Conzultoría Matrimonial y Familiar
Algunas personas ya divorciadas han manifestado que su matrimonio se habría salvado, si lo hubieran pensado un poco más, si hubieran ido a buscar apoyo profesional, o si en un momento hubieran entendido los argumentos de sus parejas y no se hubieran aferrado a lo que creían saber o mal entender.
Saber o sentirse enamorados es la base para tratar de salvar su matrimonio y que la vida que llevan no sea lo que hace que se manifiestan los problemas, como pueden ser los hijos o el trabajo, porque entonces se convierten en una prioridad y el amor pasa a segundo término.
Cuando uno u otro empiece a plantear los problemas, es el momento de empezar a platicar sobre ello, recordando cómo se conocieron, qué fue lo que le atrajo a cada uno el otro, la relación que llevaban de novios y de cómo y por qué decidieron casarse, así como los planes que hicieron al principio: de dónde y cómo iban a vivir, la decisión de seguir o no trabajando ambos, etc., lo cual los llevaría en alguna forma a renovar sus sentimientos.
Sobre todo cuestionarse qué los llevó a quererse, a casarse, y qué era lo que esperaban en su matrimonio; y sincerarse en lo que no esperaban que fuera, en lugar de quedarse callados al no comentarlo, o dando por hecho que así son los problemas y aguantarse, y más si lo comentan con amistades o familiares en donde les dicen que ni modo, que se tienen que aguantar porque así es el matrimonio. Mentira. Porque cada matrimonio es distinto y los problemas no se pueden resolver de la misma manera que la de otros.
Es importante darse tiempo para platicar sobre el rumbo que lleva su matrimonio, dejarse de falsas premisas que sólo los lleva a formular malas apreciaciones y hablar sobre lo que uno piensa; establecer dónde puede estar las diferencias que hacen que la relación no sea buena y no se sientan felices.
En toda plática es importante decirse lo bueno que han vivido y que es lo que les gusto o les sigue gustando y lo que no; y evitar los malos comentarios porque eso puede ahondar los problemas. Al saber qué es lo que encontraron diferente en su perspectiva inicial del matrimonio y si pueden cambiarlo o mejorarlo, sería un paso para superar sus diferencias, recordar con buen humor y seguir ahondando en ir resolviendo cada uno de ellos: cuando se enojaban como novios y cómo arreglaban esos problemas. Lo más seguro es que se rían de esos momentos e irán resolviendo esas cosas que no son agradables en su matrimonio; pero sobre todo dejar a un lado los comentarios desagradables o bruscos que hagan que la plática cambie de sentido.
Si las cosas todavía no son graves, tratar de hacer cosas juntos en la medida que puedan: salir a pasear, bailar, caminar; es decir, que no interfieran con sus compromisos laborales o domésticos. Bañarse juntos seguido, dormir desnudos si les es posible y abrazados, sin que necesariamente tengan que hacer el amor. Evitar los malos gestos y tratar de mantener el buen humor. Nunca burlarse el uno del otro, que, aunque algunos lo hacen, a la larga puede ser contraproducente.
Buscar el momento de una charla, quizás controversial, pero sincera, donde uno y otro deben aclarar qué es lo que no funciona y/o cómo mejorarlo. Esas conversaciones pueden sacar los enojos, las decepciones, y se sepultan, como algo que no regresará.
Salvar un matrimonio requiere dos mentes y dos corazones enamorados. Si no ocurre de esta manera, el barco se irá a la deriva y no se recuperará, a no ser que busquen ayuda profesional.
El Lic. y C.P. Roberto Bautista es terapeuta sexual y de parejas con maestría en Mediación.
Correo: bautista46@hotmail.com