Dos abogados están en un banco cuando entran unos tíos enmascarados con pistolas. Rápidamente uno de ellos le da 100 dólares al otro.
— ¿Qué es esto?
— Te lo debía por la cena del otro día.
Autor: Otro abogado.
Tres preguntas
Una mujer va a un abogado.
— ¿Usted cuánto cobra por una consulta rápida?
— 100 euros por tres preguntas.
— Vaya, es un poco caro, ¿no?
— Sí… y dígame, ¿cuál es su tercera pregunta?
Autor: Un estudiante de Derecho.
Cierra los ojos
— Abuelita, cierra los ojos.
— ¿Por qué quieres que cierre los ojos? ¿Alguna sorpresa? ¿Un regalo?
— Mmmm, no, porque papá ha dicho que cuando tú cierres los ojos, seremos millonarios.
Autor: Ex suegro.
Pregunta a Jaimito
— A ver Jaimito, si tengo 40 manzanas en una mano y en la otra tengo 50, ¿qué tengo en total?
— Unas manotas.
Autor: Jaimito reprobado.
La felicidad de Pepe
— Pepe, ¿por qué estás tan contento esta mañana?
— Cómo no voy a estar contento, si mi mujer me ha dicho que soy el mejor amante de todo el barrio.
Autor: Anónimo del barrio.
Imprudente
— Qué niño tan feo.
— Es mi hija.
— Ah! no sabía que fueras padre.
— Soy madre.
— ¡Ah, sí! Es verdad, sí te vi embarazada.
— Es adoptada.
— Mejor me voy.
Autor: La mujer.
El reloj de un gallego
Un gallego le muestra a un amigo el reloj que le regalaron:
— ¡Mira esto…! ¡Mira qué reloj me mandó mi primo! Da la hora, los minutos, los segundos, la fecha. Tiene alarma, cronómetro, tiene linterna y radio.
— ¡Excelente, Manolo, cuántas cosas!
— ¡Sí! Y mi primo me dijo que me podía bañar con él, pero no encuentro el botón para que caiga el agua.
Autor: Un joyero.
El casting
— ¡Mamá, conseguí un papel en el casting!
— ¡Qué alegría! ¿Y de qué harás?
— De marido.
— Bueno hijo, no te preocupes, ya te tocará un personaje con diálogo la próxima vez…
Autor: Estudiante de teatro.
La verdad
— Cariño, estás preciosa.
— Dime algo que no sepa.
— Estacionar el auto.
Autor: Ex marido.
Amarte
Llega un hombre a su casa, de madrugada y cayéndose de borracho y le dice con voz ronca a su mujer:
— ¡Amorrr míooo…! ¡¡¡Voy a amarte!!!
— ¡Si quieres vete a Júpiter, pero a mí déjame dormir!
Autor: Ya sobrio.
La carta
Un día el capitán le dice al soldado:
— Le han mandado una carta en blanco, soldado.
El soldado responde:
— Es de mi mujer.
— ¿Cómo sabe?
— Porque se enojó y no nos hablamos.
Autor: Un soltero.
Primer hijo
— ¡Ring! ¡Ring!
— ¿Sí?
— ¡Doctor, mi mujer está a punto de dar a luz!
— ¿Es su primer hijo?
— No, soy su marido.
Autor: Un primerizo.
El tratamiento
Una mujer de 25 años le cuenta a una amiga sobre su matrimonio con un señor de 75 años.
— Es tan caballero… me trae flores todos los días, me regala bombones, me lleva de paseo, fuimos de vacaciones a Hawái, me compra ropa todas las semanas, me lleva al cine, al teatro, de cenas a los mejores restaurantes, joyas.
— ¿Y en la noche? —pregunta la amiga.
— En la noche hacemos el tratamiento.
— ¿Cuál tratamiento?
— Él trata y yo miento.
Autor: Terapeuta de parejas.
Buscapleitos
Uno que va hacia un señor que, sin meterse con nadie, bebía su copa en un extremo de la barra, le dice en tono amenazante:
— ¿Está usted buscando pleito?
El otro le responde calmado:
— Desde luego que no, amigo. Si buscara pleito ya me habría ido a mi casa con mi mujer.
Autor: Un cantinero.
Pajarera
Un borracho llega a su casa como diablo y llama a la puerta de su casa. Toc, toc, toc… y no le abren. Se pone a gritarle a su mujer:
— ¡Golondrina, hip… hip… ábreme la puerta, pichoncita! ¡Ábreme, hip… hip… la puerta! ¡Gorrioncillo pecho amarillo, ábreme la puerta hip… hip…!
En eso su mujer tiernamente le abre la puerta; al verla, el borracho la ve y la dice:
— ¿Por qué no me abrías URRACA?
Autor: Borracho sin esposa.
Lo que no se sabía
El matrimonio Ramírez está esparcido en el sofá, viendo la televisión: él, con camiseta de tirantes y una lata de cerveza en la mano; ella, con bata, con una toalla en la cabeza.
— Pedro, ¡hace 30 años que estamos casados y nunca me has comprado nada!
— Amor, no sabía que vendieras algo…
Autor: Anónimo de Marketplace.
A campanadas
Esto es un borracho que se encuentra con un amigo por la calle y le dice:
— Oye, ¿sabes qué? Ayer llegué a casa borracho a las 12 de la noche y mi mujer me dio un cacerolazo por cada campanada.
— ¿Y has aprendido la lección?
— Sí, ¡a partir de ahora llegaré a la una, porque duele menos!
Autor: Un ebrio sensato.
San Google
— Amor, prométeme que cuidarás a los niños y que les hablarás de mí.
— ¿Otra vez buscaste tus síntomas en Google?
— Te quiero mucho…
Autor: Estudiante de Medicina.