planta, no tiene parentesco con ellos). La empresa forma parte de un consorcio más grande de compañías conocido como Grupo Promax. Zinc Nacional también es dueña o tiene participación en plantas recicladoras de polvos de acería en Alemania, Turquía, y en dos de EU.
La planta de Alabama ha sido señalada por sus altas emisiones de mercurio. Los vecinos de una nueva planta en Indiana han expresado preocupación por las emisiones de metales pesados.
En un mes promedio, a la planta en Nuevo León llegan trenes con 14,700 toneladas de polvos de acería. También llegan polvos de acería de empresas en México y, según información de Veritrade, una base de datos de registros comerciales, la fábrica recibe sustancias de zinc provenientes de las dos plantas que opera Zinc Nacional en EU.
Los vecinos de Lomas del Roble, en el municipio de San Nicolás de los Garza, donde está la planta, se han preguntado desde hace mucho tiempo qué tipo de contaminación emite en su colonia. Sus chimeneas y una serie de altos montículos de material negro son visibles desde las calles cercanas.
En 2019, un grupo de vecinos intentó tomar medidas. El periódico El Norte publicó una nota sobre sus preocupaciones y habló con un gerente de la planta, quien dijo que los humos que salían de la fábrica eran “vapor limpio”.
Roberto Chavarría vive a unos cientos de metros de Zinc Nacional y fue parte de ese grupo. Dijo que la Secretaría de Medio Ambiente de Nuevo León colocó un monitor de aire portátil afuera de la planta durante dos años, pero nunca entregó los resultados de las pruebas a los vecinos. “Hasta el día de hoy, no tengo ningún informe sobre lo que se logró”.
La dependencia estatal indicó a los vecinos en 2023 que no estaba al tanto de ninguna prueba.
Pero la información conseguida por the Guardian y Quinto Elemento Lab vía Transparencia contradice la afirmación del gerente. Los reportes obtenidos, llamados Cédulas de Operación Anual, detallan las emisiones de 1,000 empresas en Nuevo León que tienen la obligación de informar al gobierno federal las cantidades de contaminantes que emiten.
Este equipo de periodistas analizó las cédulas y descubrió que Zinc Nacional emitió en 2023 más arsénico que cualquier otra empresa en el estado. También fue una de las principales emisoras de compuestos de plomo y cadmio.
Además, cada año libera alrededor de 350,000 toneladas de dióxido de carbono, el equivalente al que generan 76,000 automóviles. En su respuesta a los hallazgos de este reportaje, la empresa dijo que “cumple y cumple plenamente” con las regulaciones.
Algunas personas que viven cerca de la planta reconocieron que la empresa da trabajo a la gente de la zona.
“Prácticamente, la mayoría de aquí de la colonia trabaja en la fábrica como obreros, como empleados” o contratistas, dijo Sandy Ortiz, de 32 años, que vive con sus abuelos a unos 700 metros de la fábrica, en la colonia Lázaro Cárdenas. Cuatro miembros de su familia laboran en Zinc Nacional. “Mis tíos tienen más de la mitad de la vida allí”.
Soto Jiménez tomó muestras de polvo en la casa de junto a la de Ortiz, donde vive su tío. Ahí encontró algunos de los niveles de metales pesados más altos de todo el estudio: el polvo en el marco de las ventanas tenía 630 veces más plomo que el estándar estadounidense que establece cuándo es necesario tomar acciones para prevenir riesgos a la salud. También tenía altos niveles de arsénico y cadmio.
En la pequeña tienda de abarrotes que posee junto a su casa, Isaías Izaguirre, de 61 años, pasó un dedo por un estante para mostrar el polvo gris-negro que, aseguró, proviene de Zinc Nacional. Las pruebas hechas al polvo de su casa registraron niveles de plomo 474 veces más altos de lo que EU consideraría peligroso, así como cantidades altas de cadmio y arsénico.
“Yo sé que sí hay contaminación aquí”, dijo, haciendo un gesto en dirección a la enorme planta, ubicada justo detrás de su casa. “Hemos vivido aquí desde siempre”.
Pero también tiene aprecio por Zinc Nacional, que se instaló en el vecindario mucho antes de que él llegara hace 30 años. Izaguirre elogió a la empresa por los empleos que ha dado a los vecinos y por responder a las quejas cuando algún equipo de la compañía ha causado un daño.
Alverde Villarreal, de Zinc Nacional, dijo que “desde hace más de 30 años, Zinc Nacional ha promovido el diálogo abierto y una relación de confianza con sus vecinos a través de diversos programas, permitiendo una línea de comunicación directa y trabajando juntos para mejorar la comunidad”. No proporcionó detalles de los programas o mejoras.
En cualquier caso, Izaguirre no cree que la contaminación sea peligrosa. “Este polvo, para nosotros, no es malo”, dijo. “No hemos tenido un estudio que diga que nos hemos enfermado por eso, no le tenemos miedo”.
Su hija de 32 años, Elena Marisol Izaguirre, que también vive en la casa, tiene un punto de vista muy diferente. Ella salió al frente de la tienda agitando las radiografías que le han tomado en sus frecuentes visitas al médico. Lleva tiempo intentando aliviar sus problemas pulmonares e infecciones.
“Te acostumbras a los olores, pero yo tengo amigos que vienen y dicen: ‘Oye, huele a plástico’”, comentó. “El doctor me dijo: ‘Afecta mucho el que vivas cerca de fábricas’”.
Ocho inspectores para 10,000 empresas
Los expertos ambientales se preguntan si EU, que tiene un producto interno bruto per cápita seis veces superior al de México, debería enviar sus desechos más peligrosos a un país más pobre con muchos menos recursos para gestionarlos adecuadamente.
El desempeño ambiental de México salió muy por debajo del de EU en un ranking internacional realizado por las universidades de Yale y Columbia, que compara a los países alrededor del mundo en cuestiones como el manejo de desechos y la calidad del aire.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) confía en los reportes que elaboran las propias empresas sobre sus emisiones contaminantes y controles. Zinc Nacional asegura que sus controles de contaminación operan con una eficiencia de casi el 100%.
La capacidad de las dependencias de México para regular adecuadamente los residuos peligrosos se ve obstaculizada por leyes ambientales débiles, falta de personal y, en algunos casos, problemas de corrupción, dijo Carlos Álvarez Flores, consultor ambiental y presidente de la organización México Comunicación y Ambiente. “Un país desarrollado no debería enviar sus residuos a uno menos desarrollado. Es un abuso”, consideró.
En México, las normas que marcan los estándares para las emisiones industriales deben ser revisadas cada cinco años para garantizar que estén actualizadas, pero muchas no han tenido cambios. La norma para emisiones de partículas, como el humo de una chimenea, no se ha actualizado desde 1993, a pesar de que los peligros de este tipo de emisiones ahora son mucho más claros. El gobierno del estado de Nuevo León estima que causan 1,700 muertes prematuras al año.
Si bien existen normas específicas para emisiones de metales pesados, como el plomo, y que rigen en determinadas industrias, como las recicladoras de baterías y los hornos de cemento, ninguna de estas aplica a Zinc Nacional, según la Semarnat.
Además, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), que tiene como función la inspección y la aplicación de la legislación ambiental, ha tenido un recorte presupuestario de casi el 50% en la última década. En Nuevo León, solo ocho inspectores están a cargo de supervisar a 10,000 empresas, y proteger las áreas naturales y la vida silvestre, según datos oficiales de 2023. Ese personal únicamente realizó 53 inspecciones a industrias ese año.
Funcionarios de la Profepa han inspeccionado a Zinc Nacional en dos ocasiones en los últimos nueve años. En la primera revisión, en 2020, notaron problemas con la liberación descontrolada de contaminantes y ordenaron el cierre parcial de uno de los hornos Waelz hasta que la empresa controlara las emisiones.
La segunda inspección, en 2021, fue realizada en reacción a un video publicado por un portal local de noticias que mostraba un humo espeso que salía de una chimenea de la planta y se extendía sobre la zona. Pero esa inspección no encontró problemas en la planta.
En teoría, la licencia de operación de una instalación industrial especifica claramente qué leyes y estándares de contaminación se aplican a la planta. Pero dos expertos que revisaron la licencia de operación de Zinc Nacional dijeron que es vaga.
Javier Camarena, profesor de derecho ambiental en la Universidad La Salle de México, dijo que, con base en su licencia de operación, “no están adecuadamente reguladas estas instalaciones”.
Explicó que no se establece una regulación “que diga claramente cuál es el límite que se debe cumplir de los distintos compuestos de metales o (de) los metales en sí”, y tampoco incluyó la obligación de monitorear las emisiones más allá del perímetro de la planta.
Belén Reyna Soto, consultora ambiental, estuvo de acuerdo. Dijo que le preocupaba que Zinc Nacional no tuviera que cumplir con regulaciones de emisiones más específicas.
“¿Qué podemos hacer?”
Soto Jiménez cree que sus hallazgos deberían desencadenar acciones y más estudios. “Las casas deben ser limpiadas, no solo de plomo, sino también del cadmio, el zinc, el arsénico y el mercurio”, dijo el investigador, quien agregó que en más de 20 años de estudios ha visto pocas zonas más contaminadas con metales pesados que esta.
Bruce Lanphear, uno de los principales expertos de América del Norte en los peligros del plomo para la salud, revisó los resultados de las muestras de suelo de Soto Jiménez y estuvo de acuerdo con él.
“La gente no debería vivir en casas con riesgos como este”, dijo Lanphear. Sus investigaciones han demostrado que incluso la exposición a pequeñas cantidades de plomo puede sumar miles de muertes cardíacas en una población, además de los efectos conocidos desde hace tiempo, como el deterioro de la función renal y el daño al desarrollo cerebral en los niños.
A partir de los resultados de esta investigación, la Semarnat informó que los descubrimientos ameritan una investigación por parte de la Profepa.
“Los hallazgos del estudio justifican que se realice una investigación por parte de la Profepa sobre la operación de la empresa con seguimiento de la Semarnat. Así como identificar otras posibles fuentes de preocupación en la zona”, respondió por escrito Arturo Gavilán García, director general de Gestión Integral de Materiales y Actividades Riesgosas de la Secretaría.
El funcionario señaló que la Constitución de México garantiza a su población el derecho a un medio ambiente sano y dijo que buscará “conocer a fondo el debido cumplimiento de la empresa” con la normatividad ambiental y “detectar posibles impactos a las zonas aledañas.”
En hechos no relacionados con los hallazgos de este reportaje, en 2024 el gobierno estatal logró el primer compromiso de 10 empresas, incluida Zinc Nacional, de mejorar sus equipos y sus procesos para reducir emisiones durante la próxima década. Es un esfuerzo por reducir los niveles generales de contaminación en la zona metropolitana de Monterrey.
Según el gobierno neolonés, Zinc Nacional acordó invertir casi 13 millones de dólares. Esta cantidad representa el 3% del total pactado por las empresas para reducir la contaminación.
Pero, además de las emisiones de metales pesados, puede haber otros motivos de preocupación en torno a la planta de Zinc Nacional.
Los vecinos que viven ahí y los periodistas que visitaron la zona notaron una acumulación de costales blancos en la planta. Son el tipo de bolsas que se utilizan para almacenar grandes cantidades de polvos industriales.
Imágenes satelitales muestran que, entre 2020 y 2024, miles de estos costales blancos han ido llenando muchas hectáreas en el sitio de la planta.
Varios expertos dijeron que no tienen forma de saber qué hay dentro. Les preocupa que, si contienen sustancias tóxicas como plomo, los contaminantes podrían escapar fácilmente de ese almacenamiento al aire libre. Zinc Nacional no respondió a una pregunta acerca de los costales.
Arturo Gavilán García, de Semarnat, dijo que dependía del contenido si ese almacenamiento podía o no estar permitido. “No debe haber residuos peligrosos puestos al aire libre, en cualquier lado”, dijo al ver las imágenes. “Eso sería una violación a la ley y eso es sancionable”. Por el contrario, agregó, “si es producto terminado, no está sujeto a esas disposiciones”.
Otra preocupación entre los observadores ambientales es si la planta está produciendo dioxinas, uno de los compuestos tóxicos más peligrosos del planeta. Numerosos estudios han demostrado que se forman dioxinas en los hornos Waelz, que es la principal tecnología utilizada por Zinc Nacional en San Nicolás de los Garza.
Las dioxinas son sustancias cancerígenas extremadamente potentes que se producen en algunos procesos industriales, como la quema de residuos. Son peligrosas incluso en cantidades minúsculas. Y como tardan mucho tiempo en descomponerse, pueden acumularse en los tejidos de humanos y animales, y contaminar cadenas alimentarias enteras.
En sus reportes de emisiones al gobierno federal, Zinc Nacional no informa estar liberando o disponiendo de dioxinas. Sin embargo, no está claro si la planta realiza pruebas para detectar la emisión de dioxinas. El estudio de Soto Jiménez no incluyó una prueba de dioxinas, que es costosa y difícil de realizar.
La empresa no respondió a preguntas acerca de si emite o monitorea emisiones de dioxinas. Otra planta de polvos de acería en Indiana, de la que es copropietaria Zinc Nacional, reveló que estaba emitiendo dioxinas luego de que los vecinos presionaron para que realizara pruebas.
Leticia Vázquez se sorprendió cuando Soto Jiménez llegó a su puerta para decirle que el polvo de su casa tenía altos niveles de plomo, arsénico, cadmio y zinc. “¿Qué podemos hacer?”, dijo la madre de 44 años, que sostenía a su hija de un año y medio en la cadera. Su hija de cinco años estaba detrás de ella en la casa, que se encuentra a solo unos cientos de pasos de la entrada a Zinc Nacional.
“Sería recomendable que le hicieran pruebas del nivel de plomo en sangre a sus hijas, ya que los niños absorben más el plomo que los adultos”, respondió Soto Jiménez, entregándole un informe escrito de sus hallazgos en un sobre de papel manila amarillo.
La familia sabía desde tiempo atrás que había contaminación en la colonia. El esposo de Leticia Vázquez, Edelmiro Gómez, quien se crió en esta zona en la década de 1980, recordó que era tanto el polvo proveniente de la planta que “los carros blancos se hacían amarillos”. Pero dijo que ha mejorado mucho desde entonces. “La creencia de nosotros, como vecinos, es que ya hicieron algo: pondrían algún filtro o una cosa diferente pues ya no hay ese polvo amarillo”.
Otros vecinos han expresado inquietud y frustración por la contaminación y no aprecian mejoras. Patricia Herrera, que vive en una colina con vista a la fábrica, dijo que le parece que el humo, el polvo y el hedor que arroja solo han empeorado.
“Mi mayor preocupación es que veo cada vez más contaminación”, afirmó Herrera, quien se pregunta si los humos de la planta pueden haber contribuido a sus problemas crónicos de sinusitis o al reciente cáncer de mama de su hija. Pero no hay evidencia de ninguna de las dos cosas, al menos hasta que los expertos realicen más estudios. “Hay momentos en que el olor es tan notorio que no puedes estar afuera”.
Raquel Villarreal, que tiene su casa al pie de la colina en la que vive Herrera, espera que los hallazgos de Soto Jiménez generen nuevas investigaciones para responder a la pregunta de si los problemas de salud de los vecinos, y las tragedias que ha sufrido su familia, tienen alguna relación con la contaminación de la planta.
“A lo mejor”, dijo, “estamos sentados sobre una bomba de tiempo y no lo sabemos”.