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jueves, noviembre 21, 2024
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Burros en el gobierno

Había una vez un rey que quería ir a pescar. Llamó al meteorólogo real y preguntó por el pronóstico del tiempo para las próximas horas. El meteorólogo le aseguró que no había ninguna posibilidad de lluvia en los próximos días, así que el rey fue a pescar con su esposa, la reina. En el camino se encontró con un granjero que iba en su burro. Al ver al rey, el granjero le dijo:

“Su Majestad, debe regresar al palacio de inmediato porque en poco tiempo una gran cantidad de lluvia caerá en esta zona”.

El rey hizo caso omiso, confiado en su pronosticador profesional del tiempo. Así que siguió su camino.

Poco tiempo después una lluvia torrencial cayó del cielo. El rey y la reina quedaron totalmente empapados y su séquito rio al verlos en tan vergonzoso estado.

Furioso, el rey regresó al palacio y dio la orden de despedir al profesional. Entonces convocó al granjero y le ofreció el prestigioso y muy bien pagado trabajo de pronosticador real. Pero el granjero le contestó:

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“Su Majestad, no sé nada de previsiones, obtengo mi información de mi asno. Si veo las orejas de mi asno caer, significa con certeza que lloverá”.

Así que el rey contrató al burro… y así comenzó la práctica de contratar burros para trabajar en el gobierno y ocupar las posiciones más altas e influyentes.

Autor: Un asesor de la 4T, con todo y segundo piso.

 

Breves

— Mis tíos se han ido a Nueva Orleans.

“¿Luisiana?”-

— No, Paco y Meche.

* * *

– ¡Mamá, mamá! En el colegio dicen que estoy loco.

“¿Y quién dice eso de ti?”.

– Me lo dicen las sillas.

* * *

¿Qué pasa si te expulsan de cuatro universidades?

Estás perdiendo facultades.

* * *

– Mamá, ¿soy fea?

“No, hija, tienes lo que todo hombre desearía para sí mismo”.

– ¿En serio?

“Sí. Tienes voz gruesa, espalda ancha y pelos en el pecho”.

* * *

Un hombre entra en una panadería:

– ¿Tiene usted pan de ayer?

“Sí”.

– Pues no debió hacer tanto, tonto.

* * *

– Papá, ¿vendrás a mi graduación?

“No, hijo. Cuando llegues a casa ya me enseñarás tus lentes nuevos”.

* * *

– Mesero, unos camarones a la rumana, por favor.

“Será a la romana”.

– Irina, cariño, dile al mesero de dónde eres…

* * *

Un hombre que entra a un restaurante y pide a un mesero el menú del día. Le entrega la hoja, donde se puede ver que es un menú algo caro (800 pesos por platillo). Al leer aquello, le pregunta:

– Oiga, ¿aquí no hacen descuento a los colegas?

“¡Ah! ¿Usted también es mesero?

“No; soy un ladrón”.

* * *

– Mi perro es extraordinario: cuando quiere, baila estilo hawaiano; cuando quiere, me recoge las chanclas y me las trae; cuando quiere, canta como Sinatra.

“¿En serio?”.

– Sí, ¡lo malo es que nunca quiere!.

* * *

– Querido, cuando nos casemos, compartiré contigo todas tus desgracias y problemas.

“¡Pero si no tengo!”.

– Dije “después” de que nos casemos.

* * *

Un borracho entra a una bodega:

– Deme 20 litros de vino.

“¿Trajo el envase?”.

– ¡Está usted hablando con el envase!

* * *

El marido llega al portal de su casa totalmente borracho y empieza a gritar:

“¡Martaaa! ¡Martiiitaaa!”.

La mujer se asoma a la ventana y dice:

– Ya vienes borracho otra vez y quieres que te aviente la llave.

“No, no; hoy sí tengo la llave, ¡mejor tírame la chapa porque no la encuentro!”.

* * *

Un loco pasa frente a un escaparate y se ve reflejado en el cristal. Pasa todo el día pensando:

“¿De dónde conozco a ese tipo? ¿De dónde lo conozco?”.

Por la noche, sigue dándole vueltas a la cabeza y al fin exclama: “¡Ya sé! ¡Es el mismo tonto que se corta el pelo delante de mí en la barbería!”.

Autor: El de siempre.

 

Vacaciones

En un balneario, la propietaria de una pequeña casa de apartamentos en renta acompaña a una joven pareja al suyo. Después de haber recogido el pago y haberles mostrado dónde está el mar, se pregunta si los inquilinos necesitan algo.

El chico responde:

“No, gracias”.

– ¿Y para su mujer?, dice la propietaria.

“¡Ah! Hace usted bien en recordármelo. ¿Acaso tendrá por ahí tarjetas postales?”.

Autora: Esposa soltera.

 

La edad del dinosaurio

En el Museo de Historia Natural un visitante pregunta al guía:

– ¿Cuántos años tiene ese dinosaurio de aquí?

“70 millones y 37 años”.

El visitante queda impresionado ante la precisión del dato y piensa para sí: “Este museo debe usar un método muy sofisticado para determinar la edad con tanta precisión”, e intrigado pregunta al conservador:

“¿Como hacen para calcular la edad del dinosaurio con tanta precisión?”.

El guía responde:

“Muy sencillo. Llevo trabajando aquí 37 años, y cuando llegué, me dijeron que el dinosaurio tenía 70 millones de años”.

Autor: Ex empleado del museo.

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Autor(a)

Gabriela Olivares
Gabriela Olivares
gabriela@zeta.com
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