Una bella mujer joven sale de la regadera, se envuelve con una toalla y avisa a su marido que ya puede bañarse. Cuando él entra al baño suena el timbre de la puerta. La esposa le dice que ella abre, y baja a atender la puerta envuelta en la toalla.
Al abrir la puerta se encuentra a su vecino Antonio, quien se queda sin palabras ante la visión que le ofrece la señora. Entonces, él saca dos billetes nuevecitos de 200 pesos y le dice a ella que son suyos si deja caer la toalla hasta la cintura.
Ella piensa “¿por qué no?”, de modo que deja caer la toalla, su pecho al descubierto; entonces agarra el dinero. Antonio babea ante lo que ve; saca prontamente 500 pesos y se los ofrece por dejar caer la toalla hasta el suelo, para ver todo el asunto. La mujer piensa que si ya había llegado bastante lejos, no le importaba hacerlo, y deja caer la toalla al suelo enseñando su precioso cuerpo. Antonio la contempla un momento, le da las gracias y se va.
Cuando ella sube de nuevo, su marido que acababa de salir del baño, le pregunta que quién había llamado a la puerta.
Ella contesta:
— Era nuestro vecino Antonio.
— ¿Y te dio los 700 pesos que me debe?
Autor: Antonio feliz.
Examen psicológico
Hay un psicólogo y tres locos enfrente de él. Para probar si se habían curado les pregunta:
— ¿Cuánto es 4+4?
El primer loco responde:
— Caballo.
El psicólogo pasa al segundo loco y él responde:
— Cebra.
El 3er loco levanta la mano y grita:
— ¡¡¡Ocho!!!
El psicólogo le pregunta cómo lo supo y él responde:
— Fácil, dividí caballo entre cebra y me dio ocho.
Autor: Maestro de matemáticas.
Madres ocurrentes
— ¿Cómo se llaman tus niñas?
— La mayor, Cuétara, y la pequeña, Fontaneda. ¿Y la tuya?
— María.
— ¡Ay, le pusiste nombre de galleta!
Autor: Marinera.
Rumbo al quirófano
Un camillero mientras lleva al paciente camino del quirófano:
— Pero ¿por qué tiembla usted tanto?
— Es que oí que la enfermera decía que la operación de apendicitis es muy sencilla y que no había por qué estar nervioso y que todo iba a salir bien.
— Pues claro, todo eso se lo dijo para tranquilizarle porque es verdad.
— No, no, no me lo decía a mí, ¡sino al cirujano!
Autor: Estudiante de medicina.
Dos rancheros
Se encuentran dos rancheros, amigos de la infancia, que hacía tiempo que no se veían.
— ¡Que, tal Juan! ¿Y tú ahora a que te dedicas?
— Pues mira, tengo una granja con 10,000 palomas.
— ¿Mensajeras? —le pregunta el amigo.
A lo que Juan le responde.
— No, no te exagero nada.
Autor: Un citadino.
El telegrama
Un ancianito se acerca a la ventanilla de telégrafos a poner un telegrama:
El de la ventanilla le dice:
— ¿Qué texto desea enviar?
— Ponga: “Vadum… Vadum, Vadum… Vadum”.
El funcionario cuenta los caracteres y le dice:
— Por el mismo precio puede poner algo más de texto.
Después de quedarse un rato pensando le contesta:
— ¡Es que no se me ocurre nada!
El empleado con cierta ironía le dice:
— Pues ponga otro “Vadum”.
— Pero es que perdería el sentido, ¿sabe?
Autor: Un adulto mayor.
Declaración
— ¿Cómo se declara el acusado?
— Con flores y arrodillado, la verdad, juez, soy un hombre bastante tradicional.
Autor: Un estudiante de derecho.
Un pingüino en la ciudad
Un pingüino entra en un bar y se dirige al camarero.
— Perdone, ¿por casualidad ha visto usted a mi hermano?
— No sé, ¿cómo es?
* * *
— Soy un alma errante.
— ¿Te equivocas mucho?
— Contigo no se puede ser profundo, Jennifer.
* * *
— ¡Mamá, mamá, llévame al circo!
— Ni de chiste, el que quiera verte que venga a casa.
* * *
– ¡Doctor, doctor, veo elefantes verdes por todas partes!
– ¿Y ha visto a un psicólogo?
– No, de momento sólo elefantes.
* * *
— Oiga, ¿no le parece extraño que ese caballo le haya pedido un whisky?
— Pues sí, muy extraño: ese caballo siempre pide agua mineral sin gas.
* * *
— ¿De qué signo es tu mujer?
— Debe ser de exclamación, porque se pasa el día gritándome…
Autor: Alguien con prisa.
Ah, la geografía…
— Mamá, ¿qué es un golfo?
— El que deja a su mujer y su hija en casa para ir con busconas y cree que no me entero.
— ¿Y una bahía?
Autor: Profe de geografía.
Absurdo
— Sírvame una cerveza.
— ¿La quiere sin alcohol?
— No, la quiero sin lactosa.
— Pero… eso es absurdo.
— Usted empezó.
Autor: El cantinero.