Villancicos y comida compartieron los asistentes a la edición trigésimo primera de la posada Sin Frontera que se realiza en Playas de Tijuana, del lado mexicano y en el Whiskey 8, en San Ysidro, en el lado estadounidense. Ambos lados tienen la presencia religiosa en donde se se conecta espiritualmente con las celebraciones decembrinas.
En San Ysidro, los activistas se reunieron en el Whiskey 8 y compartieron comida en lo que escuchaban la homilía católica. Cada año se organiza la posada como un proyecto humanista en la que son invitados estudiantes de preparatoria y universidad para que tengan acercamiento con el muro, la migración y convivencia con activistas.
“Muchos, tenemos como 25 años que venimos. Es triste ya no poder vernos los rostros, aunque se celebra de ambos lados de la frontera, me da gusto, pero me da tristeza, pero nos une el corazón y el espíritu, nos da alegría y tristeza”, platicó María Santa Cruz, asistente del obispo en el sur de California
“MI maestra nos invitó a participar en este proyecto, a participar. Siento que esta es una situación muy complicada, todos están viniendo aquí para tratar de trabajar y llevar algo mejor a sus familias y siento que debería haber procesos más fáciles para que puedan llegar esas familias”, explicó Mika, estudiante de San Diego.
A consecuencia de los muros que mantienen la distancia entre México y Estados Unidos entre Tijuana y San Diego, los activistas encontraron una forma de saludarse y dar la paz en memoria de las familias divididas por las divisiones físicas entre ambos países.
“Dar la paz con el dedo meñique es honrar a la gente que no podemos saludar de mano, que aunque aquí sí se puede tener cercanía, en el Parque de la Amistad de Playas de Tijuana, eso no es posible y en honor a ellos, nos damos la paz con el dedo meñique”, comentó Santa Cruz.