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sábado, noviembre 23, 2024
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Salvar el matrimonio, si se puede, cosa de dos

Conzultoría Matrimonial y Familiar

 

Algunas personas ya divorciadas han manifestado que su matrimonio se habría salvado, si lo hubieran pensado un poco más, si hubieran ido a buscar apoyo profesional, o si en un momento hubieran entendido los argumentos de sus parejas y no se hubieran aferrado a lo que creían saber o mal entender.

Saber o sentirse enamorados es la base para tratar de salvar su matrimonio y que la vida que llevan no sea lo que hace que se manifiestan los problemas, como pueden ser los hijos o el trabajo, porque entonces se convierten en una prioridad y el amor pasa a segundo término.

Cuando uno u otro empiece a plantear los problemas, es el momento de empezar a platicar sobre ello, recordando cómo se conocieron, qué fue lo que le atrajo a cada uno el otro, la relación que llevaban de novios y de cómo y por qué decidieron casarse, así como los planes que hicieron al principio: de dónde y cómo iban a vivir, la decisión de seguir o no trabajando ambos, etc., lo cual los llevaría en alguna forma a renovar sus sentimientos.

Sobre todo cuestionarse qué los llevó a quererse, a casarse, y qué era lo que esperaban en su matrimonio; y sincerarse en lo que no esperaban que fuera, en lugar de quedarse callados al no comentarlo, o dando por hecho que así son los problemas y aguantarse, y más si lo comentan con amistades o familiares en donde les dicen que ni modo, que se tienen que aguantar porque así es el matrimonio. Mentira. Porque cada matrimonio es distinto y los problemas no se pueden resolver de la misma manera que la de otros.

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Es importante darse tiempo para platicar sobre el rumbo que lleva su matrimonio, dejarse de falsas premisas que sólo los lleva a formular malas apreciaciones y hablar sobre lo que uno piensa; establecer dónde puede estar las diferencias que hacen que la relación no sea buena y no se sientan felices.

En toda plática es importante decirse lo bueno que han vivido y que es lo que les gusto o les sigue gustando y lo que no; y evitar los malos comentarios porque eso puede ahondar los problemas. Al saber qué es lo que encontraron diferente en su perspectiva inicial del matrimonio y si pueden cambiarlo o mejorarlo, sería un paso para superar sus diferencias, recordar con buen humor y seguir ahondando en ir resolviendo cada uno de ellos: cuando se enojaban como novios y cómo arreglaban esos problemas. Lo más seguro es que se rían de esos momentos e irán resolviendo esas cosas que no son agradables en su matrimonio; pero sobre todo dejar a un lado los comentarios desagradables o bruscos que hagan que la plática cambie de sentido.

Si las cosas todavía no son graves, tratar de hacer cosas juntos en la medida que puedan: salir a pasear, bailar, caminar; es decir, que no interfieran con sus compromisos laborales o domésticos. Bañarse juntos seguido, dormir desnudos si les es posible y abrazados, sin que necesariamente tengan que hacer el amor. Evitar los malos gestos y tratar de mantener el buen humor. Nunca burlarse el uno del otro, que, aunque algunos lo hacen, a la larga puede ser contraproducente.

Buscar el momento de una charla, quizás controversial, pero sincera, donde uno y otro deben aclarar qué es lo que no funciona y/o cómo mejorarlo. Esas conversaciones pueden sacar los enojos, las decepciones, y se sepultan, como algo que no regresará.

Salvar un matrimonio requiere dos mentes y dos corazones enamorados. Si no ocurre de esta manera, el barco se irá a la deriva y no se recuperará, a no ser que busquen ayuda profesional.

 

El Lic. y C.P. Roberto Bautista es terapeuta sexual y de parejas con maestría en Mediación.

Correo: bautista46@hotmail.com

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