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martes, diciembre 3, 2024
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Mujer en toalla

Una bella mujer joven sale de la regadera, se envuelve con una toalla y avisa a su marido que ya puede bañarse. Cuando él entra al baño suena el timbre de la puerta. La esposa le dice que ella abre, y baja a atender la puerta envuelta en la toalla.

Al abrir la puerta se encuentra a su vecino Antonio, quien se queda sin palabras ante la visión que le ofrece la señora. Entonces, él saca dos billetes nuevecitos de 200 pesos y le dice a ella que son suyos si deja caer la toalla hasta la cintura.

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Ella piensa “¿por qué no?”, de modo que deja caer la toalla, su pecho al descubierto; entonces agarra el dinero. Antonio babea ante lo que ve; saca prontamente 500 pesos y se los ofrece por dejar caer la toalla hasta el suelo, para ver todo el asunto. La mujer piensa que si ya había llegado bastante lejos, no le importaba hacerlo, y deja caer la toalla al suelo enseñando su precioso cuerpo. Antonio la contempla un momento, le da las gracias y se va.

Cuando ella sube de nuevo, su marido que acababa de salir del baño, le pregunta que quién había llamado a la puerta.

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Ella contesta:

— Era nuestro vecino Antonio.

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— ¿Y te dio los 700 pesos que me debe?

Autor: Antonio feliz.

 

Examen psicológico

Hay un psicólogo y tres locos enfrente de él. Para probar si se habían curado les pregunta:

— ¿Cuánto es 4+4?

El primer loco responde:

— Caballo.

El psicólogo pasa al segundo loco y él responde:

— Cebra.

El 3er loco levanta la mano y grita:

— ¡¡¡Ocho!!!

El psicólogo le pregunta cómo lo supo y él responde:

— Fácil, dividí caballo entre cebra y me dio ocho.

Autor: Maestro de matemáticas.

 

Madres ocurrentes

— ¿Cómo se llaman tus niñas?

— La mayor, Cuétara, y la pequeña, Fontaneda. ¿Y la tuya?

— María.

— ¡Ay, le pusiste nombre de galleta!

Autor: Marinera.

 

Rumbo al quirófano

Un camillero mientras lleva al paciente camino del quirófano:

— Pero ¿por qué tiembla usted tanto?

— Es que oí que la enfermera decía que la operación de apendicitis es muy sencilla y que no había por qué estar nervioso y que todo iba a salir bien.

— Pues claro, todo eso se lo dijo para tranquilizarle porque es verdad.

— No, no, no me lo decía a mí, ¡sino al cirujano!

Autor: Estudiante de medicina.

 

Dos rancheros

Se encuentran dos rancheros, amigos de la infancia, que hacía tiempo que no se veían.

— ¡Que, tal Juan! ¿Y tú ahora a que te dedicas?

— Pues mira, tengo una granja con 10,000 palomas.

— ¿Mensajeras? —le pregunta el amigo.

A lo que Juan le responde.

— No, no te exagero nada.

Autor: Un citadino.

 

El telegrama

Un ancianito se acerca a la ventanilla de telégrafos a poner un telegrama:

El de la ventanilla le dice:

— ¿Qué texto desea enviar?

— Ponga: “Vadum… Vadum, Vadum… Vadum”.

El funcionario cuenta los caracteres y le dice:

— Por el mismo precio puede poner algo más de texto.

Después de quedarse un rato pensando le contesta:

— ¡Es que no se me ocurre nada!

El empleado con cierta ironía le dice:

— Pues ponga otro “Vadum”.

— Pero es que perdería el sentido, ¿sabe?

Autor: Un adulto mayor.

 

Declaración

— ¿Cómo se declara el acusado?

— Con flores y arrodillado, la verdad, juez, soy un hombre bastante tradicional.

Autor: Un estudiante de derecho.

 

Un pingüino en la ciudad

Un pingüino entra en un bar y se dirige al camarero.

— Perdone, ¿por casualidad ha visto usted a mi hermano?

— No sé, ¿cómo es?

 

* * *

 

— Soy un alma errante.

— ¿Te equivocas mucho?

— Contigo no se puede ser profundo, Jennifer.

 

* * *

 

— ¡Mamá, mamá, llévame al circo!

— Ni de chiste, el que quiera verte que venga a casa.

 

* * *

 

– ¡Doctor, doctor, veo elefantes verdes por todas partes!

– ¿Y ha visto a un psicólogo?

– No, de momento sólo elefantes.

 

* * *

 

— Oiga, ¿no le parece extraño que ese caballo le haya pedido un whisky?

— Pues sí, muy extraño: ese caballo siempre pide agua mineral sin gas.

 

* * *

 

— ¿De qué signo es tu mujer?

— Debe ser de exclamación, porque se pasa el día gritándome…

Autor: Alguien con prisa.

 

Ah, la geografía…

— Mamá, ¿qué es un golfo?

— El que deja a su mujer y su hija en casa para ir con busconas y cree que no me entero.

— ¿Y una bahía?

Autor: Profe de geografía.

 

Absurdo

— Sírvame una cerveza.

— ¿La quiere sin alcohol?

— No, la quiero sin lactosa.

— Pero… eso es absurdo.

— Usted empezó.

Autor: El cantinero.

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Autor(a)

Gabriela Olivares
Gabriela Olivares
gabriela@zeta.com
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