Durante un viaje en tren, el boletero para por cada uno de los compartimentos a solicitar educadamente los correspondientes boletos de viaje.
— El boleto, por favor.
— Soy jubilado y beneficiario del Bienestar —contesta uno.
— Yo trabajado en la Fiscalía —contesta otro.
— Soy diputado —dice el tercero.
— ¿Y usted?
— Yo… yo soy un idiota, tenga mi boleto.
Autor: Un ciudadano de a pie.
Nivel de inglés
— ¿Nivel de inglés?
— Alto.
— Diga “memoria”
— Memory.
— Póngalo en una frase.
— Salté por una ventana y memory.
Autor: Maestro de English.
La fiesta del rico
Un rico hace una fiesta en una de sus mansiones. En esto que el rico toma un micrófono y se dirige a los invitados:
— ¡Escúchenme un momento! Quiero mostrarles alguna de mis pertenencias. A mi derecha, pueden contemplar mi colección de Ferraris. Tengo más de 20 modelos distintos.
Todos los invitados aplauden y toman fotos, maravillados.
— A mi izquierda está mi colección de aviones. Tengo modelos de todas las épocas, desde la Primera Guerra Mundial hasta nuestros días.
La gente aplaude aún más fuerte, se ven flashes por todos lados, algunos invitados se desmayan; algo impresionante, vaya.
— Y aquí, delante de mí, pueden ver esta piscina, en la cual tengo 10 cocodrilos africanos…
La gente vuelve a aplaudir, fascinada.
— Pues bien, yo les propongo algo. Quién sea capaz de atravesar esta piscina, recibirá una de mis colecciones, a elegir entre mis Ferraris y mis avio…
No le da tiempo a acabar la frase cuando uno de los invitados salta a la piscina. El hombre no lleva ni dos segundos en el agua cuando se le echan encima cuatro cocodrilos. El invitado empieza a lanzar patadas, puñetazos, cabezazos, mientras los cocodrilos, que van aumentando un número, lo muerden, le arrancan la ropa, se meten al invitado en la boca y se lo van pasando uno a otro. El muchacho tiene tantas heridas que los animales ya no saben por dónde darle. Al cabo de media hora, el invitado logra salir de la piscina. El rico está fascinado y se dirige a él.
— ¡Impresionante, ha sido increíble!
Todos los invitados empiezan a aplaudir; nadie puede disimular su asombro ante lo que acaban de ver. El rico retoma la palabra:
— Bueno, acabas de conseguir uno de los regalos que he propuesto. Muy bien, ¿adónde quieres que te mande los Ferraris?
El invitado responde:
— No quiero los Ferraris.
— Entonces dime adónde te mando los avi…
— No quiero los aviones.
El rico se extraña:
— ¿No quieres ni los Ferraris ni los aviones?
— No —responde el invitado.
El rico no da crédito, pero como ha quedado tan complacido por la exhibición decide ofrecerle algo mejor.
— Voy a hacer una cosa. Te doy todas mis mansiones. Dime tu nombre para que ponga las escrituras de las casas a tu nombre.
— No quiero tus mansiones.
El rico se molesta.
— Bueno, ¿se puede saber qué es lo que quieres, entonces?
— Yo lo que quiero es saber quién es el desgraciado que me empujó.
Autor: Un pobre diablo.
Experto
— Buenas tardes, estoy buscando trabajo como cortador de árboles.
— ¿Tienes experiencia?
— Sí claro, llevo los últimos 30 años cortando árboles en el Sahara.
— Pero si ahí no hay árboles.
— Para que vea qué tan efectivo soy.
Autor: Un jardinero.
Dos cortitos
— Doctor, doctor, todos me ignoran…
— Siguiente…
* * *
— ¿Qué nombre le pusieron al niño?
— Elengendro.
— Será Alejandro…
— Es que no lo has visto…
Autor: Un ocurrente.
Huevos fritos
Una mujer está friendo unos huevos para el desayuno a su esposo, cuando de repente, el marido entra por la puerta de la cocina y le dice a su señora:
— ¡¡Cuidado, cuidado!! ¡¡Ponle más de aceite, por Dios que se te van a pegar!! ¡¡Pusiste demasiados huevos al mismo tiempo!!! ¡Demasiados! ¡¡Dales la vuelta o se quemaran!!
¡¡¡Dales la vuelta ya!!! ¡Échales más aceite, por Dios! ¡¿Dónde hay más aceite para los huevos?! ¡¡¡Se van a pegaar, dales la vuelta!!! ¡Cuidadooo! ¡¡¡Cuidado, te dije que cuidadoooooo!!! ¡Nunca me haces caso cuando cocinas, nunca! ¡Cuidado, dales la vuelta rápido! ¡¡¡Rápido!!! ¡Estás loca! ¿Perdiste la cabeza? ¡Se van a pegar! ¡¡¡No te olvides de ponerles sal!!!! ¡Sabes que siempre te olvidas de la sal! ¡¡Ponle sal, pon la maldita sal!!
La mujer lo ve con asombro:
— ¿Qué te pasa viejo loco? ¿Crees que no puedo freír un par de huevos?
El marido sonríe y le contesta calmadamente a su esposa:
— Sólo quería que vieras lo que se siente… ¡¡¡cuando voy manejando contigo en el auto!!!
Autor: Cualquier hombre casado.