De manera paulatina, la totoaba golfina ha mostrado señales de recuperación en Baja California, a tal grado que la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), a través de la Facultad de Ciencias Marinas de Ensenada, comercializará 4.5 toneladas de esta especie.
La totoaba ha sido marcada por una superstición de países asiáticos, principalmente en China, donde se cree que el buche de totoaba tiene propiedades medicinales.
Aunque no hay evidencia científica que respalde estos beneficios, la delincuencia organizada se ha dedicado al tráfico de las vejigas de la especie, lo que ha puesto en riesgo su población.
Gracias a los años de trabajo científico, desde 1995, cuando se asumió la responsabilidad de recuperar la especie, se logró que la totoaba (antes en la máxima categoría de amenaza con peligro crítico de extinción) fuera estabilizada, al igual que la vaquita marina.
Aunque sigue siendo una especie vulnerable, se sabe que la población de totoaba actualmente se mantiene estable, y estas acciones han sido reconocidas por el rector de la institución Luis Enrique Palafox Maestre.
Sin embargo, los científicos prefieren no relajar la presión hacía la sociedad para que sigan cuidando a los ejemplares, y resaltaron que la pesca de este producto en vida libre está estrictamente prohibida.
“Es un proyecto con el que podemos presumir que México sí hace conservación y producción. No es sólo conservar por conservar, sino generar un valor detrás de esto”, elogió el investigador True.
En el laboratorio de la UABC se han invertido entre 84 y 86 millones de pesos para ampliar las capacidades de producción, y en septiembre recibieron el permiso por parte del Gobierno Federal.
“Se trata de pescado más pequeño”, aclaró el investigador.
Por ejemplo, Ocean Farms produce crías de entre 3 y 6 kilogramos, mientras que en la universidad serán de 1 a 1.5 kilogramos.
“Tenemos que ver cómo lo acepta el mercado, cuál es el valor que los consumidores están dispuestos a pagar, porque ya existe este producto en el mercado. Hay que ver cómo lo reciben en los restaurantes”, detalló el investigador.
Por el momento, la venta está limitada dentro de la comunidad universitaria, con un precio de 280 pesos por paquete en presentación al vacío.
Dependiendo de la demanda, se prevé la opción de abastecer a restaurantes locales, pescaderías y negocios de los siete municipios de Baja California, incluido el Valle de Guadalupe.
“Lo que queremos es retroalimentación de los consumidores”, añadió.
Los trabajos intensivos realizados por los investigadores en la UABC se centran en la operación del laboratorio para la incubación de semillas y peces, lo que ha permitido realizar liberaciones masivas de alevines en el Golfo de California.
En este contexto, el doctor Conal David True recibió en 2023 el título “honoris causa” por su contribución al cuidado y la reproducción de la totoaba macdonaldi.
Fue Conal quien le dio una segunda oportunidad a la especie, a través de la Unidad de Biotecnología en Piscicultura, donde se cultiva y reproduce la totoaba. Esta unidad, registrada ante la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en 2009, es conocida como Unidad de Manejo Ambiental de Crianza y Reproducción de Totoaba.
Recordó que, al principio, pensaron sólo en producir crías para uso comercial, con la unidad como productora de semillas e incentivando a pescadores, la iniciativa privada y el gobierno a engordar totoaba.
Hoy, la unidad tiene la capacidad de producir un millón de crías al año, de entre 15 y 25 gramos, y actualmente cuenta con dos ciclos de producción montados, es decir, una reproducción controlada en dos cuatrimestres del año.
ESPECIE ALCANZÓ LA SOSTENIBILIDAD
La directora de la Facultad de Ciencias Marinas, Natalie Millán Aguiñaga, reconoció que el laboratorio ha sido un proyecto emblemático para la institución, único en su tipo. Destacó las tres décadas de trabajo incansable para lograr las metas, tanto de Conal como del resto del equipo, en su mayoría egresados de la facultad.
“Estamos convencidos de la importancia de la conservación y de la producción sostenible de recursos pesqueros, donde se pueda lograr un buen manejo del recurso en conjunto con la acuacultura”, sostuvo.
Con respecto a la proveeduría, actualmente, en sus dos ciclos de producción, pueden generar entre 300 y 400 mil semillas por ciclo, lo que significa que la unidad está perfectamente habilitada para entregar hasta 600 mil crías por año.
Conal apoyó la causa para cambiar la narrativa de cómo las personas se refieren a esta especie como irregular y comentó cómo han comenzado con este proceso. En una visita a las Fiestas del Sol en Mexicali, realizaron un taller culinario denominado “Conociendo a la totoaba”, donde ofrecieron ceviche con algunos ejemplares.
Pronto, dijo la directora, la comunidad en México tendrá acceso a recetas y actividades para acercarse a los expertos en reproducción de la totoaba.
Para la venta, explicó, los ejemplares fueron eviscerados, congelados y puestos al vacío.
Se armaron cajas de alrededor de 9 kilogramos de pescado con cuatro bolsas al vacío. La venta está calculada en 280 pesos por kilogramo y será exclusivamente para personal, no para reventa.
LA REINVERSIÓN PARA LA TOTOABA
Por temas de logística, así como de presupuesto, fue necesario instalar el laboratorio y la unidad de reproducción de crías de totoaba en Ensenada, aunque la especie es endémica del Golfo de California.
Al cierre del sexenio pasado y al inicio de este, está en gestión un proyecto llamado Engorda de totoaba con acompañamiento social en San Felipe.
La mesa está puesta, y los recursos económicos también, a cargo de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) en un nuevo proyecto bajo la dirección de la Semarnat.
El proyecto consiste en sembrar un lote en colaboración con la empresa Acuario Oceánico e ir seleccionando hasta 20 personas de la comunidad para que se capaciten en la parte de la engorda.
Será el Gobierno Mexicano quien aporte los recursos económicos para las crías, el alimento y para pagar los jornales de los trabajadores en el campo, mientras que los académicos, al igual que la empresa, proporcionarán capacitación.
Si todo va bien, para el siguiente año estarán sembrando 20 mil nuevas crías, mencionó optimista”.
“Y para 2026 estaríamos realizando una cosecha de esa producción”, anticipó el investigador Conal True.
El dinero obtenido con las ventas será utilizado para crecer hasta constituir ese espacio como una nueva unidad de manejo ambiental, con personas de la misma comunidad.
“Probablemente serán clientes en un lugar donde debió iniciar el proyecto de recuperación de la totoaba, porque realmente el impacto, su historia y la geografía son muy importantes en la zona de San Felipe, Santa Clara y Puerto Peñasco”, mencionó.
Si bien comenzaron a comercializar el producto hasta ahora, fue debido a que “la unidad se creó como productora de semillas, pero hace dos años nos quedamos con un grupo de ejemplares en el laboratorio, y gradualmente alcanzaron la talla mínima de venta, de alrededor de un kilogramo. Solicité a la Dirección General de Vida Silvestre de la Semarnat la posibilidad de comercializar lo que teníamos en el laboratorio. Esto nos motivó a cambiar el plan de manejo de la unidad para que, además de producir semillas, también pudiéramos hacer el engorde e incluso otras actividades relacionadas con los productos”, explicó.
En el pasado no se había considerado la venta, ya que no estaban facultados para ello. El objetivo era únicamente producir semillas para granjas, algo que han hecho de manera exitosa.
Si bien ha sido un desafío para los investigadores emprender en el negocio de las ventas, en el caso de la totoaba es aún mayor, pues existe el estigma de que esta especie es ilegal.
Visiblemente intranquilo porque no le gusta poner esa etiqueta, el doctor Conal True se retó a cambiar la narrativa sobre cómo las personas se refieren a la totoaba.
“Debe ser cualquier otra cosa menos eso; por ejemplo, la totoaba sustentable, la totoaba de cultivo, o como dice el doctor Luis Enrique, el azafrán del mar”, replicó.
Por años, las autoridades de la Fiscalía General del Estado (FGE) y la Secretaría de Marina han tenido la responsabilidad de combatir el tráfico de buche de totoaba, que en el mercado negro alcanza precios extraordinarios en dólares.
En general, los comensales no están acostumbrados a comprar de manera libre este producto, por lo tanto, será necesario iniciar una campaña de concientización.
“Tenemos que trabajar muy bien la labor de la comunicación”, explicó, “pues en la pesca ilegal carece de cualquier tipo de aprovechamiento o documentación, son animales grandes, enormes, de decenas de kilos. A diferencia del pez de acuicultura, el cual tiene una superficie realmente delimitada, en este caso es pequeño, de máximo 1.5 kilos”.
“En términos de las dificultades, ahora que nos hemos acercado a la gente que potencialmente puede comprar nuestro producto, justamente es una pregunta que nos hacen: ‘¿no me van a atorar por vender totoaba?’”, indicó Conal, quien explicó cómo el sector podrá demostrar la posesión legal a través de una factura, así como una copia del aprovechamiento.
Lo más importante es una narrativa redactada por los investigadores sobre la interesante historia de la totoaba, con la finalidad de transmitirla a los comensales para mejorar la experiencia.
EL HURACÁN QUE ACABÓ CON CRIADEROS
La proveeduría de semillas de totoaba a Unidades de Manejo Ambiental (UMA) era, hasta antes de la llegada del Huracan Kay al Pacífico Mexicano en el año 2022, mediante Sigmus Ocean Farm y Acuario Oceánico, en el alto Golfo de California, que actualmente están en un proceso de recuperación de la parte económica luego de que el huracán Kai “básicamente sacó las jaulas y las puso en la playa”, lamentaron.
La universidad espera con ansias el siguiente año, 2025, para reactivar la proveeduría con ambas empresas dedicadas al cultivo de totoaba con un sistema de jaulas flotantes.
Un cliente potencial más está en proceso de iniciar operaciones, y para eso hizo una solicitud para arrancar con 300 mil crías.
Al respecto, ay una solicitud en proceso de revisión en la Semarnat y esperan que antes de que concluya el 2024 sea enviado a Suiza, a fin de obtener el documento a mediados del 2025, una certificación de la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).
Con este distintivo será posible que las crías producidas en las unidades, con la trazabilidad correcta, que aquellos usuarios o engordadores de las semillas producidas en la universidad puedan vender en el mercado internacional.
“La idea es abrir al comercio internacional, además del nacional, esencialmente pensando en el futuro porque es importante abarcar hacia adelante”, dictó.